¿fuiste tú?

Capitulo 8

Capítulo 8

— ¿Octavio? — Oh, ¿No estaba dormida? Con mis ojos le mando señales a la mujer que aún sigue agarrada de mi brazo para que me suelte, cuando lo hace cuento hasta tres para ver a Lilian. 

En su rostro deja reflejado que está molesta, no deja de mirar a la mujer.

— ¿Es ella? — en definitiva, no solo su color de pelo es imprudente, sino todo en ella — ¿Es tu mujer? 

Lilian alza su ceja izquierda — Hasta hace un minuto si — contesta de forma irónica.

Obviamente, este momento se puede prestar para un malentendido que puede afectar más nuestra fracturada y dolorosa relación. Y la verdad no podría juzgarla, a veces hay situaciones embarazosas que pueden mostrar la verdad como una mentira; y para mi mala suerte ese era mi caso en estos momentos.

— Eres, nena, eres. — Dudando a que me desprecie o huya de mí como últimamente hace, me pongo a su lado y envuelvo su cintura con mi brazo.

Su mirada no esconde que está analizando a la tercera persona con nosotros, puedo sentir lo nerviosa que esta, hundo un poco mis dedos en su cintura haciendo que me mire, durante los últimos días poco a poco me he dado cuenta de que algo en los dos está roto. 

Ese amor por el que tanto luche, ese amor que le quise mostrar le falta algo, algo que se fue y no sé cuándo. Y mucho menos sabia si lo iba a recuperar.

Sus ojos llenos de angustia se encuentran con los míos, ojalá pueda ver todo el amor que siento por ella.

— ¡Guao! Él tiene razón — ¿Aún sigue ahí? Por qué no se iba y dejaba de meterme en líos, ahora todo está en mi contra ante los ojos de la mujer que amo. — Eres hermosa.

Un poco espantada se gira a ella — ¿Gracias? — creo que fue de pregunta.

— Pareces sacada de un cuento — no deja de sonreírnos. — Me voy, no quiero incomodar, de nuevo gracias por rescatarme, no sé qué hubiese pasado sin tu ayuda — se queda en silencio un par de segundos — no podría vivir con el trauma de alguien abusando de mí. 

Aquella señorita desaparece y  sin darnos cuenta, el tono del ambiente cambio.

Un silencio infernal es que nos acompaña — Vamos a dentro — mis palabras la sacaron de la ensoñación en la que se encontraba. Se suelta de mi agarre con rapidez y corre dentro de la habitación.

Respirando pongo en la puerta el mensaje de no molestar y entro en la habitación, la incertidumbre de su comportamiento hace que mis pasos sean lentos, pausados y medidos, la habitación solo está alumbrada por una débil luz proveniente de una lámpara en la mesa de noche.

— ¿En qué la ayudaste? — su voz retumba de la nada, busco su silueta.

Esa respuesta la dudo, inventar algo no me ayudaría en nada, por lo que prefiero decir la verdad.

— Le quité de encima un hombre que la estaba molestando. 

— ¿Por qué? 

— Porque tenía que hacerlo. —  Esperaba otra pregunta en vez que esta ráfaga de silencio.

Me acerco al rincón donde está — ¿Siembres has sido el héroe en medio de la noche? — dice antes que me esté junto a ella, mis pasos se detienen al escucharla, sus palabras las siento como un baldado de agua fría, siento que me está tratando de decir algo. 

— No — mi voz es ronca — no siempre he sido el héroe Lilian.

Antes que pueda decir o hacer cualquier cosa, estiro mis brazos y agarro su cuerpo con fuerza y la pego al mío — ¿Me odias por no ser siempre el héroe? — no dice nada. 

Se queda quieta como una muñeca en mis brazos, la levanto del suelo y camino hacia la cama, la acuesto en ella, me quito los zapatos y la camisa para acostarme a su lado.

Arropo nuestros cuerpos y la abrazo fuertemente, en ese instante llora, llora como si la vida se pudiera ir en este momento, es ahí cuando una verdad obvia se abre ante mis ojos, ella sabe algo, y no es capaz de enfrentarme.



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En el texto hay: pasado, romance, amor

Editado: 19.09.2022

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