Fundum

Capítulo 4

Diana buscó la manera de escapar de las llamas que se apoderaban de la cocina. Miro en el pozo por última vez y dejo caer el crucifijo, menos la imagen del divino niño. 

Corrió rápido hasta la sala y volvió a encontrar al señor Wessmer, quien abrió la puerta de enfrente y salió corriendo rumbo al potrero donde estaba el otro pozo, el que utilizaban los Moncada para aguar los borregos y las vacas. 

Diana lo siguió  sin temor hasta el potrero. La oscuridad empezaba a apoderarse del pueblo. No distinguio a su mamá y al vuido a lo lejos y continuo. 

Ella vio al señor Wessmer dejarse caer a lo profundo del pozo como si fuese la hora de descansar. 

"Ahí se esconde, esa es su cueva" pensó Diana. Todavía la aterraba el hecho de que volvería y la muchacha tuvo ese miedo hasta que cumplió los veinte cinco años. Después del temor vino la rabia y el odio por matar a aquel ser abominable salido de las tinieblas. 

 

                                          ***

Los bomberos nunca llegaron  a hecharle agua al incendio. Los pobladores de Trinchera se las arreglaron para jalar cubetas para intentar apagar el fuego que se extendió hasta la hierba seca de los potreros. 

—¿Por qué no me dijiste la verdad? Pregunto Marta enfadada. 

Diana no le contesto la pregunta y ninguna de las otras que le hicieron. 

—Todos se quemaron. Dijo y después no pronunció otra palabra hasta que llegó a su casa y empezó a culpar a su mamá por no haber acompañado a Eme afuera. 

Los adultos lo sabían y nunca se atrevieron a comentarle a sus hijos. Que los Moncada practicaban magia negra y que los trabajadores desaparecían de la nada y las cabezas de ganado aumentaban su número. 

Años más tarde Marta se lo contaría todo. La maldición a la que estaba condena la comarca. 

—Los Moncada hicieron un pacto con esa cosa. Les daría el poder de transformar personas en borregos y en vacas, en animales y a cambio le darían sangre mucha sangre para comer.  

Diana Sánchez la escucho atenta, mientras la sensación de miedo la volvía a invadir. El señor Wessmer iba a regresar cuando se cumpliera el plazo de diez años y el hambre lo trajera de retorno a las calles de la comarca. 

Aquella noche de 1994, cuando la finca o Fundum como la habían bautizado los Moncada quedó convertida en cenizas, Diana no durmió tranquila. El rostros del señor Wessmer, los gritos de Oscar y los cadáveres de las niñas la mantenían en una velada horrenda. Se culpo los siguientes días de la muerte de Eme y de su amigo. Oscar no tenía papá y su madre Ausiliadora nunca le dio buen trato. 

En las madrugadas se despertaba mencionando a Oscar y el ladrido de los perros la hacian recordar la madrugada en que Eme desapareció. 

 

 

 

 



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En el texto hay: terror muerte y vampiro

Editado: 12.12.2022

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