Capítulo 7:
Mientras tanto en el Infierno...
—¿¡Te has dejado vencer por Miguel!? —grité mientras tiraba cada cosa que había junto a mí.
—Lo siento mi Señor —se disculpó Astaroth, sin levantar su vista.
—¿Lo sientes? ¿¡Tú lo sientes!? —pregunté con ironía pura—. ¡No pidas disculpas, inútil! Gabriel aún no ha recuperado su escencia como ángel, era muy fácil traerlo. ¿¡Eres idiota, acaso!? —eleve un poco más mi voz, la rabia comenzaba adueñarse de mí.
—No volveré a fallar. ¡Lo prometo! —chilla y me mira suplicando que le de otra oportunidad. ¿De verdad lo espera? Iluso.
—Claro que no volverás a fallar —susurre—. No dejes a otros hacer lo que tú mismo puedes hacer —solté con veneno y Le regalé mi peor mirada.
—¿Irás tú por él, mi Señor? —preguntó con un leve temblor en su voz.
—Claro que iré yo, idiota. No permitiré otro error. ¡Está batalla es mía y él no la ganará! —asegure con convicción y caminé hacia fuera de la habitación.
Prepárate Gabriel, está vez no tendrás tanta suerte. ¡Iré por ti! ¡Y ganaré! ¡Claro que lo haré!
Estos días todo a estado muy tranquilo, aunque no me fió mucho de esta repentina calma. Se que él está ocultó esperando la oportunidad para asesinarme.
Miguel por otro lado esta muy confíado. ¿Acaso no siente esa sensación de que algo malo esta por suceder? ¿Será que mi escencia como ángel ya está de regreso y por eso tengo esta sensación?
Miguel asegura que el Cielo esta preparado para la batalla, solo esperan a que mi escencia regrese. Estoy seguro que cuando mis recuerdos vuelvab, algo importante recordaré.
Tengo la sensación de que es algo demasiado importante. ¿Qué es? No lo sé, pero la sensación de que es importante no desaparece. Lo que si puedo afirmar es que tiene que ver con el Cielo. ¿Tendrá alguna relación con lo que dijo Astaroth? ¿Sobre que Dios ha desaparecido? ¿Será?
No lo creo, Miguel lo hubiera mencionado. Aunque conociendo como le conozco no me diría nada y se guardaría el secreto para si mismo. Aunque tampoco ha tenido comunicación alguna con el cielo. ¿Habrá sucedido algo?
—Gabriel —la voz de Juan me obliga a salir de mi ensimismamiento.
—¿Sucede algo? —pregunté.
—Iré por comida. ¿Necesitas algo? —me mira esperando una respuesta.
—No, gracias —niego y luego agradezco el gesto.
—Nos vemos luego, entonces —se despide.
¿Sucederá algo? Nunca pregunta si necesito algo, que extraño.
Idiota, deja de pensar estúpideces y ve a entrenar.
Me regaña y ordena mi adorable consciencia.
¡Gracias por lo de idiota! ¡A entrenar! Al menos aprovecharé mi tiempo libre.
(...)
—Has mejorado —me felicita Miguel haciendo su aparición en mi campo de visión—. Pero aún así no te confíes demasiado —vuelve a su tono serio y por mi parte sonrío.
—Lo sé, debo seguir entrenando —asiento con mi cabeza.
—Ve a descansar, a sido bastante por hoy —ordena.
—Está bien papá —bromeo—. Nos vemos luego —me despido y caminó hacia mi habitación..
Entró en la ducha una vez que llego, el agua caliente es bien recibida por mis músculos cansados. Hoy entrene como nunca, es cierto que he mejorado, pero aún me falta mucho para ser un buen guerrero.
Necesitó ser el mejor, necesitó más entrenamiento. La batalla se acerca y debo estar listo para ella. De mí depende que la humanidad siga viviendo.
¿Podré lograrlo? Aún no lo sé, temo no poder hacerlo. Han puesto sobre mis hombros una gran responsabilidad. ¿Pero por algo mi padre ha confiado en mí, no?
Debería ser mas confiado, debería tenerme más fe. ¿Saben? Quisiera recordar todo, quisiera recordar mi vida como uno de los ángeles más poderosos. Los recuerdos que tengo son mentiras, porque no soy humano. Soy un ser de luz, un ser celestial. El cual le ha encomendado una importante misión: detener a Lucifer y salvar a todas las almas humanas.
¿Y Gonzalo se acordará de mí? Podría ir a visitarlo. ¿Soy idiota o que demonios? ¡Lo pondré en peligro si voy! ¿Y si nadie se entera? ¿Podría ir no? Mi escencia como ángel aún no ha vuelto, eso quiere decir que no pueden encontrarme aún.
Salgó de la ducha y me dirijo a mi habitación. Podría ir, Miguel no se enteraría y para cuando se de cuenta ya estaría de regresó. Debo ir, está decidido.
(...)
Para mi buena suerte Miguel estaba ocupado y no sé a dado cuenta que he salido. Juan aún no había regresado, así que he tenido menuda suerte y bastante tiempo.