Gabriel [saga Angels 1]

¿Mi vida una mentira?

Capítulo 3:


Estoy a una calle de mi casa. ¿Debería mencionarles a mis padres lo sucedido? ¿Me creerían? 


Deben de estar preocupados por mí, hace rato que debería de haber llegado a casa. Aunque en realidad ellos no son mis padres — claro que en ese momento no lo sabía, debo admitir —. Sé que no es fácil decirle a tu "hijo" que no eres su padre. 

Podría haber sido sincero, cuando teníamos nuestras charlas de padre a hijo, pudo haberlo mencionado. 

« —¿Gabriel cómo estuvo tu día? Debo confesarte algo, tal vez lo entiendas, tal vez no. Es difícil, pero tu madre y yo no somos tus padres. Te queremos mucho y queremos que entiendas todo esto. Ambos somos ángeles, fuimos enviados por Dios para cuidarte. Es que el Príncipe del Infierno quiere asesinarte mientras tu gracia no vuelve. Me refiero a tus hábilidades de ángel. A tu escencia como uno. Debes saber que una batalla se avecina y tú eres el único que puedes salvarnos. El único que puede salvar a la humanidad de una destrucción inmediata. Lo sé es una locura, pero no podemos seguir ocultándolo —»


Si se están ríendo lo entiendo, pero hubiera sido mejor enterarme antes sobre esto. No exagero si eso es lo que están pensando —bueno tal vez un poquitín —. Pero enterarte que tu vida es una mentira, no es nada divertido. Y menos aún enterarte que tus padres — quienes toda tu miserable vida pensaste que lo eran —  no son tus padres, sino unos ángeles encargados de protegerte del Príncipe del Infierno, de Lucifer, Satanás, Duque del Inframundo — o como mierda quieran llamarle —  quiere asesinarte. No, no es divertido. ¡Todo esto parece una jodida broma! ¡Una asquerosa broma!

Siguiendo con lo importante estaba a una calle de mi casa, claro que no imaginaba con lo que iba a encontrarme.


Llegué frente a la puerta de entrada y vi que estaba entre abierta. Eso era demasiado raro, ya que mis padres — falsos padres, debo recordar — nunca dejaban la puerta abierta. Tomé aire y entre. Quedé horrorizado con la escena que vi ante mis ojos. Mis padres yacían en suelo de la sala, sin vida. ¡Les habían arrancado el corazón! 

Y había un mensaje escrito en la pared con su sangre:


«Al fin te he encontrado, tuviste suerte de no estar aquí. Pero para la próxima no tendrás tanta suerte.

Saludos desde el Infierno. »


Tragué con dificultad. ¿Él estuvo aquí? ¿Asesino a mis padres? ¡Y escribió un mensaje con su maldita sangre! 


¡Quiere asesinarme! ¡Joder! ¡Estoy realmente jodido! ¡Esto no puede estar pasándome a mí! 


Creo que estoy teniendo una especie de ataque de ansiedad, siento que me falta el aire. ¡Mierda, mierda y más mierda! 

Subo corriendo a mi habitación, agarró una mochila y meto toda la ropa que me es posible. Estoy asustado hasta la mierda. ¡Jodido capullo! Ha logrado asustarme. ¡Hijo de puta! ¡Viene por mí! ¡Va a asesinarme! ¡Quiere asesinarme! Vale, estoy perdiendo la puta cabeza.


¿Y quién no la perdería después de leer eso?

Me cuelgo la mochila en mi hombro y bajo corriendo para salir de mi casa. Echó una última mirada a los cuerpos inertes de mis padres. ¡Lo siento tanto! Yo debí morir en su lugar, ellos no debían morir por mi causa. ¡Es toda mi culpa!


—¿Gabriel estás bien? —pregunta la voz de Miguel a mis espaldas.


¿Qué demonios hace aquí? Si no me hubiera detenido a hablar con él, tal vez hubiera llegado a tiempo para salvarlos.


Me acercó a él y lo tomo por su gabardina y lo estrelló contra la pared.


—¿¡Por qué los mataron!? ¡Si no me hubieras detenido, hubiera llegado a salvarlos! —grité demasiado alterado.


—Si te hubiera dejado llegar antes, no estarías vivo. Y él ganaría —respondió tranquilamente.

¿Acaso no le importa la vida de mis padres? ¿Acaso no tiene sentimiento alguno? ¿Es alguna jodida clase de máquina?


—¡Joder! ¿¡Acaso no te importan sus muertes!?  ¡Han muerto por mi culpa! ¡Yo debía morir, no ellos! —grité más fuerte está vez. Estaba comenzando a perder los estribos.


—Era parte de su trabajo Gabriel, ellos no eran tus padres. Eran ángeles —me mira serio. Aprieto más mis puños en su gabardina. Que hermosa forma de enterarte de que tus padres no son tus padres. Nótese el sarcásmo. 

—¿C-cómo que ellos no eran mis padres? —sueno confundido.


¿Y quién no lo estaría? 


—Ellos eran los encargados de protegerte, son ángeles. Dios los eligió, debes entender que ellos sabían que corrían el riego de ser asesinados si te encontraban —explicó en tono neutral.




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