Después de esa horrible sorpresa salí de la oficina para ir hasta el piso de abajo, uno de los socios quería mi presencia, no sabía por qué y le rogaba a Dios que no perdiera mi empleo o eso complicaría todo para nosotros, si al final si debíamos ir a juicio, estaba segura de que él tomaría eso como una excusa para quedarse con Arón.
Llego al piso de abajo y camino hasta la oficina de Manuel, el hijo del señor Marcial, no se para que me necesite y estoy muy nerviosa, lo que menos necesito ahora es más cabargas sobre mí. Llego hasta donde su secretaria y luego de anunciarme, camino hasta la puerta para abrirla, el olor de un delicioso aroma llega a mis narices.
—Buenas tardes.—digo ganándome una hermosa sonrisa de su parte, él no es feo, al contrario, es muy guapo y esos hermosos ojos azules te hacen alucinar.
—Martina, por favor toma asiento —hago lo que me dice sentándome en la silla frente a él.
—Me dijeron que estabas necesitándome —asiente.
—Sí, sé que estás pensando que es para algo malo, pero no es así, al contrario, estoy al tanto de que llevas muy avanzado el caso que se te asigno.
—Sí, así es, solos los casos que mejor me gustan llevar, investigue que el hombre que desea la custodia de los niños tiene demandas repetidas por maltrataros intrafamiliar —él levanta una ceja en mi dirección.
—¿El señor Chávez? —asiento sonriéndole.
—Sí, sé que es muy extraño de un hombre reconocido y con dinero, pero así es. Dos de sus antiguas novias lo demandaron por agresión y también pusieron una orden de restricción.
—Vaya, eso sí que es una novedad, jamás me lo imagine de él.
—Sí, bueno, creo que el dicho de que las apariencias engañan le queda muy bien a ese hombre —asiente sin decir nada más. Luego de unos segundos suspira.
—Sé que no es de mi incumbencia lo que quiero preguntarte, pero me gustaría saber cómo estás llevando las cosas con Ulises, por lo que él dijo tiene un pasado juntos —me muevo incómoda en mi lugar porque jamás imagine que él me diría eso.
—Creo que era lógico que él no tomaría bien, mi llegada, no ha sido fácil trabajar con él, pero al final estuvo mejor de lo que creía, sé cómo llevarlo —él asiente.
—¿Aún lo amas? —arrugo mi entrecejo —. Perdón no debí preguntar eso, es solo que por lo que he visto y sabido de ti, eres una gran mujer, no cabe en mi cabeza que puedas llegar a amar a alguien como lo hiciste con Ulises.
—¿Por qué hablas como si lo conocieras? —él ríe rascando su nuca.
—¿No me recuerdas cierto? —niego confundida.
—No, la verdad es que no y no entiendo a que te refieres —sonríe.
—Soy Manu, el primo de Ulises —me alejo un poco de la mesa.
—¿Primo? —asiente —. ¿El que vivía en Estados Unidos?
—Sí, ese mismo, puede que no me reconocieras porque mis tíos no solían llamarme por mi nombre completo y porque solo me viste una vez —asiento.
—Sí, en el funeral de tus tíos, no recordaba a tu padre, estaba muy diferente.
—Sí, no estaba enfermo, ahora lo está y el cáncer lo está matando —jadeo llevando una de mis manos a mi boca.
—Lo siento mucho, no sabía eso.
—No tendrías por qué saberlo, está bien —asiento sin decir nada —. Si te incomodo lo que te dije me disculpo.
—No, no es eso, es solo que me parece algo ilógico que tu creas, más en mi inocencia que aquel que decía amarme —él suspira recostando su espalda del todo en la silla.
—Mi primo siempre ha creído ciegamente en su hermana, el amor que ella le tiene me ha apreciado muy raro, pero jamás le he dado la importancia que se debe, si ella fue la causante de todo esto, mejor déjalo así, jamás conseguirás que él cambie de parecer.
—Lo sé, y tampoco lo quiero, pasaron siete años, lo mejor es que cada uno siga con su vida, aunque no creo que eso sea posible, mi hijo también es de él —Manuel abre los ojos sorprendido.
—¿Hablas en serio?
—Sí, escape embarazada y ahora él reclama su custodia.
—¡¿Qué?! —brinco en mi lugar por su grito —. Lo siento, no quise asustarte, es solo que no imagine que mi primo fuera capaz de una atrocidad como esa.
—Al parecer no es el hombre del que me enamore.
—Cambio y sufrió mucho, Martina, él te amaba con mucha intensidad, llego a intentar suicidarse —jadeo.
—¿Qué? —asiente.
—Sí, sé que no debo contarte esto, pero mi primo no es tan malo, es solo que jamás había amado a una mujer como lo hizo contigo y su ego lo golpeo fuerte cuando pensó que lo habías traicionado.
—No soy nadie para juzgarlo, pero no creo que eso lo exonere de todo lo que me hizo, y lo que ahora quiere hacer —asiente.
—Eso lo sé, no quiero que olvides nada, solo tu sabes lo que pasaste, solo quiero que lo entiendas un poco.
—Lo hago, pero eso no borra el daño.
Se queda en silencio y creo que es el momento de irme de aquí, no puedo seguir hablando con uno de mí jefes como si fueras muy buenos amigos, de más está decir que esta charla es muy extraña.