A N A S T A S I A.
Luego de que André terminó de cobrar su "recompensa" se fue directo a entregarle la carta con las instrucciones a Cole, dejándome sola de nueva cuenta. Me levanto de la cama y camino hasta el baño, cuando entró lo primero que hago es verme al espejo, mi cuerpo quedó marcado en diferentes partes. Mi desnudez me resulta asquerosa justo ahora, me siento sucia y rota.
Las lágrimas comienzan a bajar una tras otra por mis mejillas, empapándolas en el proceso. Yo me dejo caer al suelo, llorando desconsoladamente por todo lo que estaba pasando. Todo esto es demasiado para mí, en la escuela nunca me enseñaron a cómo sobrellevar un maldito secuestro. Suelto un grito de frustración, dejándome llevar por todo lo que siento.
Escucho como la puerta se abre de nueva cuenta, seguramente André volvió. No quiero salir ahora, así que solo me limito a quedarme en el suelo del baño, llorar es lo único que puedo hacer ahora, no me siento capaz ni siquiera para levantarme y caminar hasta la cama. La puerta del baño es abierta, giro mi cabeza para enfrentar a André y exigirle que se vaya, pero mi boca se seca al ver a quién ha entrado. Mi corazón comienza a latir desbocado.
—Ana... —dice Nathan al verme.
De un momento a otro saco fuerzas que no tenía para levantarme y lanzarme a sus brazos. Nuevas lágrimas salen de mis ojos, pero estas son de alegría y tranquilidad. Está aquí, vino por mí. Él me devuelve el abrazo con la misma intensidad, sentir su calor me hace sentir viva de nuevo, siento como vuelvo a respirar bien de nuevo.
—Te extrañé tanto —digo entre sollozos.
—Yo también, Ana, yo también —se separa de mí para mirarme a los ojos, extrañaba esos ojos verdes que me miraban con tanta intensidad.
—¿Cómo nos encontraron?
—Harry logró que Helena soltara la sopa, nos dijo dónde estabas y vinimos corriendo para acá.
Sonrío de manera automática y lo beso, un sinfín de emociones embargándome al besarlo de nuevo después de tanto tiempo. Él me devuelve el beso con desesperación, casi como si quisiera comerme entera, tragarme de un solo bocado.
De pronto siento un pinchazo en mi labio inferior, ocasionando que me separe de golpe. Me toco el labio, y al bajar la mirada veo una manchita roja en mi dedo, de mi labio brota cada vez más sangre. Comienzo a agitarme al ver toda la sangre que estoy perdiendo, pero por alguna razón no me siento mareada. Alzó la mirada hacia Nathan, esperando que me ayude con el sangrado, pero cuando lo veo su rostro está desfigurado, casi como una vela derritiéndose. Un grito se me escapa al verlo de esa forma, completamente aterrada. Doy un paso atrás y en el proceso me caigo a un vacío, no dejo de gritar una y otra vez el nombre de Nathan para que me ayude, pero él solo se limita a verme caer con su rostro derretido...
***
Me despierto empapada en sudor, mi corazón latiéndome fuertemente. Ya no me encuentro en el baño, estoy en la cama cubierta por las mismas sábanas delgadas que he estado usando estos días. Me giro y veo que André no se encuentra, así como tampoco el sobre. Supongo que después de que André terminara me dormí, y no tuve el mejor sueño del mundo.
Me levanto lentamente de la cama, un dolor infernal entre mis piernas se hace presente y me hace soltar un gemido de dolor. André no tuvo el más mínimo cuidado. Busco el vestido blanco y me lo pongo, luego busco con cuidado las bragas, pero me detengo al notar que están totalmente desgarradas. ¿Es que acaso no tiene la más mínima consideración? Ruedo los ojos, fastidiada con todo y busco la de repuesto que siempre me dejan. Una vez que me visto, mi mente viaja de nuevo al sueño y eso me hace romper en llanto.
Lo extraño tanto, lo necesito aquí conmigo, quiero que esté aquí. Lloro desconsoladamente, cómo no había llorado desde que llegué a este infierno. ¿Por qué no me ha encontrado? ¿Por qué besó a Helena? ¿Me abandonó así sin más? ¿Aún me quiere?
No tenía respuesta a ninguna de esas preguntas, pero algo sabía: él no vendría, no me encontraría. No puedo seguir esperando que él venga, no puedo quedarme aquí a esperar un improbable. Debía salir de aquí con Cole a como diera lugar y si Nathan no ha podido venir a buscarme, pues saldría yo sola de aquí. No importa si muero en el intento.
***
Helena hizo acto de presencia en la habitación sonriente, como lo hacía diariamente, pero esta vez había algo diferente en ella, su actitud alegre y psicópata no eran iguales a los otros días. Una vez que la puerta se cerró, se sentó en un banco frente a mí, y de un momento a otro su sonrisa se borró. Su semblante se puso serio, saco algo extraño de su bolsillo y lo puso debajo de mi almohada. ¿Qué está...?
—Ana, escúchame atentamente —dice Helena mirándome directamente a los ojos—. Eso que está debajo de tu almohada es algo que te ayudará a escapar esta noche con Cole y André.
—¿Cómo... cómo lo sabes? —pregunto, sin ocultar en lo más mínimo mi sorpresa.
¿Quien le ha dicho?
—André me dijo —responde, e internamente tengo ganas de ahorcar a ese imbécil—, yo fui quién le dio los planos de la cabaña con todo y sus modificaciones.
—¿Y por qué de repente quieres ayudarnos a escapar? ¿No querías que desapareciera de la faz de la tierra la perfecta de la familia?
Helana suelta una ligera risa, negando con la cabeza, me vuelve a mirar, esta vez un tanto molesta.
—Que no me agrades no significa que quiera matarte, Ana —gruñe, su tono denotando molestia—. ¿Qué clase de persona crees que soy?
—Una que ayudó a secuestrar a dos personas —ataco, no confío en ese cambio tan drástico de actitud. Hasta hace poco vio como apuñalaban a un chico sin pestañear, ¿cómo espera que confíe en ella?