Gabriel [saga Angels 1]

Ángeles, arcángeles y cargos en el cielo.

Capitulo 5:


¿¡Se ha vuelto loco!? ¿¡Enseñarme a luchar!? Jamás podré lograrlo, nunca en mi vida he peleado con alguien. ¡Debe ser una broma! Jodido lío en el que me he metido

—Vamos al patio trasero, ahí podremos entrenarte —ordena, con ese tono ronco que tanto le caracteriza.

Asiento con mi cabeza, aún no estoy muy convencido de esto. Será un jodido desastre. Yo soy un maldito desastre.

(...)

—Está daga Gabriel, no es cualquier daga —comienza con u explicación—. Es una daga celestial, sirve para matar demonios —me muestra la daga con la que amenazó a aquellos hombres la vez que nos conocimos.

Yo solo asiento, no confiando en mi voz para hablar.

—Debes clavarla en su pecho, eso lo matará —vuelve a explicar.

Por favor díganme que esto es una pesadilla y que pronto despertaré. ¿En serio soy un ángel?

Lamentablemente lo eres colega.

Todo esto parece un mal sueño, no parece real. El Rey del Infierno me quiere muerto, Dios me encomienda una misión, Miguel me enseña a matar demonios. ¿Se dan cuenta de lo loco que suena todo esto? ¿Acaso seguiré dormido?

Tampoco es un sueño.

Niego con la cabeza, esto es muy real. Por más loco que suene, esto está pasando. Me está pasando a mí. Maldición.

De un momento a otro me encuentro tirado en el suelo. ¿¡Qué demonios ha pasado!?

—No te distraígas, si lo haces pueden asesinarte con facilidad —me regaña Miguel—. Levántate, vamos hacerlo de nuevo —me ordenó.

¡Idiota! Pienso para mi mismo. Me levanté y me acerqué a él. Y otra vez sin darme cuenta, Miguel me ha derribado. ¡Demonios!  ¡No sirvo para esta mierda!

—¡Vamos Gabriel! Eres más fuerte que esto, tú puedes derribarme con facilida —me insita a seguir y por mi parte le maldito de todas las maneras posibles.

Vuelvo a levantarme y corro hacia Miguel para derribarlo. Pero mi intento fue en vano, ya que Miguel de un movimiento me volvió a derribar.

¡Joder!

(...)

Hace tres horas que llevó siendo derribado, no he podido derrotarlo en ninguna ocasión.
Estoy bastante frustrado y molesto. ¿Acaso no puedo vencerle? ¡Joder me rindo! ¡No puedo con esto! ¡No sirvo para esto!

—¡Ya basta! ¡Me largó! —sisee con todo el enojo que puedo.

—Gabriel aún no hemos terminado —advierte en un tono  seco.

—¡Oh, claro que hemos terminado! —le desafío—. ¡Me largó! —solté, dejando que la cólera hablase por mí.

No esperé ninguna respuesta de su parte y salí a toda prisa de la Iglesia. No pienso quedarme ni un minuto más aquí.

Caminó unas calles más arriba y entro a la Biblioteca que vi cuando Miguel me trajo aquí. Buscaré libros de artes marciales y así derrotaré a Miguel. Pateare su trasero emplumado, no sabrá que lo golpeó.

(...)

—Aquí estas —escuché la voz de Miguel y un gran alivio surco su rostro.

—Eres tú —digo sin ánimo alguno.

—Investigas sobre los ángeles —mira los libros sobre la mesa. Había venido aquí por algo muy diferente y terminé investigando sobre los ángeles.

—Sí, quería saber algunas cosas —le miré con seriedad.

—Te contaré lo que quieras saber Gabriel —acepta y por mi parte sonreí.

Asenti y esperé a que comenzará  con su diátriba.

—Después de la Santisíma Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, nosotros somos los Reyes del Universo Gabriel —comenzó con la explicación—, No existe otro poder como el nuestro, somos los representantes directos de Dios. En otras culturas somos llamados cómo los Constructores del Orden Universal, Los Arquitectos del Universo, Los Siete Iluminados —me mira y su semblante cambia a uno más serio—. Debes saber una parte de nuestra historia y como muchos de nuestros hermanos fueron arrojados y exiliados del ciel —le miro por un momento y puedo ver un atisbo de tristeza en su mirada.

—Quiero saberlo todo Miguel, no me ocultes nada por favor —pedí o más bien suplique.

—Hace mucho tiempo atrás, se acusó a varios de los Ángeles Guardianes de haberse desvíado de su misión y encarnado a la explotación, la opresión, la destrucción de los ecosistemas, la guerra del oro, la vanidad, la brujería, la fornicación y el engaño —tomó una pequeña pausa antes de proseguir con su historia—, Como gran parte de la humanidad estaba siendo aniquilada, Dios envío a sus cuatro principales arcángeles —me mira y puedo ver como su mirada se iluminó ante el recuerdo de lo sucedido.

—Sigue por favor —pedí con amabilidad, él por su parte asintió.

—Me envío a mí, a Rafael, a Uriel también conocido como Sariel y a ti Gabriel. Tuvimos que enfrentarnos a nuestros hermanos —sus ojos parecen humedecerse ante la agonía de los recuerdos—, Azazel y Semhaza fueron quiénes nos traicionaron. Ellos tuvieron hijos con mujeres mortales y crearon una raza de gigantes conocidos como Nephilim —le veo observar por el gran ventanal.




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