-U-no… D-dos… Tres… -mi cuerpo se siente tan frio como un cubo de hielo, mi cuerpo tiembla descontroladamente y no deja de dolerme la cabeza.
-¡Abre la estúpida puerta, Gabriel! –aporrea la puerta con tl fuerza que hace que tiemble.
-Cua-atro… Cinco… -Enfréntalo, maldita sea. Hazlo.- No puedo, o puedo, no puedo. –susurro en un hilo de voz, los sollozos provocan un escozor en mi cuerpo. De seguro tengo los ojos hinchados y rojizos, con el rímel caído.
De pronto escucho el sonido de unas llaves acercarse, después la cerradura moverse. No, por favor, no.
La puerta se abre de golpe y yo caigo hacia atrás, era donde me estaba apoyando. Agarra un puñado de mi cabello y me levanta a su altura.
-No te escaparás tan fácil, idiota. –Un segundo después estoy tirada en el suelo, la cabeza rebotó con el impacto y mi mejilla arde demasiado.
-¡No, basta, déjame! ¡NO! –Quita su cinturón del pantalón y da el primero golpe. No tengo fuerzas suficientes para enfrentarlo, me siento tan cansada tanto física como psicológicamente.
Me dejo llevar por la marea de dolor y sangre. Ya nada me importa, mi vida comienza a dejar de tener sentido para mí.
¿Qué hice mal para merecerlo?