Con sinceridad diré que no me fue difícil asimilar la imagen de mi compañero tendido en medio de la calle, con múltiples heridas en rostro y cuerpo.
Me pidió que omitiera la ida al hospital, por lo que supe que en algo poco legar andaba metido.
– ¿Y bien?- pregunté a la mañana siguiente.
–¿ Qué haces aquí? Tienes clase- esquivó mi pregunta.
– ¿De verdad piensas que te iba a dejar solo en ese estado? Es viernes, solo son dos horas, así que no hay lío.
El chico asintió y volvió a cerrar los ojos.
El día anterior cuando había tenido que quitarle la ropa para revisar sus heridas, me había dado cuenta de que aunque tenía un físico espectacular asociado más bien con alguien con unos añitos de más, cuando su identificación cayó al suelo me sorprendió el leer que tan solo tenía 18 años.
Aún era un niño.
-Creo que te lesionaste algunas costillas, por suerte no perdiste ningún diente y tu rostro parece haber pasado por un panal de abejas asesinas.
Dejó escapar un leve quejido.
>> Toma un poco de agua, necesitas mantenerte hidratado- acomodé su cabeza en mi regazo y le hice tomar el líquido.
Sabía lo suficiente de golpes como para identificar los medicamentos que le aliviaría el dolor y de paso desinflamaría sus músculos maltratados.
-¿Por qué me ayudas?- preguntó entrada la tarde cuando le leía un libro.
Ese gusto lo compartíamos.
- Porque eso hacen los amigos... A parte de que me recuerdas a mis hermanos. Siempre dando guerra.
Él intentó reír, pero se rindió cuando sólo logró que el dolor se intensificara.
A eso de las 9 intentó levantarse.
-¿Qué demonios haces?- le regañé impidiendo su objetivo.
- Lo que debo hacer- volvió a intentar levantarse.
- Moisés, no llegarás a la puerta, debes descansar. Cuando te sientas mejor pondrás orden a lo que sea que tengas pendiente- pero lejos de aceptar mis palabras, siguió insistiendo en levantarse.
Comenzó a llorar cuando una y otra vez lo hice tenderse en la cama.
-¡Demonios!- murmuré estrujando mis ojos con las manos- dime quién es y cuánto le debes.
-Maia yo...
- Vamos Moisés, confía en mí.
- Me van a matar- susurró con desesperación.
-No. No lo harán. Solo dime a dónde debo ir.
Y finalmente aquí me encontraba yo, casi a media noche, caminando por senderos de la ciudad desconocidos con la única intención de salvar a un casi desconocido de una muerte segura por andar en malas compañías.
Finalmente comencé a ver qué jóvenes de ambos sexos caminaban a paso rápido en una dirección.
Por lo menos no me había perdido.
- Hola- saludé sin quitarme la capucha de la cabeza- necesito hablar con Vincent.
Los dos guardias que custodiaban la entrada se miraron entre ellos para luego darme una mirada valorativa.
-No eres del tipo de Vincent, a él le gustan con menos ropa.
¡Iugh! Asqueroso.
-¿ Crees que con este frío del demonio voy a mostrar mis atributos?- ojalá y esto funcionara.
Tras lo que me pareció una eternidad, uno de ellos desapareció tras la puerta y cuando regresó, me indicó con un movimiento de la cabeza que le siguiera.
La fachada realmente era una buena estrategia puesto que, lo que por fuera parecía una fábrica abandonada, por dentro era todo lo contrario.
Un enorme pasillo en la oscuridad guiaba a un salón inmenso donde la música retumbaba a todo volumen.
Los gruesos muros brindaban una coartada perfecta para evitar que el sonido escapara del lugar.
Tras esquivar a un montón de personas bailando entre sudor y drogas, subimos por una escalera en caracol hasta detenernos frente a una enorme puerta de roble; el hombre que hasta el momento había sido mi guía me tendió una pañueleta con la parte inferior de una calavera estampada.
- No sé en qué demonios estás pensando niña. Pero por tu bien, no te la quites hasta que estés lejos de este lugar.
Hice lo que me pidió.
Seguidamente tocó la puerta y de inmediato me mandó seguir.
Todo estaba oscuro, instintivamente mi cuerpo se puso en alerta. Cuando una luz neón se encendió de repente, no pude evitar posicionarme en modo defensa-ataque.
-Vaya, vaya. Yo sí dije que hoy no había pedido visita. Y por lo visto no tienes intenciones de comenzar a quitarte las prendas para apreciarte mejor- la voz parecía venir de todos lados por lo que me encontré girando en el mismo puesto, alerta y lista para atacar.
>>¿Qué hace una dama con tu carácter por estos lados?- continuó.
- Buenas noches- saludé intentando sonar segura- verás, tengo un amigo que se la pasa por estos lados según tengo entendido... Ayer no le fue muy bien...
-¡Oh! Hablas de Moisés ¿Verdad? Gran chico, se me estaba haciendo raro no verlo aún. Es muy puntual.
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Editado: 06.10.2018