Aquello acomodo ciertos recuerdos de anoche y una idea descabellada pasó por mi mente, pero no podía ser posible. ¿Cuál era la probabilidad de que él y el chico misterioso fueran la misma persona? Y cuando fui a formular la pregunta que sacaría mi duda.
—Que sepas que no soy ningún insensible —dijo mientras se alejaba para volver a entrar al auto— no has entrado porque no has querido, nunca le puse seguro.
Volvimos al auto, pero esta vez mojada por la lluvia. Había cierta tensión en el ambiente y ni siquiera sabía por qué se había formado, bueno, si sabía, pero no lo entendía. Seguimos nuestro camino bajo la lluvia y decidí hablar para aminorar el ambiente.
—Siento si se daña la tapicería por causa de nuestro actual aspecto, te prometo que te pagaré el arreglo en modo de disculpa.
—Me importa una mierda la tapicería Mara —dijo desviando la mirada de la carretera para posarla en mí por unos segundos— No tengo sentimientos por las cosas materiales, no llevan a ningún lado.
Y eso sí me dejó descolocada, sabía que no podía juzgar a las personas sin conocerlas del todo, pero nunca hubiera imaginado que Alex no fuera una persona materialista y eso me gustó, aunque no pensaba admitirlo en voz alta, no había necesidad de hacer crecer ese ego.
Volvimos a adentrarnos en el silencio, mientras observaba como el atardecer le iba dando, pasó a la noche.
Seguimos en carretera unos minutos más hasta que dimos con un hotel de carretera y lo vi desviándose hasta el parqueo.
—Pasaremos aquí la noche, no creo conveniente seguir conduciendo de noche y lloviendo.
Lo seguí cuando se bajó del coche y fue directo a la recepción del lugar. Vi como pedía dos habitaciones y también me percate como la recepcionista se desvivía por atenderlo, ni se percataba de mi presencia.
Procedió a entregarnos las llaves y nos fuimos cada uno a su habitación. Cuando entre no era la gran cosa, pero tenía lo importante, una pequeña cama donde dormir y un baño para ducharme y cambiarme esta ropa húmeda.
Cuando salí del baño, me dirigí a encender el aire para luego ir por algo a la máquina y dormir, pero con lo que no contaba fue con que el aire no funcionará.
Me tenían que estar jodiendo, estábamos en veranos, dormir así era una tortura. Así que me dirigí a la habitación de Alex y toque.
—Se te ofrece algo —dijo al percatarse que era yo.
—¿Tu aire funciona?
—Sí, por...
Me marché y lo dejé con la palabra en la boca. Cuando regrese a mi habitación cogí mi maleta y cuando iba de regreso a la de Alex, fui a por la máquina y solo había chocolatinas y cosas que no me gustaban. Así que me decidí por un chocolate.
Volví a tocar a su puerta y esta vez abre sin camisa. Me quedé sin palabras, mis ojos me traicionaron, recorrí ese cuerpo y tuve deseos de posar mis manos en ellos, recorrerlo y fue cuando un recuerdo volvió a mí, la noche en la que acaricie a un extraño y mis manos sintieron un hormigueo, reclamaban volver a esa piel caliente, estire mi mano estuve a nada tocarlo y saber si era esa piel la que reclamaba mi cuerpo, pero alguien me interrumpió.
—¿Qué haces aquí de nuevo? —preguntó— Y con una maleta.
—¿Puedo pasar? —se hizo a un lado para qué pasará.
—No me digas que le tienes miedo a la oscuridad y vienes a por compañía.
—No vengo por tu compañía — aclaré y procedí a explicar— Verás, el aire de mi habitación no funciona y tengo mucho calor, así que me vengo a dormir aquí.
—Sientes calor —sentí el doble sentido en sus palabras y como comenzó a acercarse a la vez que yo retrocedía hasta que choque con una mesita, sentí por segunda vez en el día su cuerpo junto al mío, vi como estiró su mano y fue que me percate que cogía el mando del aire y lo bajaba— ¿Así está mejor? —preguntó el capullo muy capullo.
Cuando se alejó y pude calmar mis hormonas que no hacían otra cosa que dejarme en evidencia.
Me acerco a él y llamo su atención tendiendo mi mano con el chocolate en ella.
—Toma, es para ti.
—¿Para mí? —vi la duda en sus ojos y asentí en modo de respuesta— Has comprado un chocolate solo para mí.
—Sí, tómalo como una forma de disculpa por lo de esta tarde.
—Por hacer que mi cuerpo terminará lleno de grasa o por querer dejarme fuera del auto mientras comenzaba a llover.
—Por ambas cosas y por dañar la tapicería— agité mi mano para qué lo tomará— sé que me dijiste que no te importa, pero no puedo evitar discúlpame.
—Gracias —cuando tomo el obsequio posó sus ojos en mí y pude ver cómo brillaban por algo tan simple como un chocolate.
Dos golpes en la puerta nos interrumpieron, en lo que él atendía yo me senté en la cama y lo vi entrar con una bolsa en las manos.
—¿Qué es?
—Se me olvidaba que eras chismosa.
—Solo soy curiosa—dije en mi defensa.
—No has oído eso de que la curiosidad mató al gato—lo vi organizar lo que sea que estuviera dentro de la bolsa en una mesita— Ven acércate.
Me tomo por sorpresa su llamado, pero me acerqué y lo que vi sí fue toda una sorpresa. Había mandado a pedir comida, pero una nota junto a todo aquel pequeño detalle, llamo mi atención haciendo que mis manos fueran a por ella.
“Espero y pueda compensar lo de esta tarde”
A.M
Le di la vuelta a la nota y no podía creer lo que veían mis ojos.
“In my dreams, I do anything I want to you”
(En mis sueños, hago todo lo que quiero contigo)
Me había quedado viendo la nota sin palabras, los pensamientos empezaron a invadir mi mente, pero él se encargó de apartarlos.
—Espero y aceptes este pequeño detalle en modo de disculpa —vi los nervios en su mirada— Lamento lo de esta tarde
—¿Lo de dejarme pasando hambre o cuando dejaste que me empapará bajo la lluvia? —pregunté con una sonrisa en mis labios.
—Por ambas cosas —poso su mirada en la mesa— Espero y sea de tu agrado.
— Gracias, es lo más bonito que han hecho por mí.