Game Over (sin Editar)

SEIS.

Mi cuerpo entero se quedó paralizado. Nadie dijo nada, solo se escuchaba el murmullo de las demás personas. No sé cuánto tiempo duramos así ¿Segundos? Quizá minutos, pero ese silencio fue interrumpido por Nathan.

-¿Qué quieres, Jessica?

-Que frío, Nathan -dice Jessica, llevando su mano al pecho haciéndose la ofendida-. Creí que te alegraría verme aquí para que te salvara de estos... frikis.

-No necesito que me salves, Jessica -contesta Nathan mordaz.

-¿Ya no me dirás más Jessie? -dice con un puchero que se ve patético en ella.

No fue sino hasta hace unos minutos que me di cuenta que Jessica no venía sola, unas dos chicas que Cole, Clarisse y yo conocíamos muy bien le acompañan. Unas chicas que no queríamos volver a ver. Sin poder evitarlo mi mente se va a aquel horroroso día de otoño.

Era mi cumpleaños, las hojas de otoño ya empezaban a caerse y el viento azotaba con más fuerza que antes. Cole, Clarisse, Mindie y Ella estaban conmigo en la colina al norte del pueblo, dónde teníamos una vista espectacular del atardecer. Un mes antes la madre de los mellizos había muerto y Mindie, Ella y yo hicimos todo lo posible por mejorar su ánimo, pero nada parecía funcionar hasta que llegó mi cumpleaños y utilicé mi encanto para convencerlos de salir por este día especial.

-Esta vista es espectacular -dijo Ella, sus cabellos rubios haciendo un baile improvisado en el aire.

-Concuerdo -dijo Mindie. Sus ojos azules brillaban aún más reflejando en ellos los colores naranja y rojo del atardecer.

-Nunca me cansaré de ver estos espectáculos de la naturaleza -habló Clarisse embelesada con la vista-. Me alegro de que nos manipularas para venir.

-¿Yo? ¿Manipularlos? Qué blasfemia -contesto yo haciéndome la ofendida.

-No te hagas la inocente, Clark -me acusa Cole-, esto fue un complot para sacarnos de casa ¿O me equivoco?

-No, estás en la cierto.

Ese día fue la última vez que pude sonreír con Mindie y Ella. Al tiempo ellas hicieron lo que menos nos esperamos...

Una voz me hace volver al presente. Es Ella.

-¡Hola, Ana!

-Hola, Ella -contesto casi en un susurro.

-Veo que nuestro pequeño detalle aún lo recuerdan -dice Ella con una mirada tan fría como el viento de otoño.

-Claro que sí, perra -espeta Clarisse-. ¿O es que de las tantas veces que te dieron contra el muro te quitó la poca inteligencia que tenías?

Ella aprieta fuertemente los puños a sus costados.

-Silencio, Wilson -habla Mindie con evidente rabia en su voz-. Creo que no tienes la suficiente moral para juzgar, ¿o sí?

-Basta, Mindie -se levanta Cole de su asiento-. Si solo viniste aquí para insultar a mi hermana, te agradezco y te calles el pico.

-Si serás...

-Silencio las dos -habla Jessica levantando la mano para hacerlas callar a ambas-. No sabía que se conocieran chicos.

Mentirosa. Eres una puta mentirosa.

-Dejales en paz, Jessica -gruñe Nathan-. ¿Qué es lo que quieres?

-Te lo diré si aceptas tomar un café mañana conmigo -Nathan iba a decir algo cuando ella vuelve a hablar-. Si te niegas les haré la vida imposible a todos, en especial a... -se acercó a él y le susurró algo al oído que no pude escuchar, Nathan se tensó al momento de que la palabra dejó los labios de Jessica-. ¿Y bien?

-Está bien. Mañana después de la escuela -dice Nathan.

¿Qué?

¿Qué mierda le dijo Jessica a Nathan? Sea lo que sea debió ser algo muy fuerte para él. Jessica sonrió complacida, se acercó a Nathan y... Lo besó.

Jessica Miller acaba de besar a Nathan.

Eso solo confirma que debo suprimir este sentimiento que siento por Nathan West. Era obvio que alguien como él se fijaría en alguien como ella. El beso duro lo suficiente como para darme náuseas, las caras de Cole y Clarisse eran de puro asco, desagrado y decepción, todo eso junto. Jessica y Nathan se separaron y la respiración de Jessica era más fuerte que Hulk.

-Muy bien. Hasta mañana -y con eso Jessica se va junto con las que un día consideré mis amigas. Volviendo la Heladería de los Tres Inadaptados en la Heladería de las Tres Brujas.

-¿Qué rayos acaba de suceder? -pregunta Cole estupefacto.

No logro oír la respuesta porque corrí más rápido que Flash hasta los baños. Entro en un cubículo y de inmediato mis vista se nubla por las lágrimas y comienzo a llorar como no había llorado hace mucho.

Lloro por Ella.

Lloro por Mindie.

Lloro por ese beso.

Nunca antes me había sentido tan mal como ahora, ni siquiera cuando Jenny Wilson murió -la madre de los mellizos-, ni siquiera cuando me caí de mi bicicleta cuando aprendía sin las rueditas de entrenamiento, o cuando Mindie y Ella nos traicionaron aquella vez.

Escucho a alguien entrar en el baño y eso me indica que debo dejar de llorar ahora mismo. No dejaré que nadie sepa lo mucho que esas tres me afectaron.

-¿Ana? -la voz de Clarisse resuena por todo el baño-. ¿Ana estás aquí?

No respondo.

-Ana si estás aquí sal -la voz de Nathan me sobresalta.

¿Qué hace él aquí?

-Aquí estoy -respondo, sacando un pie por debajo del espacio entre la puerta y el suelo.

-¿Ana, estás bien? -pregunta Clarisse, la preocupación tomando protagonismo en su voz.

-Sí -respondo secamente.

-¿Clarisse me dejarías a solas con Ana? -habla Nathan.

¡No! No te vayas.

-Ah... Claro -dice Clarisse.

Escucho como se abre la puerta y luego el sonido de la cerradura al cerrarse. Ahora sólo somos él y yo.

-¿Qué quieres, West?

-Hablar. ¿Qué te pasa?

-Nada, sólo... nada. Déjame sola.

-No.

-¿No?

El duda, pero al final responde:

-No, no te dejaré sóla. No hasta saber qué te pasa.




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