A la mañana siguiente lo primero que noté fue cuando la luz me dio en la cara y pidiéndome abrir los ojos, fue un intenso y en su mayoría agradable olor masculino.
Dejando de lado el olor a trago.
Rebusqué en mis recuerdos de la noche anterior y recordé que estaba en la misma habitación que ese chico problemático.
Un suave roce apartó el mechón de cabello que caía en mi cara.
–te dije que debías dormir en el suelo– me arrepentí de mis palabras cuando noté mi voz ronca.
–Hacía frío– se excusó.
–Deja de mirarme, me pones incómoda.
–No– fue su única respuesta. Volví a sentir sus dedos en mi mejilla por lo cual inmediatamente me giré y me senté en la cama.
Finalmente me atreví a abrir los ojos, hice mi saludo mañanero al sol y me levante.
Afortunadamente encontré un cepillo nuevo en las gavetas bajo el lavamanos, por lo que tras cepillarme me sentía un poco más limpia.
El lápiz en mis ojos estaba un poco corrido dándome el aspecto de rockera malgeniada.
Así que sólo limpie bajo los párpados y salí.
Necesitaba encontrar mi camiseta por lo que cuando tomé la de Fury y me la puse bajo su atenta mirada no pude menos que explicarle la razón.
–voy a buscar mi carpeta, apenas la encuentre te devuelvo la camisa.
Nada más salir de la habitación, supe que todo era una locura; chicos durmiendo unos sobre otros y el lugar era un completo desastre.
Llevé las manos en el cabello corto cuando noté que a menos que pusiera orden a toda esta mierda, jamás encontraría mi camiseta.
Remangué la camisa de Fury hasta mis codos y comencé mi tarea, lo más difícil era despertar a todos los amanecidos que habían en el lugar.
Sin embargo la cara de querer bronca se esfuma nada más ver mi gesto poco agradable.
Afortunadamente todo desalojaron con rapidez, ayudandose unos a otros a levantar sin hacer mucho ruido. Fui a la cocina por bolsas de basura y de paso un vaso de agua, cuando noté su mirada clavada en mi espalda.
–Llevo esperando media hora mi camisa– se quejó de brazos abiertos dándome la oportunidad de observar su pecho y abdomen desnudo. No estaba mal, o sea no era el bombón súper sexy de catálogos de playa, pero mal no estaba.
No estaba tan marcado pero tampoco tan delgado.
–Llevo esa misma cantidad de tiempo buscándola. Así que haré lo único que puedo hacer para encontrarla– él encarcó una ceja y yo levanté la bolsa de basura.
–¿Vas a limpiar?– su cara de incredulidad finalmente me hizo reír.
Su gesto se suavizó de inmediato y sonrió negando con la cabeza.
–No pongas esa cara– dije dejando el vaso sobre la mesa y comencé a desabotonarme la camisa– no me iba a quedar con tu estúpida camisa.
Terminé de quitarmela, recogí las bolsas y al pasar por su lado, estrellé la tela contra su pecho.
Era consciente de que a medida que avanzaba con mi recolección de vasos y botellas, él no paraba de mirarme, hasta que de repente arrebató una de las bolsas en mis manos y comenzó a imitarme.
Iba a decirle algo, pero su cara siniestra me hizo guardar silencio.
Puse algo de música para alivianar el ambiente y en poco tiempo habíamos recogido todo.
Solo faltaba lavar, pero yo no era de limpiar vómito ni de fregar baños. Fury seguía con su cara de si me miras, te mato, en cambio yo, estaba de un muy buen humor.
–Mencionaron que había sido una buena fiesta– comentó alguien desde la entrada llamando mi atención.
Seis tipos de una edad maso menos madura esperaban frente a la puerta de cristal con varios aparatos a su lado.
–Lo fue– respondí.
–Hicieron nuestro trabajo– Menciona otros usando su mirada en la bolsa que llevaba las manos.
–sólo buscaba algo. Pero no tengo idea de a dónde fue a parar. De todas formas hay suficiente para ustedes en los baños, la sala y las alcobas.
Solté la bolsa junto a las otras y me encaminé a la salida.
Entre más rápido llegar a la casa, más pronto me pondría una camisa. Mi caminata se vio interrumpida cuando un Jeep bajó la velocidad justo al llegar a mi lado.
Y como no, era Fury.
–Sube, te llevo– puntualizó.
Si se hubiese ofrecido amablemente tal vez lo habría considerado, pero no había sido el caso, así que tragándome algunos insultos volví a mirar al frente y reanudé la marcha.
–Vamos, no puedes andar en sostén por la calle–aventuró él.
Me encogí de hombros.
>>¿Es en serio?–preguntó molesto.
Le ignoré y crucé la calle.
Desafortunadamente un grupo de chicos venía en sentido contrario, casi pude escuchar sus piropos rebuscados, pero nada más ver el Jeep a mi lado, bajaron la mirada y pasaron de largo al reconocer a Fury como conductor.
Lo mismo se repitió por lo menos 3 cuadras más adelante. Hasta que el carro se detuvo.
Pensé que al fin se había cansado de seguirme y con una sonrisa triunfal, me dispuse a disfrutar del sol mañanero.
Cosa que duró muy poco, ya que Fury no tardó en interceptarme.
Noté sus intenciones nada más mirarme con cara de pocos amigos.
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Editado: 06.10.2018