Desperté sobre las diez de la mañana, hoy era mi día libre, también la llegada de mi hijo, estaba tan feliz de volver a ver a mi bebe que olvide por completo lo que había pasado la noche anterior.
Bajo las escaleras y camino hasta la cocina donde mi hermano está desayunando con mi madre, arrugo mi entrecejo porque imagine que él estaba con Lorena en Estados Unidos.
—Buenos días, pensé que estarías en Estados Unidos —digo sentándome frente a él.
—Enana, también me alegra verte —dice haciéndome rodar los ojos.
—No te pongas dramático, estoy algo confundida —sonríe dejando un beso en mi frente.
—No podía dejarte sola en el proceso de Aron, Lorena está bien, no te preocupes por eso —levanto una de mis cejas en su dirección.
—¿Proceso?, ¿de qué hablas? —él observa a mi madre y luego ponen la mirada en mí.
—Toma, por favor, tómalo con calma, ¿quieres? —Tomo el papel que él me da y mientras lo leo siento como mi cuerpo tiembla por la rabia.
—Envió otra citación del juzgado —asiente.
—Es mañana, a las siete de la mañana, seré tu abogado junto con Manuel.
—¿Manuel?
—Sí, Manuel, sé que estás saliendo con él y como tu hermano mayor que te ha visto sufrir mucho te digo que no es buena idea, no puedes salir de un Antoniou para meterte con otro, no es sano —agacho la mirada porque él tiene razón.
—Solo quería sentirme viva por una vez en la vida.
—Y no te digo que no lo hagas, solo cuida con quién, Manuel no es un mal hombre, pero su rivalidad con Ulises es dañina y puede lastimarte a ti también.
Asiento, él siempre ha sido mi voz de la razón, sé que lo que me está diciendo es verdad, no puedo decir lo contrario, solo quería sentirme viva por una vez en la vida, pero él tiene toda la razón, pude ver la rivalidad entre ellos y eso no me hará bien.
—Solo es mi amigo, está ayudándome.
—¿A cambio de qué?, eres hermosa enana, la mayoría de hombres no te quieren solo para que seas su amiga, no voy a meterme en tu vida, pero quiero que te cuides —asiento.
—Lo haré, me cuidaré, lo prometo, ahora debo ir por Aron al aeropuerto.
Salgo de casa con un mal sabor de boca por lo que mi hermano me digo y también el saber que ese maldito hombre sí quiere la custodia de mi hijo, pues bien, yo también haré algo al respeto.
Cuando llego al aeropuerto gruño observándolo en la puerta de él con los brazos cruzados, no sé qué hace aquí, pero lo que menos quiero es que mi hijo tenga un mal día por su culpa.
—¿Qué haces aquí? —digo deteniéndome frente a él con los brazos cruzados.
—Esperar a mi hijo, ¿no es obvio?
—No, porque si aún no te ha quedado claro, Aron no te quiere ver, así que no entiendo qué haces aquí.
—Es mi hijo, deberá acostumbrarse a mí aunque no quiera —rio.
—¿Entonces piensas obligarlo a que te quiera? —él se queda callado —. No sé qué pasó contigo, pero el hombre que ahora veo es un pobre diablo que se deja manipular tan fácil de dos mujeres que no lo quieres, siento lástima por ti, Ulises, en verdad.
—No tienes ningún derecho hablar de esa manera, ¿quién te crees?
—La madre de tu hijo, que no piensa permitir que tu falta de hombría dañe a Aron, quieres la custodia de mi hijo, pues bien, voy a luchar contra ti y con quien sea por mi hijo, no pienso permitir que este a tu lado, eso jamás —me alejo en el momento en que los niños aparecen por las puertas. Corro hasta donde están para envolverlos a ambos en un fuerte abrazo.
—Que bueno verlos, ¿cómo están? —me alejo para ver sus rostros radiantes.
—Mamá, te extrañé —sonrío besando la mejilla de mi hijo.
—Yo también, mi amor, y a ti también, mocoso. —digo despeinado a Eros.
—¿Qué hace mi tío aquí? —dice logrando que mi hijo mire al mismo lugar donde él lo está haciendo.
—Vino por ti, y quería verte hijo —Aron niega.
—No quiero verlo mamá, dile que por favor se vaya —suspiro asintiendo dándome la vuelta para ver a Ulises.
—No te quiere ver, por favor vete —su quijada se aprieta con fuerza.
—Soy tu padre, no puedes solo huir, no eres un niño para que actúes así —gruño acercándome a él con rapidez.
—No vas a hablarle así a mi hijo, si no te quiere ver no lo hará, ¿está claro? —asiente con los dientes apretados.
—Vamos Eros, tu madre te espera.
—No, me iré con Aron y tía Martina —abro los ojos sorprendida —. ¿Qué dices?, no puedes hacer lo que se te dé la gana, tienes solo seis años
Niego masajeando mii nariz, el tarado ni sabe cuantos años tiene el niño, no sé qué pasó con él, pero me da lástima en el hombre que se convirtió.
—Tengo casi ocho años, tío, y no pienso ir contigo, estoy cansado de estar solo —Ulises aleja la mirada de él para ponerla en mí.
—¿Qué le hiciste a mi sobrino?
—Nada, él solo se dio cuenta de que su madre no lo quiere.