Fury

Capitulo 3

- Que hiciste ¿Qué?- preguntó Moisés al día siguiente. Afortunadamente él viviría. 

-Oye, ya está- le resté importancia- ven, déjame acomodarte para que puedas desayunar.
Desafortunadamente debía compensar mi inasistencia de ayer en la cafetería y eso me tomaría el turno de media noche. 
>>Pero tendrás que compartir conmigo el 1% de las ganancias- sonreí tendiendole el fajo de billetes. 
>>No sé en qué lío te has metido-me senté al orillo de su cama- pero si fuiste lo suficientemente estúpido como para arriesgar tu trasero en ese lugar es porque te urge el dinero, así que quédatelo- Moisés me miró de tal manera que tuve que salir prácticamente huyendo de allí. 
De lo contrario me hubiese lanzado a llorar. 

En el camino a la cafetería me compré un par de vendas, gasa y antiséptico para mis nudillos. Afortunadamente solo debía servir cosas y atender, por lo que mi vendaje aguantaría toda la noche. 

Sin embargo a eso de las 11:30 de la noche, cinco chicos entraron al local. Chaquetas negras, jeans desgastados y al parecer todos se encontraban de buen humor.

Al primero que vi, fue a Isak. No pude evitar sonreír con orgullo cuando vi su ojo morado. 

Desgraciadamente pasaron directo a las mesas, lo que indicaba que debía salir a atenderlos. 

-¿Me dejas a mí?- preguntó la morena bajita que trabajaba conmigo. 
Casi, casi, pude haberla besado. 

-Todos tuyos- sonreí pasándole la carta. 

-Ojalá- suspiró ella y se encaminó a su mesa. 
Por fortuna preparó todo lo que los chicos pidieron por su cuenta, lo cual me dio la excusa perfecta para hacer aseo. 
Ya me encontraba yo bajo una mesa intentando agarrar una jarra furtiva, cuando noté que alguien carraspeaba a mi espalda. 

-Un... Momento- pedí entre jadeos golpeando con mi codo uno de los estantes en mi fallido intento de correrlo para que dejara libre la jarra. Prefería no involucrar mi mano lastimada, así que malhumorada me senté en el suelo y con mis piernas empujé la desgraciada. 
Por suerte la jarra salió. 
>>Carajo. Casi que no- apoyándome en mi mano vendada finalmente pude ponerme en pie- entonces... - comenté respirando profundamente- ¿En qué puedo servirte?- pregunté sonriendo como tenía ensayado.

Pero mi sonrisa falsa se esfumó cuando noté quién era. 
Fury sonrió a pesar de mi cambio de humor.

-Nunca había visto a alguien cambiar de humor tan drásticamente ante tu presencia- el comentario fue cortesía de Isak- a menos que te la tiraras y no nos dijeras.

El tono en el que lo dijo, realmente me hizo dar asco. Como si de ser el caso fuese digno de contarse. 

-¿En qué puedo servirles?- repetí escondiendo mi mano vendada cuando Fury detalló en ella. 

-Queremos cinco Donuts para llevar- dijo este sin despintarme. Lo cual era sumamente raro.

A ver, Fury venía a diario con su grupo a la cafetería pero nunca reparaba en mí; ambos nos ignorábamos luego de que la orden fuese pedida y despachada. 
Lo mismo ocurría con su grupo.

-Oh... Ustedes- exclamó la morena saliendo de la cocina- déjenme y los atiendo. 

Cami, la morena que trabajaba conmigo era una chica hermosa, muy dulce y servicial pero en la universidad era... Extraña. 
O sea, al parecer era tanto su afán por ser incluida con el grupo de las populares, que la mayoría de las veces resultaba siendo insoportable. 

Salí a barrer el salón y al poco tiempo escuché que la puerta se abría, justo en ese instante posé la mirada en la entrada logrando un último vistazo de Fury quién desvió la mirada hacia mí en último momento y me guiñó un ojo para luego perderse en la negrura de la noche. 
El domingo dormí hasta medio día. 

Ya el lunes en la mañana me encontraba a mitad de mi receso cuando Cami, mi compañera de trabajo se sentó a unas cuántas sillas de distancia de donde yo me encontraba leyendo un libro. 
La razón era muy obvia; las popularess se encontraban justo en ese lugar. 

Luego de eso fue difícil pasar de un capítulo a otro en mi libro cuando el montón de voces chillonas a mi lado hablaban y hablaban sin parar. 
-... que podrían asistir a mi fiesta- explicó Cami ante las chicas parlanchinas. 

Descaradamente todas ellas se reían de la morena, la cual en su ignorancia sobre la burla seguía sonriendo como si lo que ella decían fuese muy gracioso. 
Hasta que un trozo de la conversación llamó mi atención. 

-... Ahí vienen- dijo una de ellas e inmediatamente todas guardaron silencio... Porque efectivamente iban pasando los cinco.

-oh, para ellos también tengo una invitación- rió Cami con nerviosismo.

-Ellos no reciben invitaciones, donde quieren estar ahí van, así los invites o no- declaró una de ellas. 

-pues tal vez sí quieran ir- murmuró Cami esperanzada.

-Hagamos algo. Si Fury acepta tu invitación, nosotras asistimos encantadas. 
Esto no era bueno. 
Miré de reojo a Cami y pude notar su cara de ilusión. 




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