Gabriel [saga Angels 1]

¿Esto es un día normal para ti?

Capítulo 16:

¿Esto es un día normal para ti?


Han pasado varias semanas de nuestra visita en el Infierno y también desde que Lilith se ha unido a nosotros.

Al menos ella a cumplido su promesa, no ha vuelto a molestar ni a Metatrón ni a Miguel y eso es un alivio para mí.

¿Si nos hemos besado otra vez? Les diré que no, no soy tan tonto. ¿O si lo soy? El caso es que no hubo más besos y no los habrá más.

Hoy he decidido mostrarles a estos arcángeles como es un día como humano. ¡Les mostraré lo divertido de ser uno!

Les llevaré a recorrer la ciudad y les enseñaré a comer comida chatarra. ¡McDonald's ahí vamos!

—¿Irás vestido así? —pregunté divertido a Metatrón, era increíble.

¡Tenía puesto un traje! ¿No entendió que era ropa casual? ¡Dios mío! Nombrando a mi padre, aún no sabemos su paradero. El cielo está haciendo todo lo posible por encontrale. Rafael le ha escondido en un muy buen lugar, había que admitirlo.

—¿Hay algún problema con la ropa? —me miró serio, no comprendiendo mi reacción.

—¿Qué parte de ropa casual no entendiste? —inquiero divertido.

—¿Qué hay de malo con el traje? Miguel dijo que así estaba perfecto —se encongió de hombros.

El recién nombrado aparece y se parte de la risa viendo al inocente arcángel. ¡Lo he pillado! Le ha engañado y sólo para reírse de él. ¿Enserioo este es el Miguel que conozco?

—¿Le mentiste? —consulte, ya sabiendo la  respuesta.
 

Miguel estalló en carcajadas, afirmando mis sospechas. Será imbécil. ¡Metatrón va a matarlo! El arcángel engañado le mira furioso y hasta con ganas de matarle.

—¿Por qué te comportas así? ¿Por qué no me dijiste la verdad? ¡He quedado como un tonto! —le espeta y Miguel no deja de reír.

—No pensé que caerías —responde el otro, volviendo a su tono tosco de siempre.

—Ve a cambiarte Metatrón y dile a Gonzalo que te ayudé a buscar la ropa indicada —pedí, interviniendo antes de que alguien terminará muerto.
 

Metatrón se va echando humo por las orejas y por mi parte miro de mala manera a Miguel, quien se hace el tonto. Idiota.

(...)

Nos encontramos en el parque de diversiones. ¡Los haré subir a la montaña rusa! ¡Esto será genial! Será una experiencia que no olvidarán jamás.
 

Compro unos boletos y los arrastró hasta nuestro primer juego.

—¿En serio subiremos a la montaña rusa? —chilla emocionada Lilith.

Sí, he traído a Lilith. Insistió demasiado y no pude decirle que no. Lo sé, soy muy fácil de influenciar y convencer.

—Parece ser que si —gruñe Cassiel.

Sino quería venir. ¡¿Por qué demonios está aquí?! ¡Joder! ¡Que tío más irritable!

Le regalo mi cara de pocos amigos, en cualquier momento perderé la paciencia y lo mataré por arruinar este día.

—¡Será la mejor experiencia de vuestras vidas! —exclamé emocionado.

Ya era nuestro turno de subir, literalmente tuvimos que arrastrar a Metatrón. ¡Se asustó a último momento! ¡Maldito cobarde! Puede enfrentarse a demonios sin temor. ¿Pero no puede subir a una montaña rusa inocente? ¡Está chalado!

Una vez que nos acomodados en nuestros lugares, la diversión comenzó. Sentía a mi corazón latir desbocado ante la emoción de estar aquí, pero no pude evitar reír al escuchar los gritos terroríficos por parte de Metatrón y Miguel. Demonios, eran unos malditos cobardes. Así continuó el resto del recorrido por aquello montaña rusa.

(...)

Luego de que bajamos de aquel juego, nos decidimos a ir a los autos chocadores. Debo decir que tanto Metatrón como Miguel bajaron de la montaña hechos unas gallinas. ¡Les han dado un susto de muerte!

Por otro lado Lilith está más emocionada que nunca. ¿No le teme a nada está mujer? ¿Y Cassiel? No ha demostrado emoción alguna.

Me he resignado con él.

Colega ese tío no se divierta con nada.
 

Lo sé, es una pena que sea así de amargado.
 

Nos encontramos en la fila de los autos chocadores, parece que éste juego le emociona mucho a Miguel. ¿Raro, no? Él que siempre se muestra indiferente y serio ante todo.

Mientras esperamos estamos decidiendo si nos sentamos solos o en parejas. Aunque hay un pequeño problema, sino sentasemos en parejas uno de nosotros estaría obligado a subir sólo.

—¡Gabriel se sienta conmigo! sentencia firme Lilith y entrelaza su brazo con el mío.

¡Genial! Iba a rechazar la invitación, pero fui interrumpido:
 




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