¿fuiste tú?

Capitulo 4

Capítulo 4


 

Ahí estaba yo frente a un mar de gente intentando superar un miedo más; mostrar mi cuerpo. Ser una modelo siempre estuvo lejos de mis sueños, es más, nunca se me paso por la cabeza.

Caer en este mundo fue una casualidad que quise abrazar como sea a pesar de todos los demonios que traigo dentro.

— ¡Es el momento! — escondo mis manos de la vista de todo el equipo. — Bata abajo — mi primera sesión en ropa interior, respiro profundo, no quiero que nadie pueda ver los nervios que me están invadiendo. 

— ¡Ahora! — cerrando mis ojos, contando hasta diez y con la voz en mi cabeza diciendo que soy capaz, con mis manos temblorosas desató el nudo de mi bata y le dejó deslizarse por mi cuerpo hasta caer al suelo — a la cuenta de tres te dejas ser.

Cuando accedí a ser una modelo lo hice por demostrarme que soy bonita y mi valor es el mismo a todas las mujeres; que las heridas de mi pasado, las heridas de una noche terrible no estaban en mi piel, que no puedo ser yo quien me juzgue de algo que no es mi culpa.

— Un, dos y tres — las potentes luces blancas de los reflectores más los flashes de las cámaras empezaron a caer encima de mí — Vamos Lilian… —   me sentía descubierta, como un libro abierto, como si todas las personas que tenía de frente pudieran leer las cicatrices de mi cuerpo.     

Con cada flash me sentía fuera de lugar, no podía soportar que todos se enteraran del dolor de mi alma.

— De frente a la cámara Lilian — no estoy siendo lo que se espera de mí, estoy llena de pánico.

— ¿Qué pasa? Mira a la cámara, sonríe, sexi ¿Lilian? — todos empiezan a hablarme al mismo tiempo logrando que yo pierda el control.

Ignorando todos los gritos, salgo corriendo a mi camerino, sin ser consciente de mis actos, me pongo mi ropa y salgo disparada, al salir me encuentro con mi amiga, no quiero estar con nadie, la ignoro y empiezo a correr lejos de todo.

 Estando en la calle no tengo un rumbo fijo, y eso aumenta la desesperación que estoy sintiendo; mi cabeza no deja de reproducir las imágenes de esa noche. Los pocos recuerdos que tengo de ella no son muy exactos, y como es habitual el miedo se apodera de mí, miro al cielo y al ver que está anocheciendo siento miedo, mucho miedo, mis pies tienen vida propia, mis ojos se llenan de lágrimas.

— ¿Señorita? — una voz habla — ¿Señorita Sousa? ¿Lilian Sousa?. — Al escuchar mi nombre completo detengo mis pasos y busco a la persona, la sorpresa es grande cuando frente a mí está el doctor de Nina. — ¿Se siente usted bien? — lo miro por tres segundos, sus ojos grises me estremecen el corazón, su voz hace que mi cuerpo tiemble, esta es la tercera vez que lo veo y no entiendo por qué me hace sentir esas cosas.  

— Adiós… — solo esa palabra puedo decir, no me siento capaz de decir otra cosa sin mostrarle todo lo que estoy sintiendo.

— Detente… — dice para después sujetarlo del brazo con su mano — ¿Estás bien? ¿Qué haces por aquí? —

Su tacto quema como un hierro caliente — ¡Suéltame! — al escuchar el tono histérico de mi voz me suelta — Gracias.

Al dar vuelta mi cuerpo me doy cuenta de que estoy muy cerca de la clínica, no recuerdo cómo fue que llegué aquí, sigo caminando dejándolo ahí, necesito huir de lo que me hizo sentir con exclusivamente mirarme.

No entiendo por qué cada calle es un poco más oscura.

Veo una sombra en una esquina de la calle, el pánico me recorre, me quedó estática sin saber qué hacer, el miedo es el sentimiento más horrible que se puede experimentar; vivir con miedo es no tener vida, siempre estoy llena de miedo, del miedo que se repita, que me vuelvan a hacer daño.

— ¡Sube! — otra vez esa voz — Sube mujer… — no me muevo, solo soy consciente de la sombra que hay a unos pasos de mí — ¡Lilian! — su grito con mi nombre me espanta.

Lo veo salir del auto y venir hacia mí, se quita su chaqueta, la pone en mis hombros y me mete a su auto.

Esa fue la primera vez que estuvimos solos, la primera vez que me rescato, que me ayudo, que me salvó, aquella primera ocasión juntos me sentí protegida, aunque fue por un tiempo limitado, me sentí segura con él.

La oscuridad de la habitación me indica que a un es de noche, tal vez sea de madrugada, amo esa hora, la tranquilidad y soledad que ella brinda. 

Mi alma golpeada me pide que salga de la cama, con mucho cuidado salgo de ella tratando de no molestar a mi jefe, cuando mis pies están en la fría losa, un escalofrío me recorre, siento su presencia, mis sentidos se ponen alerta; empiezo a revisar cada rincón de la habitación, no hay nadie en este mundo que lo pueda sentir como yo. Es como un superpoder que tiene mis sentidos.

Y lo encuentro en una esquina, sentado en el suelo cobijado por la oscuridad.

— Nena… — se pone rápidamente de pie — Mi amor… — sus apodos de amor duelen, duelen mucho.

Tenerlo enfrente solo me hacía anhelar despertar de esta espantosa pesadilla, el hombre que estaba frente de mí, era el mismo a quien amaba con todo mi ser y el mismo a quien le debía mi mayor sufrimiento.



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En el texto hay: pasado, romance, amor

Editado: 19.09.2022

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