Nicholas entró a la casa y se encontró a Thery parada, esperando, en el mismo lugar en que la había dejado al salir. La niña aún abrazaba su oso de peluche, y al verlo entrar lo estiró hacia él.
-¿Es bonito, verdad?
-Sí, mi amor, es muy bonito. ¿Ya le pusiste nombre? – preguntó él agachándose junto a su hija.
-No, todavía no. Mi mamá me quiere – dijo de pronto y no fue una pregunta sino una afirmación.
Aquello le dolió, era obvio que su hija necesitaba una madre, a su madre.
Él siempre había pensado que estaban bien así, de hecho aunque todos insistieran no había querido casarse sólo para darle una madre a Thery, él podía cuidar bien de ella.
Había muchos niños que crecían sin padre o sin madre y no les iba mal, había dado todo de sí para que su hija nunca sintiera la carencia de afecto.
Era una niña amada y feliz y nunca hablaban de la madre, sólo una vez, cuando la niña había preguntado, le había explicado que su madre la amaba pero no podía cuidar de ella y que algún día volvería. No había podido decirle la verdad, era demasiado cruel.
Pero la madre que la había abandonado, ahora había regresado y Thery la necesitaba. ¿Qué iba a hacer?
-Papá...-lo llamó la niña al notar que no le prestaba atención.
-Sí, cariño. Tu mamá te quiere mucho – le dijo para tranquilizarla y luego la levantó en brazos -¿A qué quieres jugar?
-¿No vas a ir al trabajo?
-No, hoy no, me quedo contigo – dijo y la niña sonrió contenta.
Nick había discutido con su abogado y hablado con la asistente social, sin obtener el resultado deseado, no podía impedir que Katherine saliera con su hija. Lo único que había logrado es que la niñera las acompañara, aún así no estaba satisfecho.
Esperaba que el detective que acababa de llegar le trajera algo de información.
-¿Encontraste algo? – preguntó de mal humor.
-No mucho aún. Lo único que descubrí es sobre sus cuentas bancarias, no tiene gran cantidad de dinero, ni lo ha tenido. Me refiero a que no hay evidencia de que haya recibido, o gastado la cantidad que supuestamente recibió.
-Fue hace cinco años...pudo gastarlo o guardarlo.
-No, en los cinco años, jamás ha tenido esa cantidad. Seguiré investigando, pero es bastante raro.
-¿Algo más? – insistió con impaciencia.
-Lo otro es información reciente, tendrá una exposición de cuadros la semana próxima...
-Pensé que tendrías algo importante.
-Lo siento, seguiré buscando. Ah, algo más...
-¿Sí?
-Todos los que la conocen hablan muy bien de ella, pero no tiene a nadie realmente cercano, ni familia, ni amigos...es como si no dejara que nadie se acercara lo suficiente a ella. En eso se parece a ti...- dijo y se marchó antes de que lo despidieran.
Era verdad que él había vivido manteniendo a todos a cierta distancia, después de todo había sido traicionado por la persona que más amaba y nunca se había repuesto de ello. Nunca había vuelto a confiar en nadie, nunca había vuelto a entregarse, su hija era a la única persona que amaba sin límites.
¿Era posible que Katherine se sintiera de la misma manera?
Kate pasó a buscar a su hija para llevarla a almorzar, en un primer momento había pensado hacerle comida en su casa, pero pensó que aún no tenían ese vínculo y además temía que a ella no le gustara lo que le cocinara.
Por eso había pensado que llevarla a un restaurante era la mejor opción, Thery podría elegir comida a su gusto y aunque la idea de que la niñera las acompañara no terminaba de gustarle, no deseaba iniciar una guerra.
Al llegar a la casa la pequeña estaba lista, también Nicholas estaba allí pero ella lo ignoró, su hija tomó su mano, pero antes de marcharse se soltó y corrió hacia su padre para darle un beso y despedirse.
Luego, seguidas por la niñera se marcharon a pasar su primera tarde juntas.
El restaurante era un lugar amplio, con mucha claridad, grandes ventanales y un ambiente familiar y tranquilo.
Se sentaron y cuando el camarero les acercó el menú, Kate le pidió que regresara en un rato.
-¿Qué te gustaría comer? – le preguntó a su hija y de nuevo sintió aquel dolor que la acosaba cuando se evidenciaba que desconocía los gustos de la pequeña.
-No lo sé...
-¿Hay algo que no pueda comer, aparte de las cebollas? – preguntó a la niñera y la mujer negó con la cabeza.
-No, nada más aparte de eso. Aunque prefiere la comida sencilla y no muy elaborada.
-¿Me lees? – preguntó Thery señalando el menú. Por lo visto, a pesar de su corta edad estaba acostumbrada a ir a restaurantes.
Kate le leyó y explicó los platos con paciencia hasta que la niña se decidió por un plato de pasta. Ella pidió lo mismo y la niñera , carne al horno.
Katherine se sentía extraña con la compañía de la niñera, por un lado se sentía limitada como si estuviera bajo inspección, pero al mismo tiempo sentía que aquella mujer podía suplir lo que ella no sabía.
El almuerzo fue ameno y cuando les ofrecieron postre, tanto Kate como Thery pidieron al unísono helado de chocolate. Ambas se miraron y sonrieron, encantadas con aquella coincidencia, como si cada pequeño gesto fuera un lazo que las unía.
Después de comer fueron a una plaza a jugar. Mientras la niña se columpiaba, Kate aprovechó para hablar con la niñera.
-¿Desde cuándo cuida a Thery?
-Desde que tenía casi un año, aunque en realidad sólo me encargo de tareas menores y acompañarlos porque quien realmente se encarga de su cuidado es el Sr. Laurent.
Katherine no supo como tomar aquel comentario, ¿aquella mujer estaba en su contra?
-Sólo quería saber algo más de ella –se excusó Katherine.
-Lo sé – contestó la niñera y le dedicó una sonrisa- cuando empecé a trabajar con ellos, era apenas una bebé y no vivían en la casa que usted conoce sino en un departamento. El señor Laurent se encargaba solo de ella, pero había recibido un ultimátum de su padre para volver a trabajar así que necesitaba ayuda, mi sobrina era secretaria del pediatra así que me recomendó. Cuando llegué a la entrevista , él cargaba a la bebé y se lo veía francamente agotado, luego descubrí que estaba totalmente dedicado a ella, de hecho la primera vez que la dejó conmigo para ir a trabajar , llamó cada quince minutos, y no es una exageración, de verdad lo hizo. Así ha sido siempre, ama a esa niña y se ha dedicado a cuidarla, no recuerdo una noche que no volviera para acostarla y contarle un cuento, ha estado a su lado para jugar, enseñarle o cuidarla cuando estaba enferma. Es un buen padre- sentenció.
Editado: 04.05.2020