Fugitivo Corazón

Capitulo 7

Hoy era el día en que vería a mi bebé, estaba tan emocionada, lo extrañaba mucho y quería tenerlo entre mis brazos para decirlo lo mucho que lo amaba, era mi bebe y todo lo hacía por él. Bajo del auto que alquile para poder moverme por la ciudad, cuando llego al salón donde están los chicos esperando a sus padres, busco entre la multitud a mi hijo y lo veo al lado de Eros, corro hasta donde están y cuando los ojos de mi hijo me observan sonríe levantándose. 

—¡Mamá, viniste —dice abrazándome.

—Claro que sí, mi amor, te extrañaba mucho —digo alejándome de él para observarlo al rostro —. ¿Cómo estás? 

—Bien, todo es genial, estoy tomando clases de música, es genial —sonrío. 

—Que bueno mi amor —alejo la mirada de él para ponerla en Eros que está detrás de nosotros —. ¿Cómo estás, Eros? —él deja de mirar el piso para colocar la atención en mí. 

—¿Me estás preguntando a mí? —asiento sonriéndole. 

—Claro, a quien más podría —rio. 

—Es extraño, nadie aparte de Arón me pregunta eso. 

Dios, eso me dolió mucho, no puedo creer como Natalia puede hacer una cosa de estas con su hijo, ¿cómo una madre se olvida de su propio hijo? 

—Pues eso no será más así, eres amigo de mi hijo y su primo, estaré pendiente también de ti —él abre los ojos sorprendido. 

—¿En serio?  

—Sí, en serio —digo dejando un beso en su frente. 

Después de eso pasamos la tarde hablando de todo un poco, cada uno me mostró todo lo que estaban aprendiendo en el campamento, estaba tan orgullosa de mi hijo, estas con Eros lo había ayudado mucho, era un niño más hablador, descubrió que le gusta la música y el futbol americano, algo que jamás hubiera sabido si seguía en su cueva. 

Después del almuerzo los deje en su alcoba mientras iba a buscar a tía Nancy, quería saber como estaba todo y también si me permitía quedarme hoy con ellos. 

Cuando entro en su oficina me quedo de pie en la puerta reconociendo a la persona que está hablando con ella, ¿Ulises?, ¿qué hace el aquí?

—Oh querida, que bueno verte por aquí —dice sonriéndome. Ulises se da la vuelta y cuando me ve se queda mirándome sin decir nada, yo tampoco sé qué hacer o decir, jamás imagine que él estaría aquí.  

—¿Qué haces aquí? —digo, sin poder contenerme. 

—Vengo a ver a mi sobrino —río negando. 

—Claro que no, vienes a ver a mi hijo, y no pienso negártelo, pero si se te ocurre ponerlo en mi contra o hacer algo para dañarlo, te juro que vas a conocerme. 

—¿Por qué siempre estás a la defensiva? 

—Porque sé de lo que eres capaz, mi familia tuvo que dejar todo porque nos hiciste la vida imposible, ¿qué esperas que piense? 

—Vaya, así que tu eres el condenado que hizo que mi hermana dejara aquí su vida para salvar la de su hija —dice mi tía con su entrecejo fruncido. 

—Bien, entendí, no fui el mejor en el pasado, y ahora puede que tampoco lo haya sido, pero eso no tiene nada que ver con que piensen que voy a dañar a mi propio hijo. 

Me quedo en silencio, no quiero que mi hijo viva en una guerra, hoy lo vi tan bien, tan feliz y libre que no pienso dañar eso, dejaré que conviva con su padre, pero si encuentro que algo está pasando, voy a alejarlo y me importará poco. 

—Está bien, pero quiero a tu hermana y prometida, lejos de mi hijo, son unas arpías —él aprieta los dientes, Ulises ama a su hermana. 

—Natalia es la madre de Eros, eso será casi imposible. 

—No lo creo, no he escuchado que haya venido ni una sola vez a verlo, ¿o me equivoco? —se queda en silencio —. Eso responde mi pregunta —digo alejando la mirada de él para ponerla en mi tía. 

—¿Necesitas algo, cariño? —asiento. 

—Quería pedirte si podía quedarme hoy con los chicos. 

—Claro, puedes quedarte en la habitación de huéspedes, sabes que esta es tu casa, mi amor —sonrío agradeciéndole. 

 

****

Después de la sorpresa de ver a Ulises en el campamento y tener la aprobación de mi tía para poder quedarme en el lugar, regrese con los chicos. Pude conocer un poco a Eros y comprendí que no es malo, solo estaba buscando llamar la atención de su madre y tío, pero al parecer nada de eso funciono, los dos solo están pendientes de sus cosas. 

Observo a Eros y sus ojos se desvían a mis espaldas, cuando su entrecejo se frunce por lo que ve, intento darme la vuelta, pero la reacción de mi hijo me lo impide. 

—¿Qué pasa?, parece que estás viendo un fantasma. 

—Podría serlo, hola tío —dice Eros haciendo que me tensione. 

—Hola enano —al fin me doy la vuelta encontrándome con su mirada —Quiero hablar contigo, ¿puedes permitirme un momento? —asiento suspirando. 

Me levanto dejando un beso en la frente de mi hijo y de Eros, he empezado a cogerle cariño, se ve tan vulnerable. Salgo de la habitación junto con Ulises, sé que quiere hablar sobre Arón y la verdad eso me preocupa, con él no sé qué esperar. 

—¿Qué sucede? —digo cruzándome de brazos. 

—Voy a reconocer que no he actuado de una manera correcta, pero enfurecí cuando supe que tenía un hijo de casi ocho años, el cual no vi crecer, y sí, puede que haya sido por mi culpa. 




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