Galletas de Navidad

El Milagro de las galletas de Navidad

 

 

Es 1 de diciembre y hoy vamos a visitar a mi nonna Mimi, que es la madre de mi madre. Cuando la veo, pareciera que hubiera salido de un libro de cuentos, con sus ojos verde esmeralda que brillan como una aureola boreal, su sonrisa llena de dulzura y sus cabellos brillantes de plata que cuentan los años que han pasado, y “no en vano”, como ella siempre me dice. ¡Ah! Por cierto, soy Lily, y hoy les voy a contar por qué espero con tantas ansias la Navidad.

Aunque ahora se ha perdido gran parte del significado de la Magia de la Navidad, de su Espíritu, mi nonna Mimi se encargó de que yo comprendiera su importancia, y me enseñó a “sentir y vivir” la Navidad. A muchos les parecerá un poco cursi todo esto, pero no se apresuren, sigan leyendo, y luego me dirán si a ustedes también les atrapó la dulzura de la Navidad.

Cada primero de diciembre, mi familia, compuesta por mi padre, Giuseppe Brentano; mi madre, Giorgia Di Angelo; y por mí, Lily Brentano Di Angelo, vamos a hacer galletas a casa de mi nonna Mimi. Es una tradición que ella heredó de su mamma y de su nonna: “La Gran Familia Italiana”.

Nonna Mimi me contaba que los ingredientes para preparar unas galletas ricas y especiales debían de ser de “alta calidad”, y cuando se refería a “alta calidad”, no era cualquier cosa. Ella iba a las granjas de los alrededores de Nashville —¡ups!, se me había olvidado decirles que vivo en Nashville, Tennessee, y “Amo mi Ciudad”. Es un poco exagerado, pero los del sur somos así— buscando los ingredientes más frescos y saludables.

Nonna Mimi tiene una manera muy agradable de dirigirse a las personas y es muy querida por todos, y si aún no la conocen, ella se encarga de que lo hagan. A sus setenta años, tiene la fuerza de una dama de cincuenta y el carácter de un General de Estado Mayor —en guerra—. Lo siento abuela Mimi, no debería decirlo, pero yo te Amo y tú lo sabes.

Mi madre, Giorgia, es una agente de la CIA. No, no es una agente de la CIA, pero cuando salimos con mis amigas, actúa como si lo fuera. Sin embargo, para mis amigas soy un poquito “especial”, y con especial me refiero a que prefiero ir a las librerías, sentarme en el piso y transportarme a lugares distantes, formando parte de la aventura de cada libro que leo. A veces, cuando cierro un libro y miro a mi alrededor, me digo a mi misma: “¡Oh, no, estoy aquí —en la librería—!”, porque me identifico tanto con los personajes que a veces soy una princesa, una guerrera del pasado o un hada mágica. En fin… esa soy yo, Lily Brentano Di Angelo.

Mi padre, Giuseppe, es editor de libros infantiles. Viaja una vez al año a su natal Italia para asistir a la Feria del Libro de Bolonia, y a su regreso trae las últimas novedades de las librerías para “la hija que más quiere”. Mi padre es mi gran amigo, mi cómplice y mi compañero de “aventuras literarias”.

Ahora sí, volviendo a las galletas, o mejor, a los ingredientes de las galletas de Navidad, imagínense por un momento un hermoso lugar en las afueras de Nashville, todas las granjas llevan sus mercancías para exponerlas, y así ofrecerlas a su clientela en The Nashville Farmers’ Market. Allí, los aromas de mantequilla fresca, panes, pasteles, pies, huevos, quesos y mermeladas se confunden. Hummm… perdón, por un momento me transporté hasta allí, ¿no les sucedió lo mismo?

Ahora de verdad que sí, continuemos. Ya habiendo escogido y comprado los ingredientes ideales, nos dispusimos a regresar, no sin antes saborear unos deliciosos croissants de Maison Chace. Mis Padres y yo somos fanáticos de estos croissants. Como dice mi papà, están veramente squisiti.

Llegando a la casa, mi nonna colocó los ingredientes sobre la mesa de la cocina y nos dio a todos, incluyendo a mi papà, unos graciosos gorros color verde con cuernos de reno, unos delantales rojos con el rostro de Papá Noel, y zapatos crocs también de color verde a juego. Mi padre, con cara de disgusto, preguntó a mi nonna:

––¿Es necesario esto? ––y mi nonna, como toda siciliana, le respondió:

––O se hace como tiene que ser o no se hace, y aquí sólo hay una opción, hacerlo ––lo dijo con un acento tan firme de militar en guerra, que mi papà no volvió hacer una pregunta de ese estilo.

Ya todos con los uniformes puestos comenzamos, cada uno con su bol en mano y mi nonna en el medio, indicando el orden de los ingredientes:

260 gramos de harina: tamizamos la harina muy suavemente. Esto es muy importante, la suavidad con que lo hagamos, logrará que los milagros se cumplan.

100 gramos de azúcar moreno: la dulzura de la Navidad debe ir incluida en este ingrediente, porque para hacer unas galletas sin dulzura es mejor no hacerlas. Cuando mi nonna se refiere a la dulzura, es la proporción de cariño y bondad que cada uno puede depositar dentro de estas galletas.




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