Gatica

Capítulo 4: "Mi nueva vida"

Una mujer morena de contextura robusta se encontraba parada frente una jovencita que llevaba puesto un antifaz y vestimenta sencilla, respondiéndole a una pregunta formulada por esta, segundos antes.

—Pues desde este viernes a las 5 de la tarde te espero en el bar— pronunciaba la mujer morena.

—¿Podría decirme su nombre y donde queda el bar? — pregunto la joven con temor.

—Todos en este pueblo me conocen como Candela y mi bar es ese, el que está junto a ese arbusto— dijo la mujer robusta, mientras señalaba con unos de los dedos de su mano hacia una vivienda.

—Bien señora Candela, el viernes estaré en el bar— respondió la joven de antifaz mientras la mujer la miraba con extrañeza.

—¿Ya tienes donde quedarte?

—No señora, aun no sé dónde me quedare, justo estaba buscando un lugar donde pasar la noche—respondió la jovencita de cabellos castaños con nostalgia.

—¿Traes con qué? — añadió la mujer.

—La verdad no señora, pero podría pagar con trabajo— respondió la joven.

—En este pueblo no hay hospedajes y una jovencita como tú no puede andar sola por la calle, a pesar de llevar ese extraño antifaz puedo notar que eres muy linda— agrego Candela haciendo una pausa para luego continuar diciendo— Te quedaras en mi casa, me pagaras con trabajo tu estancia como dijiste, solo te reconoceré los días que trabajes en el bar, ¿estás de acuerdo?

—Sí, si lo estoy—respondió la joven.

—Entonces camina, vamos a mi casa, no será un palacio, pero al menos tendrás techo y comida—dijo la mujer mientras en su rostro se plasmaba una sonrisa.

 —No se preocupe, yo no estoy acostumbrada a lujos— respondió la joven.

—Bien, entonces nos llevaremos bien Gatica.

 

Liza camino tras Candela hacia el lugar que a partir de ese día se convertiría en su refugio y a la vez lugar de trabajo. Candela se encargó de mostrarle cada espacio de la casa, la cual no era muy amplio, sin embargo, se podía percibir un ambiente acogedor en el lugar, él área donde funcionaba el bar, era el más amplio de la casa, él lugar a pesar de ser un ambiente destinado para la venta de licor y cigarrillos que eran consumidos dentro del mismo, lucía limpio y sin el olor característico de los mismos, un olor que Liza llevaba impregnada en sus fosas nasales, pues llevaba años percibiéndolo en el refugio o en su misma casa, ya que su padre bebía y fumaba mucho.

 

—«No huele a cigarrillo y licor» — pensó la joven, mientras observaba el lugar.

—Te asignare una habitación, por suerte tengo una libre, algunas de mis chicas que trabajan en el bar son mis inquilinas también, por cierto, ¿qué edad tienes? — dijo Candela interrumpiendo sus pensamientos.

—Dieciocho—respondió la joven por temor a que la mujer decida dejarla sin trabajo por ser menor de edad.

—Qué bueno por un momento pensé que eras menor de edad, no me gustaría tener problemas con la justicia por tener trabajando en mi bar a un menor de edad— dijo Candela mientras caminaba junto a la joven por un estrecho pasillo.

—No se preocupe, soy mayor de edad—respondió Liza con la mayor seguridad que pudo.

—Bien Gatica, bueno esta será tu habitación, como no me pagaras mensualidad me pagaras con trabajo como bien dijiste, tu tarea será mantenerme limpia toda la casa, lavar y cocinar, ¿estás de acuerdo? — dijo con firmeza Candela.

—Sí, señora—respondió la joven con calma.

—Bien Gatica, entonces entra, ponle cerrojo a la puerta porque esta medio vencido el seguro de la misma— dijo la mujer.

—No se preocupe, lo tomare en cuenta, dejo mis cosas y salgo a prepararle algo de comer— respondió Liza.

—Bien, deja tus cosas y vienes a la cocina—dijo la mujer mientras la joven solo asintió.

 

Liza miro cada espacio de la pequeña habitación que le había asignado Candela. La habitación era bastante pequeña, a las justas había una cama, una silleta y un viejo armario. La joven camino hacia la cama y dejo su mochila sobre la misma, luego salió de la habitación, al hacerlo se encontró con un par de chicas que la miraron extrañeza.

 

—Qué curioso antifaz, pero aun no es fin de semana para que lo lleves puesto— dijo una de ellas.

—¿Qué? — respondió confundida Liza.

—Por lo visto eres nueva aquí— dijo la otra joven, haciendo una pausa para agregar— ¿Eres la nueva contratación de la señora Candela?

—Si— respondió con calma Liza.

—¿Y cuál es tu nombre? — dijo la misma joven.

—Gatica, me llamo Gatica— respondió con la mayor seguridad posible la joven de antifaz.

—¡Qué extraño nombre! — pronuncio la otra joven.

—¿Y ustedes como se llaman? — preguntó Liza, no dándole importancia al comentario.

—Mi nombre es Celeste y ella es Estrella—dijo una de ellas.




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