¿fuiste tú?

Capitulo 10

Capítulo 10

 

— ¡¿Dónde está?! — mi cuerpo adolorido intenta moverse al escuchar esa voz tan conocida — ¿Lilian?

Como siempre, la única que estaría conmigo en la noche más difícil de mi vida era ella, en mis hombros tenía una chaqueta, que tuvo que haberme dado algún policía.

— Ahí estás… — al verla, lloro, lloro por todo. 

Hace una hora había despertado en una asquerosa patrulla, sintiéndome morir, me dolía cada parte de mi cuerpo. Y enseguida me vi rodeada de muchas personas haciéndome un montón de preguntas, a las cuales no tenía mucha respuesta, solo recordaba alguien persiguiéndome nada más. Después fui llevada a una estación de policía y de ahí un instituto de medicina legal.

— ¿Estás bien? — me abraza, pero no soy capaz de responder, ni el abrazo ni la pregunta. — Mi madre y Bill están hablando con los médicos y la policía, muy pronto nos iremos.

Quería dormir y no despertar, desaparecer, como viviré en este mundo que ya no confío, donde el peligro asecha.

 

La mujer de cabello azul, a la cual ya le sabía el nombre para identificarla, me seguía mirando fijamente, su explicación del trabajo que íbamos a ser juntas fue escasa y rápida.

— Tener un hombre así debe ser una maravilla.

Quiere seguir, está empeñada en hablar de algo que no debe, lo que más me da rabia es su sonrisa, una maldita sonrisa soñadora, ¿está soñando con Octavio despierta?

En mi cabeza no deja de aparecer los recuerdos de aquella noche en la comisaria, después de un humillante examen médico, sentada ahí en una esquina, creía que ya no merecía vivir. 

Tragando en seco y mostrando naturalidad busco en mi bolso una gafas de sol y me las pongo.

— Deberías de omitir ese tipo de comentario.

— Te molesta que digan cosas de tu novio. 

Qué rápido me había bajado de mujer a novia, si aún no hemos empezado a trabajar juntas no imagino como seria.

— No me molesta, es un hombre digno de mirar, está guapo, pero aquí estamos trabajando — Me levanto de la mesa y la dejo sola.

Salgo a la terraza del restaurante donde está mi querido Christian hablando por teléfono ¿De dónde sacaría esa mujer?

— ¿Por qué no me consultaste a quien ibas a contratar como mi entrenadora?

Pone su mano en mi cara para callarme — ¡Te estoy hablando Christian!

Me ignora — No me cae bien Rose — sigue con su mano en mi cara tratando de apartarme de él.

Ya que no estoy siendo escuchada le muerde la mano — Ah… ¿Qué pasa contigo?

Ahora soy yo quien lo ignoro y aprovechando su distracción le arrebato el celular — ¡Hola Joel! — saludo a su novio. 

— Lilian, hola belleza, ¿cómo estás? 

— Bien Joel, me encanta hablar contigo, pero necesito a tu novio, el sábado próximo es mi primer desfile, te espero — Y cuelgo.

— Aún soy tu jefe… — se queja cuando le paso el celular. — Sabes lo difícil que es no tenerlo cerca.

— Calma, lo invité a mi desfile — rápidamente vuelvo a eje del problema — ¿De dónde has sacado a esa mujer? 

Me toma del brazo y me arrastra a la playa — ¿Cuál es el problema?, solo las has visto cinco minutos, es la mejor, ella es atleta, es la ideal, ya he trabajado con ella.

—  No, no lo es… desde que te fuiste exclusivamente me hablo de lo maravilloso que es Octavio.

El muy tonto se ríe y me abraza — Mujer, dame un break, vas a toda, unos días lo odias y otras lo celas. De todos modos acaso lo conoces.

— Sí, piensa que es un caballero andante — sintiéndome una estúpida, me alejo de mi jefe y salgo corriendo. — Y no lo es, él no es ningún héroe ¡No lo es! Él hace mucho daño.

No controlo nada de lo que estoy diciendo, dejo que el dolor, el trauma y el engaño lo hagan. Yo soy un despojo de mierda, me siento tal cual como hace más de siete años.

Me afecta que él le haya ayudado, y no por el hecho de la ayuda, nadie se merece vivir una experiencia así, yo lo sé más que nadie.

Aun así, conmigo que paso, que paso esa noche, porque me hizo tanto daño. ¿Por qué fue él? ¿Por qué? 

Los pocos recuerdos que tengo de esa noche oscura se apoderan de mis pensamientos, vuelvo a sentir el miedo, la angustia. 

— ¿A dónde vas? 

Escucho a mi amigo gritar y es cuando me doy cuenta de que estoy corriendo desesperada como aquella noche.

El sol ardiendo quema mi piel, los rayos del sol no me dejan ver bien, así que solo corro y corro, pongo mi mano en el pecho al sentir un dolor. Una vez más sé que estoy cayendo en un abismo, pero esta vez no me siento capaz de salir de ahí.

— ¡LILIAN! — es él, como hace para siempre encontrarme, al escuchar su voz, lo que provoca en mí que las suba la roca más rápido — ¿Qué haces? 

Ir a nadar, quiero nadar, tirarme al agua salada y flotar.



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En el texto hay: pasado, romance, amor

Editado: 19.09.2022

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