Furia

Capítulo 6.

Habían pasado unas horas desde que los Radicales se fueron del campamento tras intercambiar una charla con Roderic a solas. Me encontraba en la puerta de la cabaña del líder, trataba de controlar los nervios mientras esperaba porque me comunicasen cual sería mi escarmiento, mi primer instinto según salieron los tarados por la puerta no fue otro que hundirle el hocico a Roderic de un sonoro y seco puñetazo.
Aquella bestia que ocultaba en mi interior había tomado el control y recuerdo más bien poco del momento, sólo recuerdo una voz desde el fondo de mi cabeza exigiéndome el control y estaba tan abrumada con aquella escena que simplemente se lo cedí a la bruma rojiza que invadía mi cerebro. Según me contó más tarde Mafi, había saltado de entre los brazos de Dakota tirándole al suelo en el proceso, y me había abalanzado como un animal sobre nuestro cabecilla y que no había sido un puñetazo, dijo que le había dado una soberana paliza y que nadie intervino porque pensaban que en parte la merecía.
Lo siguiente que recordaba era a Dakota alzándome entre sus brazos, separándome de un Roderic lloroso y cubierto de escarlata, recordaba los murmullos y los gritos horrorizados de los críos, el inconsolable llanto de Paola, la hija de la difunta María. Entre Zac y Ángel se llevaron en volandas a Roderic en una carrera a la enfermería y al grandullón arrastrarme en dirección el mar nuevamente. Entre todo aquel caos que no entendía no pude tener un pensamiento menos irracional que el de admirar las zancadas que daba sin la muleta y conmigo a cuestas, como si estuviera como nuevo.
Nos quedamos en silencio observando a las olas morir en la orilla, el sol calentaba cada vez más y Mafi apareció al cuarto suspiro que abandonó mi boca diciendo que requería de manera urgente.
En aquel momento, miré mis manos aún con sangre seca y mis nudillos destrozados, estaba totalmente ajena a todo ello, era como si aquel dolor que sentía en mis manos no debiera pertenecerme, como si me hubiera apropiado del cuerpo de otra persona pues no me sentía cómoda en mi propia piel, no me sentía yo.
Los gritos en el interior cesaron y entonces la puerta se abrió de un golpe dejando ver a una sombría Mafi, me hizo una señal con la cabeza que interpreté como un: ‘’entra’’.
Yo apretujé una mano contra la otra y tragando saliva obedecí en total mutismo, en el interior se encontraba un Roderic de mirada furibunda postrado en su cama de gran tamaño, nada que ver con la mía hecha completamente de hierro y un fino colchón que parecía una esterilla de yoga. Le habían lavado y curado, pero eso no conllevaba que tuviera mejor aspecto… estaba totalmente hinchado, tenía ambos ojos morados y conseguía mirarme a través de finas rendijas, la nariz estaba rota, el labio y la ceja derecha tenían puntos, se le veía que le costaba respirar y se agarraba el costillar izquierdo por lo que apostaría que algo más ocultaba bajo la camisa verde oscuro que llevaba puesta.
- ¿Y bien? – Graznó al ver que nadie abría el pico.
- ¿Y bien qué? – respondí, pues no sabía muy bien que decir.
- ¡¿Qué coño es lo que ha pasado?! – exclamó, compuso una mueca de profundo dolor y respiró entrecortado tratando de recuperarse.
Me encogí en el sitio y cavilé, podría decirle aquello que quería escuchar, podía arrastrarme un poco por complacerlo, pero no recordaba nada de lo que tuviera que estar arrepentida, no podía pedir disculpas por algo que no sentía…
- Yo creo que está en shock, Roderic – Trató de aplacarlo mi compañera de enfermería – Ella no es así de violenta, tú lo sabes… Ella es dulce, tierna como un gatito. ¿Recuerdas cuando la encontramos entre la batalla del campamento de Ciga? – continuó en su intento de hacerle entrar en razón – Estaba echa una bola en el suelo, se le marcaban todos y cada uno de los huesos… Estaba tan débil, parecía tan pequeña…
- Y la debilucha me ha apaleado como a un perro – gruñó.
- Lo que quiero decir, es que las circunstancias la han llevado a entrar en un shock, ha sido una escena muy dura, Roderic. No creo que fuera siquiera consciente de lo que estaba haciendo, ¿verdad, Bella?
Alcé los ojos y miré en su dirección, cerré mis manos en puños y no pude evitar la mueca de dolor al hacerlo ya que me estaban matando los nudillos abiertos, miré entonces al líder y me limité a asentir, no me sentía con ánimos de decir nada.
El silencio se hizo pesado durante los siguientes segundos en los cuales ninguno apenas respiraba, las tablillas del suelo se me hicieron repentinamente interesantes y comencé a contarlas: 1,2,3…
- Aun así, no podemos dejar esto suelto - …12, 13, 14… - Vas a pasar unos días en aislamiento - …20, 21… -, te vamos a racionar a lo justo las comodidades como la cabaña, la comida, medicamentos… - … 24… - vas a hacer turnos dobles en cualquiera que sea el trabajo que se necesite y veremos sin con el tiempo vuelves a ganarte la confianza, entonces y solo entonces, empezaras a ir recuperando los privilegios de los que disponías. ¿Eso sí lo entiendes? – masculló entre dientes, volví a asentir sin mirarle a los ojos. – Quiero que quede claro que no te echo del campamento porque nos haces falta en la enfermería, pero ten claro que, si hay algo que no me guste, estaré más que encantado de que me pongas una sola excusa para poder hacerlo.
Tragué saliva y miré de reojo a Mafi, estaba tensa como un palo, pero tampoco se atrevía a abrir la boca en aquel momento, la tensión se podía cortar con un cuchillo de untar mantequilla.
- Ahora iros a tomar por culo de aquí, no quiero ni veros a ninguna de las dos. – Rodó sobre sí mismo en la cama y se tapó hasta la cabeza con la manta al tiempo que emitía un pequeño gemido dolorido.




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