Como pueden apreciar, cuando quiero algo, lo obtengo. Aunque en este caso no estoy muy segura de que salga bien librada.
-¿Segura que quieres hacer esto?- preguntó el guardia que me había guiado hasta Vincent en un principio.
-Solo dime ¿Usan vendaje?- levanté mis manos en su dirección. Negó con la cabeza.
-Si no traes, no usas- explicó. Debí suponerlo.
Ambos no encaminamos hacia la salida del pequeño salón que me habían asignado para prepararme.
Así que tras quitarme la sudadera y quedar en top, me dispuse a seguirlo por otro de los múltiples pasadizos que tenía ese lugar.
-Debes saber que aquí no hay competencias femeninas y aunque hice lo posible por buscarte un competidor menor, solo estaba Fury y su grupo.
-¿Quién?- pregunté confundida. Aunque el nombre me sonaba de algo.
-Una chico bastante bueno en esto, está resentido por las a... Creo que estoy hablando de más- cortó- de todas formas su mejor amigo entra al round contigo.
-¿Por qué te preocupa una desconocida?- me atreví a preguntar cuando estuvimos frente a la puerta que seguramente daba al cuadrilátero.
- Escuché tus motivos y... Cuando te vi, me recordaste a mi hija. Espero me perdones por mi actuación de mirón, pero aquí debemos tener cuidado- bueno, al parecer el grandulón tenía buenas intenciones.
Abrió la puerta y el ruido golpeó con fuerza mis oídos.
-¡POR ESTE LADO TENEMOS A IIIIISAK!- gritó una voz por el micrófono en alta voz.
-Ten cuidado, él es bastante bueno- el guardia me puso las manos en los hombros, pero yo me encontraba pensando en otra cosa.
Verán, conocía al chico del cuadrilátero, él y otros cuatro chicos conformaban el squad dirigido por Fury.
Y Fury era el chico más raro de mi universidad.
O sea, yo era rara por ser solitaria, malgeniada, tener una beca y vestir como chico, pero Fury... Bien, Fury no era raro.
Él era peligroso.
No era el típico bad boy. Era un chico bastante agraciado que pasaba con su grupo y llamaba la atención.
No hablaba mucho y no se metía en líos como sus amigos, pues aunque estos solían llegar a la universidad con moretones, Fury siempre permanecía impecable, taciturno y apartado del resto del mundo.
Sin embargo, tenía un aura. Algo que le delataba, algo oscuro que te hacía pensar dos veces el meterte en su camino.
Incluso las chicas más alegres solían evitarlo. Contrario a lo que sucedía con el resto del grupo.
El líder solo hablaba con su grupo, el resto era ignorado.
Así que por eso me sonaba el nombre. Nunca me había cruzado en su camino, prefería mantenerme lejos del drama.
-Asi que a esto se dedican- murmuré más para mí que para el grandote a mi lado.
-¿Qué?- preguntó este confundido.
-Nada, solo... Creo que fue una buena idea lo del pañuelo en mi rostro.
-¿Por qué?- preguntó con algo de extrañeza.
-Porque los conozco de la universidad y ya que me los voy a ganar de enemigos, prefiero que no interfieran en mis actividades diarias.
El grandote asintió.
Tras checarme en un espejo de cuerpo completo que había junto a la puerta (vaya narcisismo el de los hombres en este lugar) pude notar lo mucho que había cambiado desde que me mudé.
Estaba un poco más delgada pero tenía la misma fisionomía de la deportista que era antes.
Las trenzas en mi cabello le daban a mis ojos mayor resalte y aunque quisiera negarlo, estaba nerviosa. Había pasado mucho desde la última vez que me metí en una pelea y aunque siempre defendí a mis hermanos pequeños, prefería las soluciones diplomáticas.
Si tenía suerte, con la pañoleta cubriendo desde mi nariz hasta mi cuello, no me reconocerían en un futuro próximo.
- Te ves ruda con la calavera- mencionó el guardia con algo de humor- te la regalo.
-Genial.
-Muy bien, vamos- dijo y se internó entre la multitud.
-Y POR ESTE OTRO, TENEMOS A UNA NUEVA COMPETIDORA. VEAMOS CUANTO AGUANTA.
Irónicamente todos guardaron silencio.
-Vamos viejo- ironizó quién supuse era Isak- tienes que estar bromeando- levantó los brazos pidiendo una explicación.
-¡COMIENCEN!- se escuchó una campana y el tipo, de mala gana se volteó hacia mí.
Era guapo, de eso no había duda, pero perdió mi simpatía cuando dijo:
-Es bueno saber que hoy en día existe el maquillaje, lo vas a necesitar- el chico se movía de un lado a otro intentando llevar en sus pies el ritmo de la canción de rap que se escuchaba a todo volumen- la parte positiva es que no tienes por qué dañar tu manicura.
Odiaba a los tipos con egos inflados.
Coordiné mi postura manteniendo siempre a mi atacante de frente y me acomodé en modo de defensa.
Vería qué tal se movía y cómo eran sus golpes, era fácil armar una estrategia después del primer ataque.
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Editado: 06.10.2018