Capítulo 11:
¿Dónde demonios esta la espada celestial?
Mientras tanto en el infierno...
Pateé cada cosa que se interponía en mi camino, estuve así de cerca de matarle. Pero Miguel tenía que aparecer. ¡Joder! Estoy de pésimo humor. ¿Pero cuando no lo estoy? ¡Exacto! ¡Nunca!
Rafael se encuentra detrás de mí, no ha dicho ni una sola palabra. Más le vale no abrir la boca, porque me olvidaré que esta de mi lado y le asesinaré. No tendré piedad.
—¿Ha pasado algo mi Lord —pregunta titubeante Astaroth, pero debe intuir alguna cosa.
—¿Tú que crees idiota? —respondí con una pregunta, casi al borde de la cólera.
Astaroth no dijo nada más, entendió que no estaba de humor para tonterías y menos para preguntas con respuestas demasiado obvias.
Entro a mi habitación y me siento en mi hermoso trono. Masajéo mis sienes, estoy furioso. ¡Estuve tan cerca de terminar todo! Tuve en mis manos la victoria y le he perdido.
Le tenía, ya era mío. Pero todos mis planes tuvieron que ser interrumpidos. ¡Maldito Miguel!
—¿Seguirás enojado? —la voz de Rafael interrumpe mis putrefactos pensamientos.
—¿Tú que crees? —le espeto—. ¡SE SUPONE QUE TE ENCARGARÍAS DE MIGUEL! —elevo mi tono de voz, tenía demasiadas ganas de matar lo que fuera y Rafael lamentablemente estaba en mi camino.
—Soy tu aliado y he hecho lo que me has pedido. Me he encargado de mi padre —dice secamente.
—¿Aún tienes el valor de llamarle padre? ¿Después de haberle traicionado? —pregunté irónico y solté las palabras con veneno.
Rafael negó resignado, estoy que me llevo mi alma, si tuviera una claro esta.
—Gabriel aún no recuerda donde esta la espada celestial y mi padre se ha comunicado con él —avisa y eso no me hace ni puta gracia.
—¿Sabes lo que debes hacer ahora, verdad? —inquiero y él por su parte asintió—. ¿Qué estás esperando para hacer tu trabajo? —le espeto con demasiado desdén.
Rafael no dice nada, solo asiente y desaparece de mi vista. Sé que no le gusta acatar órdenes, pero mientras este de mi lado deberá obedecerlas. Le guste o no.
Necesito esa maldita espada. Joder. Si Gabriel la obtiene, estaré pérdido. Y no puedo perder. ¡Perder no es una opción para mí!
Gabriel
En estos momento en la Iglesia...
—¿Espada Celestial? —eleva una de sus cejas Miguel.
—Sí —respondo—. ¿Acaso no saben que es? —me crucé de brazos y le miré impaciente por una respuesta.
—La espada celestial es un mito entre los ángeles, nadie la a visto jamás —interviene Metatrón.
—¿Entonces porque nuestro padre la ha mencionado? —pregunté—. Dijo que yo sabía donde estaba, que debía recordar —informe
—Quizás no es solo un mito y tú lo sabías desde un comienzo —murmura Metatrón más para él que para nosotros—. ¡Eres el guardián de la espada celestial! —chilla de pronto y logra que pegué un pequeño salto de la impresión.
¿Guardián? ¿En serio? Suelto un suspiro cansino, esto me esta frustrando. ¿Por que demonios nadie sabe de la maldita espada? ¿Por qué solamente yo sé su paradero? ¿Acaso esto es una prueba de mi padre hacia mí? ¡Joder tío! ¿No podías solo decirme su ubicación? ¿Por qué tanto misterio? Espero que cuando esto terminé me cuentes el porque de todos los misterios que he tenido que decifrar solo.
—¡Es solo un mito Metatrón! —se queja Miguel.
—¿Y si Metatrón tiene razón? ¿Y si yo siempre supe que no era sólo un mito? ¿Y si soy realmente el guardián? Mi padre siempre esta lleno de sorpresas —cuestioné.
—Gabriel tiene razón, nuestro padre siempre esta lleno de sorpresas, Miguel —me apoya Metatrón.
—Ahora Gabriel debe recordar donde se encuentra esa famosa "espada celestial" —interviene Gonzalo, haciendo comillas en las últimas palabras.
—¿Dondé crees que pueda estar? —curiosea Juan.
—No tengo ni la más puta idea! —me crucé de brazos, sopesando donde podría estar.
—Estamos como en el principio —musitó Miguel.
Estamos jodidos, que es diferente. ¿No podías darme una pista al menos? Algo como: "Gabriel la espada se encuentra en aquel lugar dónde te mencioné sobre tu misión." No sé, es un ejemplo. Puede estar en cualquier lugar del mundo y no lo sabemos con exactitud.
Pero claro, todo lo referido a ti debe ser un jodido misterio, ¿no? Rasco mi nuca. ¿Dónde demonios esta esa jodida espada? ¿Dónde pude haberla escondido? ¿Por que no puedo recordarlo aún? ¡Vamos Gabriel! ¡Usa tu cerebro una vez en tu vida! ¡No puedes ser tan idiota!