¿fuiste tú?

Capitulo 2

Capítulo 2


 

— ¿Sabes lo que estás haciendo? — si tenía claro que demonios estaba haciendo, lo que me torturaba era la maldita duda si era lo correcto. — Escucha… — Continúa — No quiero que estés haciendo esto por motivos equivocados. — la voz que habitaba en mi mente me había repetido lo mismo muchas veces.

A través del espejo veo a mi querido jefe, el cual tiene la boca llena de razón, mis motivos son pésimos, de hecho estoy de acuerdo con él, pero algo muy fuerte dentro de mí me está llevando a hacerlo.

— Mira Lilian… Yo soy fan de ser feliz, de aceptar lo malo y echar para adelante, no me parece mal querer olvidar a un amor — respira profundo — hace menos de una semana literalmente huiste de un hombre que no sé qué carajos te hizo. No has parado de llorar, no duermes, no comes, tus nervios están muy alterados, más de lo que alguna vez haya visto, necesito que no creas, que le estás dando vuelta a la página, te vas a hacer más daño del que te hizo Octavio.

— ¡No lo nombres! — mis nervios se alteran más al escuchar su nombre — No lo hagas.

No estoy siendo yo, no soy yo, me perdí, no me veo, no me reconozco, no me siento, mi alma está marchita, mi alma no está conmigo, mi alma se quedó con él. El dolor que siento me está ahogando, no encuentro sentido a nada.

— Si quieres pretender que él no existe, te lo voy a permitir, pero no por mucho tiempo, no voy a opinar más, por lo menos por hoy — pone sus manos en mis hombros, puedo sentir su afecto en cada de una sé tus palabras. — Ten algo claro, no te voy a dejar hundirte en la miseria Lilian, no solo porque soy tu jefe y tu mánager, es porque eso soy tu amigo.

 

Al cabo de decir eso sale de mi habitación y me deja sola atormentándome con sus palabras, el demonio que sea instalado dentro de mí es más fuerte que otra cosa; por ende decidí seguir adelante.

 Poniendo en práctica todo lo aprendido como modelo, hago lo mejor que puedo para esconder mi dolor bajo un diminuto vestido rojo, un maquillaje cargado y tacones dorados de punta de aguja ¿Qué más puede pasar? ¿Qué podría ser más traumático? Ya nada lo hará. 

Cuando las puertas del ascensor se abren se me seca la garganta, salgo de la caja de metal con mi cabeza en alto y disimulando el torbellino que hay dentro de mí. 

— ¿Lilian? — al escuchar su voz es cuando caigo en cuenta de la verdad de las palabras de Christian — Tan bella como siempre. — Doy por hecho que está usando un tono de conquista, el cual me dan ganas de romperle algo, tal vez la nariz. — Magnífica —   hago una sonrisa mostrando mis dientes en un vago intento de no verme enojada, lo mío siempre ha sido pelear, las personas siempre me han asustado sobre todo los hombres ¿Entonces que haces aquí? Me grita la voz que hay en mi cabeza.

— ¿Qué tal Edward? — su actitud me demuestra lo mucho que quiere impresionarme, me rascan los nudillos — Es bueno verte — miento. ¿Qué estoy haciendo? “Estás tratando de hacer sufrir y de vengarte de algún modo de Octavio sin importarte que te expongas o que él no esté aquí” Otra vez la estúpida voz de mi cabeza — Necesito un trago — digo de repente.

— Tus deseos son órdenes para mí — me extiende su brazo, tragando en seco, lo aceptó — el bar del hotel es fantástico. 

El reloj de la pantalla led del bar me indica que llevo dos horas hablando con este tipo, más bien él haciendo un tipo de monólogo de su extraordinaria vida; podría ser el mejor fotógrafo del mundo, pero como persona deja mucho que desear, hago un esfuerzo bárbaro por no enterrar algo en su mano cada vez que acaricia toda la longitud de mi brazo. Al menos los tragos calman mis desastrosos nervios — ¿Quieres caminar? — no, no me apetecía pero acepté.

Al menos los tragos no habían sido lo suficientemente fuertes para turbar mi noción y pensamientos, pero sí los suficientes para estar más irritable — Eres hermosa, ¿Te lo han dicho? — una sorda risa se me escapa.

— Soy modelo, lo escucho muy seguido — Me interesa muy poco si mi tono es grosero o pedante.

Al parecer no se inmuta por mi respuesta, ya que sigue con su intento de conquista sin parar. No hay nada que aburra más a alguien que le repitan lo espectacular que es cada dos por dos, odio la adulación, cuando me decido a acabar con esta situación tan incómoda una silueta aparece.

¡No puede ser! Mi mente está empeñada en hacerme delirar, dejo de escuchar lo que sale de la boca de mi acompañante para observar detenidamente la silueta del hombre que camina muy rápido hacia el lugar donde estamos. Cuando la luz brillante de la luna se refleja en él dejando ver su rostro y todo su cuerpo, es un espejismo, me digo, espabilo muchas veces tratando de borrar lo que estoy viendo, pero no desaparece, lo veo de nuevo y claramente es él, mi corazón empieza a latir desbocado ¿Qué está haciendo aquí? ¿Cómo supo dónde estaba?

Sin embargo, está aquí y viene caminando frenéticamente directamente a mí, puedo decir que en menos de un minuto tendré su delirante presencia ante mis ojos.

No obstante, tengo la certeza que ya me vio y que tiene claro que yo sé que está aquí, el dolor que arde dentro mío se disfraza de fuego de dolor y venganza.

Cierro los ojos para convencerme de que es una buena idea, alzo mis brazos y los cuelgo en el cuello de Edward, me guindo de él, aguantando la respiración, pego mi boca en la suya.



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En el texto hay: pasado, romance, amor

Editado: 19.09.2022

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