Game Over (sin Editar)

DIECISÉIS.

El lunes comienza como todos los otros días: aburrido, cansado y lleno de clases insoportables como lo era la de la profesora Cross. Salgo de la ducha y camino a mi habitación para vestirme y arreglarme para la escuela, tomo unos jeans, una franela azul con un mono usando una consola y mis botas negras. Una vez estoy lista bajo al comedor a por mi desayuno, el cual tendré que llevarme si quiero llegar a tiempo en mi bici. Saludo a papá y a mamá con un beso en la mejilla y le pido a mamá que ponga todo una una lonchera para llevarla, ella lo hace sin problemas y con eso me despido para ir a la escuela.

En veinte minutos ya estoy en la escuela, estaciono mi bici junto a las de otros alumnos, entre las cuales están la de los mellizos. Entro al instituto y el bullicio de todos los estudiantes me recibe como todos los días, camino a mi casillero para buscar el libro de biología de la clase de la profesora Cross —la cuál era la última, pero casi nunca alcanzaba a buscarlo antes de entrar—. Camino al aula de la primera clase, la cual compartía con los mellizos y el hermano mayor de Nathan.

Anoche, luego de dejar a todos en sus casas, me quedé pensando en los dos besos que me dí con Nathan, nunca imaginé que él correspondería mis sentimientos, luego de aquella noche en Pink's deseché cualquier posibilidad de estar con él. Es increíble que en un mes todo haya cambiado tanto, de ser una friki apartada y marginada a comenzar a tener drama por cada cosa que suceda en mi vida, el simple regreso de Robert trajo aún más drama a mi caótica vida. De hecho, ahora que lo pienso, ni siquiera he podido comprar esa bici que ví aquella vez con los mellizos.

La campana me saca de mis pensamientos, recordándome que aún debo ir a clases. Entro al aula y tomo asiento al fondo de la clase, donde paso desapercibida fácilmente, el aula se llena rápidamente y se vuelve más ruidosa conforme van entrando los demás. Una cabellera morada llama mi atención y ella me nota porque rápidamente se instala a mi lado, quitándole el puesto a un chico más bajito que ella, quién la mira mal para luego buscar otro asiento.

—C, alguien ya se estaba sentando ahí —la regaño.

—¿Y qué? Él no iba a hablar contigo ni nada parecido, yo sí —dice sentándose sin importarle nada de lo que hizo—. ¿Acaso prefieres a ese chico antes que a tu mejor amiga? Que mala eres, Clark.

—No es nada de eso, drama Queen —le digo riéndome—. Es cuestión de educación, señorita. ¿Los señores Wilson no te educaron?

—Claro que sí, mi mamá me educó perfectamente —dice con aires de superioridad.

Me río un poco, antes de notar que falta Cole. ¿En dónde se ha metido este niño?

—Clarisse, ¿en dónde está Cole? —pregunto buscando a su hermano con la mirada.

—Ah, él. No puede venir hoy, está enfermo, le dió un ligero resfriado —explica encogiéndose de hombros.

—¿Y eso?

—No sé, quizá fué porque no se quiso bañar luego de salir del río ayer —dice indiferente. Sé que Cole estará bien, tiene sus defensas al máximo, pero eso no evita que me preocupe.

—Es posible. Oye, Harry dará una charla de acerca de la confianza hoy en la tarde en la plaza, ¿quieres ir?

—Claro, aunque espero que no siga molesta conmigo.

—Harry no es rencorosa —digo honestamente, ella perdona, tarda un poco, pero siempre perdona sin dejar rencor alguno en su ser—. Seguro se alegra de que vayas, le agradaste mucho.

—¿En serio? —dice con un brillo en sus ojos.

—Sí —digo dando una pausa para darle más intriga a mi curiosa amiga—. De hecho...

—¡Buenos días, jóvenes! —dice Kyle entrando al salón, callándome y dejando la curiosidad de Clarisse a flor de piel.

Mi amiga me lanza una última mirada antes de fijar la vista al frente y prestar atención a la clase de matemáticas. La clase continuó en total tranquilidad, algunos murmullos de parte del género femenino acerca de lo guapo que era el nuevo maestro, y algunos hombres hablando del partido que se avecina. No soy fanática de ninguna actividad física (más que todo porque soy muy floja), pero Robert es parte del equipo, me gustaría volver a verlo haciendo algo que le gusta, algo que no tenga drogas de por medio.

La clase pasa en calma, hasta que el timbre suena, el profesor nos dice que debemos estudiar todo lo que nos dió ya que eso va para el siguiente examen. Guardo mis cosas y salgo del aula junto a mi mejor amiga, la cual está diciendo que debo ayudarla a escoger la ropa que usará luego de salir de la escuela. Aunque Clarisse no me lo haya confirmado, sé que siente una pequeña atracción por Harry, y ¿cómo no? Si mi prima es como la mismísima Ruby Rose, es muy guapa. Me gustaría que ellas fueran felices, pero, por lo que ella misma me cuenta, esa chica Emily la tiene loquísima.

Honestamente me gustaría ver a Clarisse y a Cole felices, se lo merecen, sobre todo después de lo que Mindie le hizo a Clarisse, aunque fué un daño directo para Clarisse también afectó a Cole de sobremanera. Más aún cuando Ella se lo restregó en la cara, que su hermana solo fue un juego para su amiga, pero claro, evitaron que el mundo supiera que Mindie era lesbiana, aunque al final no les sirvió de nada.

—¡Hey, Friki! —grita una voz muy conocida para mí.

Nathan viene hacia nosotras con una sonrisa enorme plasmada en su cara, llega hasta nosotras y nos saluda con beso en la mejilla, durando un poco más conmigo.

—¿Qué tal todo, West? —dice Clarisse luego de que terminamos los saludos.

—Bien, historia me aburre cada día más, el profesor Weasley es muy molesto, parece que no pudiera respirar y habla más lento que el perezoso de Zootopia.

—Diría que me pasó lo mismo con mi primera clase —comienzo yo—, pero las clases del profesor West... ¡Ufff! Es todo un bombón, tenía mi atención entera.

—¿Ah sí? —dice acercándose peligrosamente a mí, a lo que yo solo asiento—. ¿Mi hermano te parece muy atractivo, Friki?

Una sonrisa traviesa se escapa de mis labios, lo que hace que el semblante serio de Nathan se vuelva aún más serio.




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