Fue en el año 1992 cuando Kazunori Yamauchi, un apasionado del automovilismo y programador japonés, comenzó a dar forma a una idea revolucionaria: un videojuego que capturara la esencia de las carreras con un realismo sin precedentes. Esta visión se materializó en Gran Turismo, una obra maestra que no solo se convertiría en un referente en la industria, sino que también marcaría un antes y un después en la forma en que se simula la conducción virtual.
El desarrollo de la primera entrega de Gran Turismo se extendió por cinco largos años, un proceso meticuloso en el que Yamauchi y su equipo en Polyphony Digital se obsesionaron con cada detalle. Su objetivo era crear una experiencia de conducción lo más cercana posible a la realidad, incorporando físicas precisas, circuitos impecablemente recreados y una amplia gama de vehículos cuidadosamente modelados.
El resultado final no decepcionó. Gran Turismo apareció en el mercado en 1997, cautivando a los jugadores con su fidelidad gráfica y su jugabilidad adictiva. Los usuarios se vieron inmersos en un mundo virtual donde podían conducir autos reales en pistas reales, sintiendo cada curva, cada cambio de marcha y cada frenada como si estuvieran tras el volante.
Gran Turismo no solo era un juego de carreras, era una simulación. Los jugadores podían modificar sus autos con una gran variedad de piezas y componentes, ajustando su rendimiento para adaptarlo a su estilo de conducción y a las exigencias de cada pista. También podían crear sus propios diseños de autos, dando rienda suelta a su creatividad y pasión por el automovilismo.
El éxito de Gran Turismo fue rotundo. Se convirtió en la saga de videojuegos de carreras más vendida de la historia, con más de 75 millones de unidades vendidas en todo el mundo. Su influencia en la industria ha sido innegable, inspirando a una gran cantidad de desarrolladores a crear simuladores de conducción cada vez más realistas y sofisticados.