Fugitivo Corazón

Capítulo 12

Salí de esa oficina con el corazón latiéndome fuerte, ese hombre era un desgraciado de lo peor, como podía permitir que su único hijo pasara por esto, era absurdo e imperdonable. Siento la presencia de Ulises y sus víboras detrás de mí y si no desaparecen voy a explotar y no responderé. 

—Ey tu, loca, demente —gruño volteándome en el preciso momento en que esa mujer se acerca a mí, sin más levanto la mano y la estampo en su rostro —. ¡¿Qué te pasa loca?!

—Me pasa que estoy harta de ustedes —digo señalándola a ella y a Ulises que está al lado de su prometida, que es igual a ellos —. Mi hijo no va a pasar por algo como eso solo porque tu —digo señalando a Ulises —No tienes los pantalones para asumir tus problemas. 

—Estás actuando como una loca. 

—¡No me importa!, estoy harta de esto, y no voy a exponer a mi hijo a la presión que ustedes quieren imponerle. 

—¿Y como piensas impedirlo?, el fiscal lo ordeno —dice Dayna. 

—Investigando, voy a conseguir lo más sucio de ustedes, y cuando eso pase, pondré una orden de restricción para que ninguno se pueda acercar a mi hijo. 

—¡Es mi hijo también!

—¿Ah, sí?, si tanto te importa tu hijo, ¿por qué lo estás exponiendo a esto? —se queda en silencio —. Porque te faltan pantalones, no sé qué pasó contigo Ulises, pero el hombre del que alguna vez me enamore no hubiera permitido eso, te has dejado llenar tanto la cabeza de basura, que tu mismo estás alejando a tu único hijo —digo tomando a mi hermano de la mano para alejarme de ellos. 

—Llévame a la oficina, necesito hablar con Manuel. 

—Ahora no es el momento de que quieras desahogarte, las cosas no están para que quieras salir a cenar. 

—No quiero ir a cenar, quiero averiguar que esconden esas víboras, y si tu no me llevas, iré yo sola —niega abriendo la puerta del auto para mí. 

—Solo prométeme que no harás una locura, ¿está bien? —asiento. 

—Bien, pero solo sácame de aquí, no puedo seguir viéndoles la cara a—enciende el auto para salir del estacionamiento del juzgado.

—¿Lo odias, cierto? —alejo la mirada para mirarlo al rostro. 

—¿Ah Ulises? —asiente. 

—Como no tienes una idea, el poco amor que aún le tenía se ha convertido en resentimiento y odio, no debió meterse con la persona más importante de mi vida, mi hijo es intocable, Marcos, lo sabes. 

—La verdad es que no lo reconozco, parece un títere de esas mujeres, no sé qué pasó con el chico que no permitía que nadie lo manipulara. 

—Desapareció, eso pasó, ahora solo queda ese pedazo de cuerpo que solo sirve para respirar, ya entendí que no le importa Aron, él solo quiere dañarme porque sigue creyendo que lo dañe, pero no se lo permitiré, si tengo que destruirlo en realidad, créeme que lo haré, pero no voy a dejar que lastimen lo único bueno que tengo en mi vida. 

Ninguno dice nada más y salimos directo a la empresa, necesito que Manuel me hable sobre eso que sabe de Natalia, solo así impediré que Ulises esté cerca de él, no lo merece, él no merece a mi hijo, ha dejado muy claro que solo quiere vengarse de mí y no voy a permitir que mi hijo haga parte de esa absurda venganza que no tiene sentido porque jamás hice lo que él cree. 

Llegamos hasta la empresa y esperé que mi hermano estacionara el auto para bajarme de él. Tomo una fuerte respiración y camino dentro junto con él, me siento mal y quiero golpear a alguien, cosa que no puedo hacer no solo porque estoy en la mira de todos, sino porque no sería bueno para mí. 

Llegamos hasta el ascensor y cuando subimos siento la mano de mi hermano en la espalda acariciándola de arriba hacia abajo. 

—Respira profundo y cálmate, no logras nada alterándote —asiento haciendo lo que me pide. Cuando las puertas del ascensor se abren, juntos salimos para plantarme frente a la secretaria.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarles?

—Necesitamos hablar con el licenciado

—¿Tienes una cita? —niego.

—Dile por favor que la señorita Nikolaou lo necesita urgente —la chica me mira con duda pero lo hace. Solo unos segundos después estamos caminando hasta su oficina, Manuel está de pie al lado de su escritorio con las manos en sus bolsillos. 

—¿Cómo estuvo todo? —niego. 

—Mal, el fiscal, quiere hablar con mi hijo, no puedo permitir eso, no lo pudo exponer a algo como eso.

—¿Qué piensas hacer? 

—Necesito que me ayudes, dijiste que sabías del pasado de Natalia —asiente. 

—Tomen asiento, lo que tengo para decirles es muy largo —hacemos lo que dice y cuando tomamos asiento frente a él, él suspira. 

—Natalia solía tener un novio, el chico era un delincuente en potencia, pero ella estaba obsesionada con él, recuerdo que Ulises una vez lo golpeo y dos días después apareció también golpeado en un callejón, la pandilla del tipo lo hizo. 

—¿Y él nunca lo supo? —asiente. 

—Sí, pero no le importaba, su deber era cuidar de su hermana —niego sin poder creer hasta donde llega su lealtad a su hermana —. Un día el chico desaprecio y jamás supimos de él, cuando tu te fuiste, el regreso, pero ya no era el mismo chico de antes, era un delincuente y mafioso más buscado del país.




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