Juntos el joven herrero y la mercenaria caminaron por horas hasta que cielo se había tornado rojizo por el atardecer, llegando a un pequeño bosque que hacía más oscura la poca luz que de filtraba entre los árboles arriba de sus cabezas. Caminando era el joven quien guiaba a la pelirroja por la ruta que debían seguir mediante un mapa que el enmascarado le había proporcionado. Sin embargo debido a la cada vez más ausente claridad se le hacía más difícil al joven herrero ver el mapa, sintiéndose nervioso de equivocarse. A su lado la pelirroja le sigue en apacible silencio, habían hablado un poco durante el trayecto pero solo lo necesario, generando un ambiente algo incómodo entre ambos. La pelirroja dándose cuenta de esto intenta cambiar el ambiente para calmarlo.
—Oye, ¿Cómo era que dijiste que te llamabas? — Pregunta Aria.
—Mi nombre… Soy Jack Albino—Responde de manera educada pero un poco nervioso el joven.
—Bonito nombre—Dijo Aria intentando halagarlo.
El joven sonríe sintiéndose halagado, encontrando ánimos para seguir leyendo el mapa con algo más de calma. Ante esta respuesta positiva del joven la pelirroja vuelve a su silencio, observándolo y examina sus gestos en busca de alguna señal de desánimo. En parte esto de debe a cierta empatía, así como él también ella había pasado por una situación similar, arrancada de su vida y metida en Merces pero a la vez sentía envidia al saber que la posición de ambos era también diferente, siendo ella aún más condenada que él.
— ¿Y tu nombre completo? —Preguntó curioso el joven—. Solo me dijiste tu nombre.
—Yo me llamo Aria Aberfeld—Respondió Aria.
—Bonito apellido.
—Gracias…
Ese momento hizo sentirse extraña a la pelirroja, trató de ignorarlo como si nada pero dentro suyo sintió un poco de alegría. El halago y el hablar de manera normal con alguien que no fuera de otro asunto sobre matar le sentó como un aire fresco que no se esperaba.
— ¿Qué eres? ¿Una mujer soldado o caballero?—Preguntó curioso Jack al ver la indumentaria de Aria.
— ¿Yo? Pues...
Para la pelirroja ser parte de Merces no era algo digno de presumir pero aquella pregunta le hizo darse cuenta de algo, el jóven que la acompaña no sabe mucho de Merces.
—Solo soy una humilde granjera—Respondió Aria.
— ¿Granjera?
—Sí, o eso era antes.
El joven herrero había tenido amigos del campo fuera del pueblo. A su mente vinieron los recuerdos de las mujeres de los ranchos, variaban en tamaños pero tenía cierta referencia: Anchas, grandes, toscas. Todo eso quedaba eclipsado por lo que tenía frente suyo, la pelirroja excedía todo eso. Verla envuelta en una armadura y casco le hacía verse imponente ante él, más al sentir como cada pisada de ella hace vibrar el suelo cerca suyo. Alzar la mirada al hablarle y verla a ella, con un rostro inexpresivo con esos grandes ojos amarillos mirándolo desde arriba le hizo sentir insignificante.
—«Por Gavidia... ¿Que le dieron de comer de pequeña?» Piensa el joven herrero.
A la vista podían ver que mucho más delante de ellos acaba el bosque y empieza una extensa llanura. El viento corría haciendo sonar las copas de los árboles y el único ruido además de ese era el que hacia la pelirroja al caminar, ya fuese tocando el suelo o pulverizando ramas caídas de los árboles.
—Oye que espada más peculiar llevas, digo, conozco el modelo pero el suyo es peculiarmente más largo—Comenta Jack buscando un tema de conversación. Como herrero y persona curiosa que era el no podía evitar fijarse en aquella arma que la pelirroja cargaba con una mano y apoyada en su hombro.
— ¿Esto? Es algo que mande hacer según mis medidas. Tengo varias de repuesto—Respondió Aria.
—Entiendo… ¿Y ese casco suyo que lleva? —Pregunta curioso Jack.
— ¿No habías visto un casco o qué? —Respondió Aria confundida.
—No no, a lo que me refiero es que nunca había visto un modelo de casco como el suyo. Generalmente aquí se fabrican de pieza entera que recubre hasta el cuello pero el suyo es diferente, solo protege media cara y la nariz, además de esa peculiar forma como de anteojos—Responde Jack.
—Ah, esto. Pues lo conseguí hace unos años. Es bastante útil y resistente—Responde Aria dándose golpecitos en el casco.
Como herrero el joven se sentía agusto hablando de piezas de armadura con la pelirroja, esta última hablando de manera más suelta por lo que el ambiente empezaba a sentirse más ameno. Consiente de ello la pelirroja estaba dispuesta seguir sacandole temas que el joven dominase para sacarle charla pero fue interrumpida. El dúo de detuvo en el momento en que una flecha fue clavada en la garganta de la pelirroja y esta se detuvo.
— ¡SEÑORITA ARIA! —Grito Jack.
—...
Antes de de hacer cualquier acción la pelirroja huele con su nariz para detectar cualquier presencia cercana, percatandose que solo podía sentir la presencia del jóven a su lado. Seguidamente otra flecha salió en otra dirección e impactó en el hombro del joven.
—¡Argh!
Sintiendo pasos alrededor y viendo al joven con una flecha clavada la pelirroja se pone en movimiento. Se quita el casco y se lo pone al joven.
—Cubrete que yo me encargo—Ordena Aria.
Habiéndole puesto el casco la pelirroja jala del otro hombro al joven herrero, dejándolo en el suelo. Para más protección ella se coloca piernas abiertas por encima del Jack, buscando ser el centro de atracción de los ataques. Una voz empieza a escucharse venir en una dirección.
—Vaya vaya parece que atrapé a dos sucias ratas por aquí—Dijo una mujer con voz rasposa.
Apenas pudo escuchar la voz la pelirroja supo donde estaba escondida la mujer. Esperó el primer movimiento a sabiendas que cambiaría de lugar luego del siguiente disparo. Pudo escuchar claramente el mecanismo de una ballesta disparar una flecha justo detrás de la pelirroja
—¡Muere!—Grita la mujer luego de lanzar el proyectil.
La pelirroja no se molestó en equivar por lo que la flecha le impacta de lleno. La flecha al impactar no se incrusta en su cráneo y rebota en otra dirección. Apenas sintió la flecha darle y con la ubicación de la mujer que les acecha la pelirroja se abalanza en su dirección.
—¡Ah!
Viéndose descubierta la mujer intenta sacar un cuchillo pero la pelirroja no le da oportunidad, la toma del cuello y la levanta del suelo, haciéndola soltar la ballesta y el cuchillo que tenía en sus manos. Antes de siquiera ofrecer resistencia la mujer siente como su cuello se rompe cual galleta. La pelirroja la suelta y se sacude las manos viendo a la mujer retorciéndose en el suelo, notando que esta es alguien de edad algo avanzada. Detrás de ella el joven herrero se levanta y ve toda la escena mientras aun aguantaba el dolor de la flecha. Ignora aquel sufrimiento de ver la sangre fría con la cual la anciana fue ejecutada como si no fuera nada.
—Hmp, era una anciana—Dijo Aria viendo detenidamente el cuerpo sin vida a sus pies—. Una vieja bandida seguramente.
Con la amenaza neutralizada la pelirroja se da vuelta y vuelve con el jóven herrero, dejando en el suelo a la anciana muerta. De una de las bolsas colgadas a su cintura saca una tira de carne, la parte por la mitad y le ofrece al joven herrero.
—Ten, va a curar tus heridas—Dijo Aria.
Apenas decir esas palabras la pelirroja se arranca la flecha del cuello y come la mitad de la tira de carne. Sangre le escurrió de su cuello bañando de rojo la cota de malla. Poco a poco la herida se fue cerrando hasta quedar una palpitante y roja cicatriz recién formada en la herida que aún palpitaba.
—¿Que es esa carne que comiste? Pregunta Jack sorprendido.
Frotándose un poco el cuello la pelirroja posa su mano en la flecha clavada en el hombro del jóven herrero.
—No hay tiempo que perder, come la carne y apenas la tragues te quito la flecha. El dolor solo durará unos momentos —Afirma Aria.
Con algo de miedo el joven herrero toma la carne en sus manos y la mete a su boca. Apenas ella vió que el jóven se la tragó le arrancó la flecha sin avisarle. El dolor fue tan repentino que el joven herrero se tira de espaldas y se apreta con sus manos en la herida.
— ¡ARGHHHHHHHHHHHH! —Gritaba Jack.
—Olvidé decir que dolería mucho ese «Momento»—Dijo Aria. «Tranquilo, no creo que vivas este tipo de vida lo suficiente para acostumbrarte» Piensa Aria sintiéndose un poco culpable por lo brusca que había sido.
Sabiendo que tomaría un rato que la carne terminara de curar bien las heridas del joven la pelirroja se sienta en el suelo junto a su lado.
—«Me siento oxidado... ¿Cuánto tiempo había pasado desde que me preocupé por alguien a mi alrededor?» Piensa Aria mientras observaba al joven. «No importa, mejor espero a que sane y seguimos nuestro camino»
Al mismo tiempo lejos a varios kilómetros de aquel lugar un dúo de personas caminaba por la pradera. Uno de ellos equipado con un escudo y lanza, el otro solo llevaba un saco contra su pecho. El que portaba las armas tenía el escudo enganchado en su brazo y con la mano libre que sobresalía del escudo sostenía un mapa. Eran otro dúo de mercenario y heredero de la libertad mandados por el enmascarado. Estaban siguiendo las indicaciones para llegar al lugar acordado.
—Parece que mucho más adelante esta la primera parada. Creo que solo nos queda unos minutos para ver las luces del poblado cuando ya caiga la noche—Dijo el mercenario.
—Entiendo…—Responde el joven en un tono algo apagado.
— ¿Qué pasa? No pongas esa cara larga, cuando todo esto termine ambos seremos ricos, ¡Tú serás más rico de lo que serias en toda tu vida! —Exclamo en un tono de soberbia el mercenario.
—No es eso yo…
—¿Hmp?
El mercenario sintió algo, unos pasos acercándose a ellos. Sosteniendo sus armas se da la vuelta y grita.
—¡¿Quien eres tú?!—Pregunta el mercenario en guardia.
Antes de poder detallar a quienes tenía en frente una luz brillante cegó a ambos, como si el mundo a su alrededor por unos muy breves instantes se volviera totalmente blanco y perdiendo la visión.
—¡Argh!
Apretando con fuerza sus ojos entre cerrados ante el dolor provocado el mercenario intenta ver pero le es imposible. Las lágrimas y el ardor solo le permiten ver unas figuras difusas frente a él.
— ¡ARGHHHHHHHHHHHHHH! ¡MALDITO BASTRADO O BASTARDOS O QUIÉNES SEAN!—Gritó el mercenario cubriéndose con su escudo y moviendo su lanza de lado a lado buscando distancia entre sus atacantes.
El acompañante cegado no pudo hacer otra cosa sino caerse ante la conmoción. Asustado intento levantarse para huir pero siente algo extraño, su cuello y pecho se habían empapado de algo líquido. Sin poder abrir los ojos el heredero de la libertad no se da cuenta hasta que ya es tarde, su cuello había sido cortado y se desangra en el suelo hasta morir.
—¡No me provoquen!—Amenaza el mercenario.
Asustado el mercenario no hacía más que retroceder y mover su arma de lado a lado, no pudiendo siquiera ver a sus atacantes con los ojos rojos y llorosos ante la dolorosa luz. En un intento de protegerse con su escudo logra ver algo de claridad, viendo así el cuerpo de su acompañante sin vida en el suelo. Sin apenas tiempo de procesar lo que estaba viendo recibe una fuerte patada en la espalda, causando que suelte sus arma y quede indefenso en el suelo.
—¡Argh!
La luz se apaga y se nota que el mundo ya estaba cubierto por la oscuridad de la noche. Sin piedad una figura robusta enmascarada se acerca y decapita de un tajo al mercenario. La cabeza sale rodando unos metros lejos y la tierra tiembla del impacto. Los atacantes resultaron ser solo dos personas, dos individuos encapuchados con una tela tan blanca como una hoja de papel. Uno es varias cabezas más grande que el otro en comparación, más ancho y fornido, mientras que la otra tenía una figura más delgada, pequeña en comparación además de femenina, con una pechera que marcaba unos pechos ligeramente puntiagudos.
—Aquí esta—Dijo la mujer enmascarada encontrando el saco cerca del cuerpo del heredero de la libertad desangrado.
—Sí, amor—Responde el grandulon enmascarado.
El grandulón alzo un martillo tan grueso como él mismo y golpeo el saco hasta hundirlo en la tierra. La enmascarada se acerca y levanto el saco del suelo, abriéndolo y dejando caer trozos de metal.
—Hmph, no es este. —Dijo el grandulón enmascarado.
—Una pena. Habría sido un golpe de suerte pero también un tanto decepcionante, ¿No crees lo mismo? —Respondió la mujer enmascarada.
—La noche es joven amor y aún no llegan algunos al sitio, sigamos adelante.
Lejos de allí en el bosque la pelirroja y el joven herrero habían pasado un rato desde su encuentro con la anciana. Sus heridas ya se habían sanado y limpiado la sangre por encima para no llamar la atención. El joven herrero se encontraba sorprendido de su rápida curación mientras se miraba el agujero dejado en la ropa donde recibió la flecha.
—¿Ya te sientes mejor? —Preguntó Aria a Jack.
Ya recuperado también el joven herrero se puso de pie. Intentando probar su brazo aun sentía cierta molestia al moverlo pero era mucho menos al dolor que sentía con la flecha ahí metida y cuando la pelirroja se la quitó.
—Viviré, ya puedo tachar en mi lista de vida el haber recibido un flechazo y sobrevivir para contarlo. Bueno, al menos uno literal porque el de amor ya lo tengo jaja—Dijo en cierto tono burlón Jack para darse ánimos—. Primera vez que pruebo una carne de Belhor. Había escuchado historias, pensé que tendría un sabor especial o único pero no es así, sabe a carne algo más salada de lo normal.
—Sabe a carne seca—Responde Aria y luego observa a Jack en donde tenía la herida—. Veo que aun te fastidia el brazo.
—Duele si lo levanto mucho—Dice Jack demostrándole a Aria la dificultad de lo mencionado.
—Tardara en sanarse por completo pero ya mañana no sentirás nada, incluso hasta te sentirás mejor que antes de recibir la flecha—Afirma Aria señalando las propiedades de la carne.
Ambos se levantan del suelo listos para irse, pero antes se acercan al cuerpo de la anciana con la ballesta. El joven herrero siente escalofríos de ver el cuerpo de la anciana sin vida, por el su lado la pelirroja se acerca casi sin titubear y toma la ballesta del suelo.
—Me siento mal por ella…—Dice Jack.
—Yo también pero nos intentó matar. Obtuvo lo que nos iba a dar de todos modos—Responde Aria.
—Si tú lo dices…
—Sueno insensible pero es más simple herrero, no estes dispuesto a matar sin esperar que no te maten—Afirma Aria con total seguridad.
Con aún pesar en su pecho el joven herrero se acerca al cuerpo de la anciana, con delicadeza la arrastra hasta dejarla recostada contra un árbol. En un último acto empático el joven herrero le cierra los ojos al cadáver. Observando todo la pelirroja solo se queda esperando a que este termine para irse.
—Se hace tarde, vamonos—Ordena Aria.
—Listo ya voy—Responde Jack.
—Mucha empatía para una bandolera que te querría matar—Dijo Aria de forma despectiva.
—Lo sé... Pero era una persona... No puedo ignorar eso—Responde Jack.
—Mejor se útil y lleva esto en el otro saco.
La ballesta de la anciana muerta llega a las manos del jóven herrero. Por unos instantes el pensamiento de dejar el arma con su dueña pasa por su mente y se esfuma al mismo tiempo, dandose cuenta que el aparato aún estaba óptimo para ser usado. Para el joven herrero toda arma debía ser usada hasta su vida útil, respetando así cualquier proceso y sacrificio en su creación ya que como herrero sabía las horas de vida que conlleva contruir algo, desde el sudor y energía de más de un artesano de las armas hasta un humilde carpintero que hizo la madera a medida.
—Como usted ordene—Responde Jack mientras guarda la ballesta.
Siguieron su camino y se toparon con una gran sorpresa, no muy lejos de donde estaban se podía ver luces de un pequeño poblado. La noche había caído hace poco y el lugar anunciaba su existencia con tenues luces de antorchas a los alrededores.
—Quien diría que estábamos casi al lado—Menciona Jack.
—Si, muy cerca y fuimos en emboscados por una bandolera—Responde Aria algo preocupada.
—¿Pasa algo?—Pregunta.
—Nada... Sigamow adelante.
Apenas llegaron a las inmediaciones del poblado pudieron notar lo desordenada de su estructura, desde piedras puestas en sitios aleatorios como calles donde es de piedra y luego tierra. Tal asimetría llamó la atención del jóven herrero quien mo salía mucho de su lugar natal.
—Que desorden este sitio—Dijo Jack mirando a sus alrededores.
— ¿No sales mucho verdad ? —Preguntaba Aria.
—Bueno... No realmente—Responde Jack algo apenado.
—Hmmm, no pienses mucho en ello, nos iremos de aquí en un rato así que no prestes mucha atención a esto—Responde Aria para aclarar la mente del jóven herrero.
—Lo intentaré...
Mientras caminaban la gente los observaba, ya fuera desde las sombras en lo profundo de sus casas tapados por la oscuridad o a plena noche afuera guardando su distancia. Jack no podía evitar notar que todos le miraban por encima del hombro lo cual podría haber sido grosero pero se dio cuenta de lo obvio, observaban a la gigante al lado suyo. Las miradas solo pasaban fugazmente y a veces ni eso por el joven y se centraban en Aria.
Siguieron su camino adentrandose por las calles del poblado. Las casas lucen oscuras y algo iluminadas por luces interiores. Rostros desde la oscuridad de algunas viviendas se quedan observando a la pelirroja y el herrero caminar por las calles. El joven nota como toda la atención se fija en su compañera al notar las miradas apuntando a la altura de ella.
—«Siento que podría bailar y casi nadie lo notaria» Pensó Jack algo contento de no ser el centro de atención de aquellas miradas vigilantes.
A los pocos minutos de deambular acompañados de miradas que les siguen llegan a lo que parecía una plaza en el centro del pequeño poblado. Justo ahí estaban aglomerados un gran número de personas que la pelirroja pudo reconocer, todos eran mercenarios como ella por su equipamiento y armas que cargaban consigo. Las personas del poblados observando todo desde lss puertas entrecerradas de sus hogares, pendientes de cualquier movimiento de los extraños recién llegados.
—Creo que esto se podría poner feo—Comenta Jack un tanto nervioso al ver la actitud de la gente del pueblo.
—Mientras no les hagamos nada no ocurrirá nada—Responde con total seguridad Aria—. Y que nadie cometa una estupidez.
Al haber llegado la pelirroja y el joven herrero con los demás mercenarios reunidos una voz desde sus cabezas les habló. Era el enmascarado quien esperaba a que todos estuvieran allí para darles el resto de las instrucciones prometidas.
—«Ahora que están todos aquí, más o menos, ya es momento de entrar en detalles» Dijo Celare para entrar en una breve pausa. «Todos ustedes están reunidos con una misión, llevar ese saco que les di pero conociéndolos ya se harán preguntas del contenido, algunos ya vieron el interior pero no saben de que se trata, la respuesta es que el trabajo encomendado fue este: Un noble del Reino de Ulfar acaba de soltar una enorme cantidad de marfil con la única razón de obtener algo muy preciado, el símbolo de este reino, el escudo linterna de argentum»
Lo último dicho hizo estremecer a todos los presentes que podían escuchar la voz del enmascarado.
—«Lo que llevan consigo casi todos es una réplica, solo uno de ustedes lleva el original pero no lo diré quién, nisiquiera el que lo llava sabe que es el real. El hecho es que quienes lleguen con las réplicas junto al original se llevaran la suma prometida, los herederos de la libertad junto a ustedes serán liberados de Merces y su compañero se llevara un extra, ¿No es eso algo maravilloso?»
Aún con la aclaración los mercenarios se llenaron de dudas, los herederos de la libertad se quedaron congelados al escuchar la naturaleza de aquello en lo que se están implicando como cómplices.
—« ¿Tanta gente para esto? ¿Qué pasa si el que lleva el escudo auténtico le ocurre algo? » Se pregunta Aria.
Los pensamientos de la pelirroja fueron escuchados por el enmascarado quien, al oír el mismo pensamiento venir de la mayoría de mercenarios también tuvo que aclarar ese detalle lo más rápido posible. Sin hacerlo de forma mental el enmascarado hace acto de presencia, flotando a vários metros por encima del tumulto de mercenarios.
—Oh, y en caso de que quien lleva el original muera, lo pierda o algo parecido, todos morirán, ¿Sencillo no? De todos modos el auténtico está en buenas manos. Fin del aviso—Terminó por decir Celare dejando de hablar.
Habiendo dejado ese detalle aclarado el enmascarado se eleva en el aire y desaparece como simple bruma. Los mercenarios estaban un tanto dudosos pero ya resignados en continuar, a sabiendas que no hay macha atrás en este punto, por su parte los herederos de la libertad estaban algo absortos en sus pensamientos, asimilando todo lo dicho, esperando quizás despertar de lo que hasta ahora les parecía un mal sueño. Los murmullos y gente conversando entre si no se hizo esperar, tanto por los mercenarios como por los habitantes del pueblo, los últimos ante sus ojos todos los presentes parecían un grupo de locos por quedarse quietos durante el tiempo en que el enma les hablaba y elevar la mirada a la nada.
A sabiendas de que no habría otra parada hasta muy lejos la pelirroja decide ponerse rápido en marcha, no sin antes atender a su compañero quien yace atrapado en sus pensamientos luego del mensaje.
—Hey, ¿Vamos por suministros? —Dijo Aria colocando su mano sobre el hombro de Jack.
—Si… vamos—Responde Jack con la mente casi en otro lugar.
Justo cuando se estaban por retirar el joven y la gigante pelirroja alguien los ve de entre el grupo de mercenarios. Apenas pudo ver al jóven la persona sale con gran apuro sin importarle chocar con otros a su alrededor.
—¡Jack, Jack!—Gritaba una voz.
El joven herrero siente como su mente le regresa al cuerpo, reconoce enseguida aquella voz que le llama y ve salir de entre la multitud a su tío. La pelirroja se queda parada mirando la escena, ambos herreros chocan en un abrazo
— ¡Qué bien que estas aquí muchacho! Pensé lo peor cuando no te vi por ningún lugar...—Entre sollozos decía el viejo Alexander abrazando fuerte a su sobrino.
—Tuvimos unos inconvenientes al venir aquí pero fue cerca. Estamos bien tío... ¡Me alegro de verte a ti también! —Responde Jack feliz.
Viéndolos a ambos juntos Aria sintió algo en su corazón. Al principio fue nostalgia, no pudiendo evitar sentir familiar el ver a dos seres queridos apreciarse tan genuinamente el uno al otro, como un sentimiento lejano ahora en ella como un recuerdo fugaz. Ese sentimiento no tardó en volverse tristeza, viéndolos juntos y el amor que existía entre ambos como algo que posiblemente el joven pronto experimentara como un recuerdo, justo como ella alguna vez. Por eso permaneciendo durante minutos en silencio, dejando al viejo y joven herrero disfrutar de este reencuentro, no queriendo perturbarlos en lo más mínimo.
— ¿Hmph? Oh vaya—Dijo Alexander al percatarse de la presencia de la pelirroja que tapaba parcialmente la luna detrás de su cabeza desde la perspectiva de ellos.
—Sí, bueno, ella es la mercenaria que me acompaña—Responde un poco apenado Jack dándose cuenta que dejo a Aria allí mientras se reunía con su tío.
—¡¿QUEEEEEEEEE?! Joder muchacho… ¿Qué habré hecho en una vida pasada y tu tan joven obtengas cosas bonitas que ni yo en mi larga vida?
—Jajajajaja siempre igual, viejo tonto
Sintiéndose invitada la pelirroja se acerca para presentarse al viejo herrero. De forma gentil agarra un poco la cabeza ante este
—Mucho gusto, mi nombre Aria—Dijo Aria en un tono agradable que Jack no había visto.
—Vaya, y bien educada. Quiero decir, un gusto igualmente señorita—Responde Alexander extendiendo su mano.
La pelirroja estrecha de manera gentil su mano con la del viejo herrero. A pesar de sus gruesas manos el viejo herrero siente como las manos me ligeramente grande de ella le aprietan la mano sin quererm
—Je, ni teniendo mis guantes me comparo a estas manoplas tuyas señorita—Dijo con humor Alexander.
—Jaja, bueno… los dejare a solas, buscaré provisiones Jack, nos vemos al rato cuando consiga todo—Ordena Aria.
—Entendido—Responde Jack.
Dandose la vuelta la pelirroja se va caminando del lugar, momento que el viejo herrero usa para examinarla. Al hacerlo no solo le examina el culo sino también a su mente llega un detalle que había dejado pasar por algo apenas la vió.
— ¿Soy solo yo o acaso tenía los ojos como color miel? Los más brillante que he visto—Se preguntaba Alexander pensando que quizás su vista estaba fallando.
— ¿La tuviste al frente tuyo y no notaste eso? Si los tiene—Responde Jack
—Tú sabes que nunca miro a los ojos… ¿Enserio no la viste? ¡Tiene una pechera con tetas!—Dijo Alexander con gran asombro.
—Viejo sin vergüenza, no remedio—Dijo Jack dándole una palmada en la espalda a su tío casi como un regaño por sus mañas.
Todos los mercenarios reunidos cerca de los dos herreros se empezó a dispersar, dejando tras de si a los herederos de la libertad quienes aún estaban procesando la situación. Al igual que la pelirroja los mercenarios se fueron en busca de comprar suministros aunque también algo de ocio. Observando las masas de gente ponerse en movimiento el viejo herrero mira con interés a otro lado, evitando mostrar algo que no fuese seguridad ante su sobrino.
— ¿T-Te apetece algo de comer muchacho? —Deji Alexander tratando de lucir lo más alegre posible para Jack.
—Tío… claro, pero no tienes por qué forzarte, te conozco de toda la vida y créeme, esta situación me afecta igual—Dijo Jack tratando de quitarle al viejo Alexander un peso de encima.
El viejo herrero supo que el joven no era ningún tonto, ya sabía que se daría cuenta fácilmente pero estaba seguro que este no estaba al tanto de todo.
—Lo se… solo trato de que no te afecte más de lo que ya te ha afectado—Responde el Alexander de manera sincera.
—Gracias tío, lo aprecio mucho, vamos a por unos panes—Dijo Jack para ser el quien aliente a su tío en estos momentos.
— ¡Claro!
Seguro de la ignorancia de su sobrino el viejo herrero se va con este a otro lugar. Caminando ve al enmascarado sentado sobre una piedra, observándolos solo a ellos y con un reloj de arena en sus manos. Cruzando sus miradas el viejo nota que es el único que puede ver a Celare allí sentado, este último a darse cuenta que el viejo lo vio apunta con un dedo al reloj sobre la palma de su mano.
—«Déjame, si voy a gastar mis últimos momentos que sea con él» Piensa Alexander como respuesta a Celare.
—Solo estoy para dejar esto aquí—Responde Celare al haber escuchado los pensamientos de Alexander.
Con sumo cuidado el enmascarado deja el reloj sobre el suelo. Este movimiento fue seguido sutilmente por la mirada del viejo herrero quien al levantarla vio que Celare se había desvanecido. El reloj de arena ahora en el suelo seguía allí vertiendo lentamente la arena de la parte superior a la inferior.
En otro lado la pelirroja deambulaba por las calles del pueblo en busca de algún lugar donde comprar suministros, todo a su vista parecía cerrado y medio laberintico debido a la mala distribución del espacio entre las casas. Ante esto ella huele con su nariz en busca de alguien que deambule por las calles para pedirle guía, en eso su nariz encuentra un olor familiar cerca suyo, se voltea y ve a uno de los mercenarios de Merces acercarse.
—Aria… eres… más grande lo que recordaba—Dijo el mercenario al percatarse de Aria—. Estaba seguro que eras tú cuando te vi de lejos.
—Tú has crecido unos cuantos centímetros, Edecan—Responde Aria en un tono algo seco.
Ambos se miraron fijamente a los ojos unos segundos hasta que la pelirroja los cerró. Con total indiferencia ella se aleja rodeando al mercenario dándole la espalda.
— ¿Ni un hola como has estado? Nos nos hemos visto desde aquel día...—Dijo Edecan con un tono algo triste en su voz.
Las palabras hicieron que la pelirroja se detenga pero no voltea a ver al mercenario.
—No me hables, desmembrado—Sentencia Aria casi a modo de amenaza.
Las palabras de la pelirroja pegaron fuerte al desmembrado, como cuchillos que se clavan en la carne por su fría indiferencia.
—Es bueno sabe que sigues viva...—Susurra Edecan en voz baja.
Habiendo dejado de lado al mercenario dolido en aquella calle la pelirroja sigue buscando, hasta por fin encontrar un local abierto. Era una humilde panadería pos sus avisos y podía oler el aroma a pan caliente en el aire. Con el lugar por fin encontrado la pelirroja se agacha para entrar por la puerta y saluda al dueño.
—Buenas noches, disculpen las horas—Dijo Aria llamando la atención del dueño quien estaba limpiando con un paño una mesa.
—Buenas... Noches...
El panadero era alguien de edad avanzada con su pelo empezando a manifestar canas en un pelo negro ya decolorado. Al ver a la mujer enorme y acorazada frente suyo sintió miedo, nunca antes alguien así había entrado a su negocio y ella era una total extraña al ser ajena al pueblo, además de las horas de su llegada.
—Ejem, disculpe, ¿Tiene de casualidad pan de roca? —Preguntó Aria en un tono gentil al percibir el miedo en el panadero.
—S-Sí, claro. Son 10 solidos de plata—Dijo conn valentía y algo de orgullo el panadero para quitarse el miedo que sentía mientras miraba a Aria a los ojos.
—Listo entonces—Responde Aria.
Lentamente la pelirroja mueve su mano para no alarmar al panadero, metiéndola en una de las bolsas colgadas de los cinturones. El panadero por unos instantes piensa que quizás ella iba a sacar un cuchillo pero de la bolsita saca las 10 monedas. Al recibir el pago en sus manos el panadero las guarda y se retira al almacén para buscar tal específico y especial pedido.
—A-Ahorita se lo traigo—Dijo el panadero.
—Tómese su tiempo—Responde Aria.
Vários segundos luego de que se fuera a buscar el pedido el panadero una niña pasa por la entrada gritando.
— ¡Señor Pedro Señor Pedro! —Gritaba la niña
Más atrás del local se pudo escuchar un «Ya voy» del panadero. La niña se quedó ahí esperando, se notaba muy agitada, tanto que ignoró a la pelirroja quien estaba a unos metros lejos de ella y dando un sobresalto apenas se dio cuenta de la gigante al lado suyo.
— ¡Ahhh!
—Shhh, tranquila—Responde de manera dulce Aria para no asustar más a la niña.
La infante se quedó de piedra ignorando las palabras de la pelirroja. Casi hipnotizada por esos ojos amarillos que le inspiraron un gran temor, recordando por breves instantes su miedo a las serpientes al ver una semajanza por el color. Con mucho miedo la niña sale corriendo del lugar y justo en ese momento sale el panadero con el pan de roca en sus manos.
—¿Paso algo? Escuche que alguien me llamaba—Confundido por la situación y que otra voz diferente a la de Aria y más familiar le había llamado.
—Nada, solo era yo...
—Supongo, tenga su pedido—Responde el Panadero.
En sus manos la pelirroja recibe una larga barra de pan grisasea y dura, guardandola en un saco que extiende para llevarla mejor. Al salir de la panadería la niña que se había asustado la ve de nuevo y corre. Con todo preparado la pelirroja sabía que el pan de roca le duraría lo suficiente para Jack y ella hasta la próxima parada, no necesitaba buscar algo más además del agua, pero una necesidad le hizo sentirse estresada, de nuevo las sensaciones de pesadez invandien su mente, su cuerpo le exigió bebida.
—Ahora necesito una maldito taberna... Espero Jack esté bien con su tío—Dijo Aria poniendose en marcha y nota que a unas cuadras de distancia un aviso de una taberna. «Bueno, será mejor que deje a esos dos solos... ¿A todo esto por qué está si tío aquí? Bueno, nones problema mío sino cosas de Celare» Piensa Aria acercándose a la taberna.
Por su lado Jack y su tío estaban sentados con la espalda recargada contra la pared en una de las calles. Frente suyo esta una panadería y ellos estaban ahí comiendo de una canasta de pan con algo de bebida que habían comprado.
—Desearía que nos quedáramos más tiempo aquí, se nota que es un lugar pacífico—Dijo Alexander.
—Sí, una pena pero el enmascarado ya hablo, solo unas horas—Responde Jack con la boca llena de pan—. Aunque me estresa el desorden asimétrico de este lugar.
Sus charlas eras pausadas, ninguno tenía algo de qué hablar o siquiera querían hablar de ciertas cosas que resultarían incomodas, solo querían pasar el momento allí tranquilos, juntos, comiendo. Aun así el joven rompió el silencio ante una duda.
— ¿Qué harás tu ahora tío? Yo me tendré que ir en poco tiempo—Con bastante incertidumbre Jack por su tío, no se esperaba verlo en este lugar.
—Tu tranquilo…—Responde Alexander dándole palmadas en el hombro—. Tu solo sigue adelante, hazle caso a la mujer grandota y nos veremos al final del viaje.
—Entiendo…
Siguieron comiendo pero el viejo herrero sentía que solo dejaba a su sobrino con más preguntas las cuales no quería responder. En eso voltea y ve pasar a un mercenario deprimido. Ahí el viejo herrero vió una oportunidad de distracción.
— ¡Hey, tu! —Gritó Alexander llamando la atención del mercenario.
— ¿eh, me estas llamando? —Voltea Edecan.
—Sí, ven aquí tú, mercenario.
El desmembrado ahora se le notaba confundido. Al acercarse nota que el jóven al lado del viejo que lo llamba era el acompañante de la pelirroja, dandose cuenta que el viejo también lo había visto junto a esos dos cuando fue detrás de la pelirroja.
— ¿Por qué la cara larga? —Pregunta alegremente Alexander al ver a Edecan decaído.
— ¿Yo? No, no… No es asunto suyo, señor—Responde Edecan de manera un poco grosera.
Viéndolo detalladamente el viejo herrero nota algo en el desmembrado más allá de su humor.
—Ten, te invito un pan—Extendiendo su mano con un gran pan al joven. Alexander se muestra amigable y se queda ahí varios segundos con el brazo en el aire.
—Si… gracias—Responde el Edecan acercándose.
El desmembrado se unió a comer pan con el dúo de herreros. Dando los primeros bocados de pan con queso sintió como sus ánimos se fueron recobrando.
—Este pan vaya que esta bueno, agradezco haberlo probado gracias a ustedes—Con la boca llena cual niño dice Edecan con algo se humor recobrado.
—No hay de qué. Ni que fuéramos unos cerdos para comer tanto pan que compramos. Nos estas haciendo un favor más bien—Dijo de manera burlona Jack.
Viéndolos a ambos felices sintió algo de alivio el viejo herrero, de pensar que acaba de darle un nuevo amigo a su sobrino en este viaje que está por emprender . Aun así sintió un leve escalofrió, la preocupación había regresado como un recuerdo persistente. El reloj de arena estaba frente suyo en el suelo, nadie lo veía excepto él, viendo como se iba agotando cada vez más su tiempo.
—Jaja si… oigan, tengo sed, ¿Les traigo unas bebidas?—Pregunta Alexander.
—Claro tío —Responde Jack.
—Como guste señor—Responde Edecan.
Cuando el viejo se fue alejando no podía evitar mirar de reojo volteando un poco hacia atrás, mirando a su sobrino el pesar de sus emociones le estrujaban en pecho. Sin embargo se sentía feliz de distraer a su sobrino de la situación actual, una distracción de los acontecimientos que se pueden venir después, una leve esperanza que afloja la presión en su pecho. Alejándose ve que Celare aparece al lado suyo con el reloj de arena en sus manos.
—No hay mucho tiempo, viejo herrero—Dijo Celare—. ¿No vas a pasar tus últimos momentos con tu sobrino
—«No estoy acostumbrado a hablar así com alguien » Piensa Alexander en respuesta a Celare. «Pero debo verla primero, hablarle antes sin la presencia de Jack»
—Hmm, si tu lo dices que esa sea tu voluntad —Responde Celare.
El enmascarado guía al viejo herrero unas cuadras más abajo, saliendo de la vista de su sobrino quien se encontraba distraído hablando con el desmembrado. Juntos llegan a la entrada de una taberna, ahí entran lentamente y ven sentada en una mesa redonda en una esquina a la pelirroja, quien estaba con la cabeza reposada sobre la mesa y al lado tenía una pirámide de botellas de vino.
—«Oh vaya… la gigante… NO PUEDO DESAPROVECHAR ESTO» Piensa Alexander tragando su saliva y pensando fríamente lo que iba a decir se fue acercando a la pelirroja.
Casi como un animal oliendo que reconoce el aroma de alguien la pelirroja detecta la presencia del viejo herrero, aunque más que reconocerle pensaba que era el jóven herrero Jack ya que tenía parte de su aroma en este. Levanta su cabeza asustando al viejo herrero quien se detiene pero reanuda se acercamiento.
— ¿Quieres un trago? —Pregunta Aria.
—Si… señorita.
—Bueno.
Sintiéndose invitado el viejo herrero se sentó junto a Aria en la esquina del bar. Frente a frente cada uno fue pidiendo bebidas al dueño quien les traía bandejas y bandejas de botellas con variados licores. De todas las botellas solo unas pocas estaban del lado del viejo herrero, el resto iban para ella.
—Yo invito—Expresa Aria—. Si quieres más solo pide.
—Gracias…
El viejo herrero fue bebiendo de manera cauta su bebida, como buen hombre adulto con ya sus años pero este se sorprendía viendo a Aria. Ante el la mujer bebía alcohol como si fuera un hombre del desierto sediento bebiendo simple agua. En cierto momento la pelirroja se quita la pechera dejándola al lado suyo, dejando caer sobre la mesa sus grandes pechos cubiertos por la cota de malla.
—Oye tranquila, a este paso creo que hasta me quitaras mi bebida si no me la acabo antes jaja—Dice en un tono burlón pero algo nervioso el viejo herrero.
—Y no lo dudes—Responde Aria de manera burlona y sacando de lugar al viejo.
—Eh, vale…. «Ya no parece tan estoica como antes, bueno, tanta bebida le debía afectar en algo» Piensa Alexander—. Veo que usted y mi sobrino son pareja de viaje si no me equivoco, la mercenaria que le asignó Celare.
Esa afirmación hizo que la pelirroja se detenga de beber para mirar al viejo herrero.
— ¿Que haces tú aquí en primer lugar? —Dejando una botella sobre la mesa Aria se queda un tanto confundida.
Aun confundida la pelirroja se quita ahora el casco y lo deja sobre la mesa. Mira fijamente al viejo quien queda totalmente atrapado con sus ojos amarillos.
—… Diría que es una larga historia si supiera el contexto entero, pero en resumen, mi hermana, por ella es que estamos aquí—Responde Alexander.
—«Que la madre o padre fueran miembros de Merces era algo lógico, un heredero de la libertad no era otra cosa sino un posible nuevo mercenario quien hereda la maldición de trabajar en la organización de Celare pero sus padres se sacrifican para darle la oportunidad de ser libre» Piensa Aria al escuchar las palabras de Alexander—. ¿Y tu que pintas en todo este asunto?—Pregunta Aria.
—Soy su sacrificio... Mi hermana formaba parte de esto pero hasta donde sé está muerta...—Responde Alexander algo triste.
De repente el viejo herrero siemte como algo presionaba su hombro y recorría su espalda cerca del cuello. Junto a ellos apareció el enmascarado sentado quien estaba reposando su brazo en él.
—Y cómo puedes imaginar—Dijo Celare—. Este buen hombre resultó ser un gran “Padre”, ofreciéndose como parte del trato, a falta de padres le informé de todo y aquí estamos reunidos.
La pelirroja se queda en silencio con una expresión de sorpresa, expresión que poco a poco fue cambiando a una de puro desprecio.
—Tu… lo… obligaste… —Preguntó Aria consternada.
—NO… yo me ofrecí—Responde con una voz apagada Alexander
—Por eso estas aquí, ¿Era parte del trato que viniera aquí a despedirse de su sobrino?—Pregunta Aria por la visita de estos dos en privado con ella lejos de Jack.
—No, estamos aquí por tú eres parte del mismo trato que hizo Alexander—Responde Celare señalando con un dedo.
—… ¿Yo?
El enmascarado quito sus manos del viejo herrero y las puso sobre la mesa. El mesero y dueño del local llegaron a dejar más bebidas para la gigante pero estos ignoraban completamente la presencia extraña de enmascarado. Nadie volvió hablar hasta que el señor se había ido.
—Ell trato incluía no solo volver a Jack un heredero sino que también un extra—Dice Celare juntando sus manos para luego alzar una apuntando a Aria—. Ya que este viejo herrero no era mi mercenario por lo que goza de un privilegio, el pedirme cualquier cosa menos la libertad instantánea de Jack y decidió es darle a su sobrino como acompañante al mercenario más poderoso de este Reino, y mira que menos mal aceptaste, querida.
En aquel momento la pelirroja sintió un nudo en su garganta. La impotencia de ver como una buena familia era nuevamente destruida por las ambiciones del enmascarado le hacían hervir la sangre de forma personal.
—Celare... Maldito...—Exclama Aria indignada de la situación planteada pero mira con benevolencia al viejo herrero.
—Bueno, solo les quedan 5 minutos de reunión, mejor me voy para dejarles charlar por última vez—Esas fueran las últimas palabras de Celare antes de desaparecer justo donde estaba como una fina capa de humo en una taza de café en el aire.
Ambos se quedaron callados unos segundos ahí donde estaban sentados, con el único ruido que hacían las botellas de alcohol. Con todo aclarado no había mucho que comentarse el uno al otro.
—Parece que es todo… Veo que usted es una buena persona, ¿Podría usted hacerme un gran favor?—Preguntó Alexander con voz tembloroso a Aria.
—...
— ¡POR FAVOR! ¡ES LO UNICO QUE LE PIDO! —exclamo el viejo Alexander alertando a todos en el lugar—¡PROTEGELO CON TU VIDA!
Ante las suplicas del pobre herrero la pelirroja baja su bebida dejándola sobre la mesa, con una mirada compasiva en su rostro ve al viejo herrero entre lagrimas.
—Nunca fue fácil, pero lo acepto, acepto cuidar de su sobrino por mero interés. Tenerlo junto a mí supondrá un reto, pero sería uno que valga la pena por el beneficio que me da—Responde Aria—. No lo hago por buena voluntad, al menos siéntase agradecido que llegará con vida a su destino y luego cada quien por su lado.
—Oh… por Gavidia… Gracias por escuchame...—Exclama agradecido el viejo Alexander como si se hubiera quitado un gran peso de encima.
—…
—Nunca sabré como agradecerle, señorita. Este ha sido un peso que he llevado en mis hombros desde hace 16 años…
—Sabes cuales son las consecuencias… ¿Verdad?—Pregunta Aria para saber si el viejo herrero es conciente de su situación.
—Si… Pero no me importa, mientras el no venga conmigo al mismo destino yo seré feliz, no importa cuanto me humille ese maldito de la máscara pero mucho tiempo...—Responde Alexander.
— ¿Él lo sabe?
—No… Solo sabe pocos detalles pero en lo que respecta a mí, él creé que seguiremos nuestra vida normal luego de esto...
—Ya veo...
La pelirroja siguió bebiendo sin parar, la situación ya le parecía más complicada y desesperante mientras lo pensaba así que bebió y bebió para ahogar ese molesto sentimiento. El viejo Alexander dejo vacía la única botella que había agarrado y la dejo sobre la mesa, no sin antes notar algo de lo que no se dio cuenta hasta ahora que todo se había calmado. Era el busto de la pelirroja el cual lucia mucho más prominente que antes, inclinando un poco la mesa justo donde estaba ella reposandolas.
—Eh… Oh, Gavidia... ¿Es este tu último regalo a mis ojos?—Dijo Alexander.
— ¿hm? ¿A dónde vas? —Pregunto Aria dándose cuenta que el hombre se había levantado de su asiento.
—Ya lo oíste, debo irme.
— ¿A dónde irás viejo herrero?
—Ahora toca mi parte del trato, espero puedas proteger a mi sobrino—Responde Alexander.
Apenas el viejo herrero se fue del lugar el enmascarado reapareció sentado justo donde estaba el antes. Mirando primero la entrada y volteando a ver a la pelirroja.
—Fugaz encuentro, el primero y ultimo—Expresa Celare con su típico acento burlón—. Tan desesperado para pedirle ayuda a una desconocida de la organización que arruino su vida.
—… Puedo entenderlo, hizo lo mejor que pudo—Responde Aria.
—En fin, será mejor que busques a tu compañero y tomen rumbo de una vez—Aconseja Celare.
—¿Ya tan rápido?
—Conozco mi ganado, no van a durar aquí las horas planteadas. Será mejor que vayas por el joven antes de que la situación empeore—Responde Celare.
La pelirroja se levanta de su asiento y lo primero que hace es pagar todas las bebidas que había tomado. Con eso listo se fue del lugar dejando a Celare solo. En una de sus manos lleva un saco lleno de botellas con diferentes bebidas, en la otra su espada que com la hoja reposando en su hombro. Colgandole de la cintura estaba su pechera que ya no le quedaba por sus prominentes pechos que menea de lado a lado con el sonido de la cota de malla.
A varias cuadras de distancia estaba el joven herrero quien llevaba un rato ya solo con aquel mercenario de nombre Edecan. Estos dos parecían llevarse bastante bien y estaban ya extrañados de la tardanza del viejo herrero.
— ¿Por qué tarda tanto? —Se preguntó Jack preocupado por la ausencia de su tío. Mirando hacia ambos lados de la calle esperando verlo asomarse.
—Quien sabe, este sitio esta tan mal distribuido que quizás al ir por su cuenta se perdió—Dijo Edecan.
—Quizás… Se nota que este pueblo es reciente.
La preocupación del joven herrero crecía de nuevo. Ante esto Edecan viendo a su nuevo amigo en este estado pensaba en que temas sacar para distraerlo pero no se le ocurría nada, no era muy hablador luego de años de soledad.
—Oye, deberías conocer a mi compañera—Dijo Edecan.
— ¿Compañera? —La mirada en la cara de Jack era de sorpresa ante lo dicho—. Cierto, tu tienes un acompañante como Aria me tiene a mí.
—Sí, me toco ser uno de una jovencita como de tu misma edad. Quizás podrías ayudarme con ella—Responde Edecan.
— ¿Qué le ocurre?
—Pues lo esperable, está muy pensativa por toda la situación, apenas me había hablado de camino a este pueblo y me pidió dejarla sola un rato.
—Oh… Pobrecita, entiendo que esto puede superar a cualquiera. No la pasé nada bien las primeras horas cuando ese enmascarado nos hizo a mí y mi tío irnos de nuestro pueblo... Traela, le hace falta compañía—Dijo Jack preocupado por la compañera de Edecan.
Aún con la conversación el joven herrero no podía evitar sentirse ansioso por la tardanza de si tío en volver. Se levanta del donde estaba sentado y mira el desmembrado.
—Me cansé, iré a buscarlo. Tú, Edecan, ve y trae a tu compañera y así pasamos todos juntos el rato aquí—Propone Jack a su nuevo amigo.
—¡Claro! Iré por ella no me tardo—Responde Edecan.
Apenas habían avanzado una cuadra de distancia ambos cuando el grito de una mujer les hizo detenerse.
—¡ASESINO!—Gritaba una mujer a todo pulmón.
En los alrededores todos los habitantes del pueblo escucharon los gritos de la mujer y se acercaron para enterarse de que estaba pasando al reconocer la voz de una conocida. Uno de los mercenarios corrío cerca del jóven herrero, jalando asu acompañante de un brazo y el pudo notar que el mercenario estaba cubierto de sangre.
—Oh... Mierda—Dijo Jack volteando su mirada a los habitantes del pueblo.
Todos los presentes se alarmaron y sacaron cuchillos, otros se fueron adentro de sus casas ya sea para esconderse o buscar algo con que defenderse u agredir.
—¡Saquenlos a todos!—Gritó un hombre del pueblo.
— ¿EH? Oh… mierda—Dice Jack poniendose nervioso viendo como la gente le estaba mirando.
Mercenarios con sus acompañantes corrían por las calles jalando a sus herederos del brazo hasta las afuera del poblado. El herrero nervioso no supo como reaccionar e intentar huir pero se tropieza con una piedra. Rápidamente gente le empieza a rodear, lista para lincharle.
— ¡Agárrenlo! —Grito un señor acercándose a Jack.
Justo cuando iban a tomar al joven herrero de rehén o lincharlo la multitud fue hecha a unlado por la pelirroja, esta con suma facilidad movía a todos como una escoba a hojas en el suelo. Varios intentaron hacerle frente pinchándole pinchándole la cara con azadas pero parecía que eso solo le hacía lo mismo que un leve pellizco.
— ¿QUÉ PASÓ? —Preguntó Aria al joven mientras movía algunas personas que le intentaban quitar jalar de dónde sea.
—¡Un mercenario atacó a alguien!—Responde Jack.
—¡Ahhhh, estos malditos animales como los odio!—Dijo Aria consternada.
Apartando a todos a su alrededor la pelirroja agarra al joven herrero del suelo y lo pone de pie. La gente alrededor se agita y ella los vuelve a apartar haciendo que se no se acerquen más a tremenda bestia de cabellos rojos. Con algo más de espacio la pelirroja deja al joven herrero en sus manos su pechera y vários sacos que esta llevaba.
—Toma—Dice Ahora pasándole todos los sacos a Jack.
— ¿EH? — Expresa Jack cargado cual burro con todas las bolsas pero nota que sostiene la pechera de Aria, dandose cuenta de los grandes pechos de ella.
—En fin, nos vamos de aquí—Dijo Aria.
La gigante pelirroja alzó a Jack recargándolo sobre su hombro y ambos se fueron de allí. Corriendo y dando pequeños saltitos la pelirroja cargando al joven salieron rápidamente de los límites de pueblo. Mientras corrían y ya un poco lejos Jack desde su vista trasera vio como muchos hombres salían corriendo también del pueblo. Por unos segundos pensó que eran aldeanos pero fijándose mejor eran los demás mercenarios de Merces y herederos con los aldeanos detrás tirándoles piedras. Pudo ver al desmembrado huir con una joven en otra dirección.
—Ahhh, ahh... ¡Huyan malditos!—Gritó un aldeano al ver a todos los mercenarios huir en la oscuridad.
Cuando todos ya se habían largado del sitio los aldeanos regresaron a su pueblo. Frustrados por la injusticia ocurrida a su vecina local. En eso una extraña luz en mitad de la noche ilumino una calle entera llena de personas. Sus mentes se quedaron en blanco y con el cuerpo rígido como piedra por varios segundos. Totalmente idos y fuera de sí, caminaron hasta el origen de la luz la cual se hacía cada vez más intensa. Aquello que la estaba proyectando se acercaba al pueblo saliendo de entre los árboles del bosque. Aquellos lejos del haz de luz observaron aterrorizados el panorama. Algunos intentaron salvar a sus familiares pero apenas se lanzaban para sacarlos de allí el contacto visual directo los dejaba en el mismo estado de idos y caminando hacia la luz.
—¡¿Que esta pasando?!—Gritaba una señora al ver como su enterq familia marchaban en medio de la calle iluminada por la luz.
Varios haz de luz aparecieron alrededor del pueblo atrapando a muchas más personas. Gritos en conjunto se escucharon hasta ser poco a poco callados. Cada uno fue atrapado. Sin nadie que prendiera las antorchas diurnas el pueblo en pocas horas quedo sumido en la total oscuridad. Las horas pasaron y el sol salió anunciando el día. Un pueblo en ruinas. Calles destrozadas, ropas de gente tiradas por todos lados y todas las puertas o techos de las casas rotas. No había una sola alma en ninguna parte.
A la cercanía del pueblo unas dos figuras encapuchadas y envueltas en tela blanca hicieron acto de presencia. Siguiendo los mapas de los mercenarios se guiaron hasta llegar al poblado. Allí vagaron por las calles en busca de alguna persona pero ya no quedaba nadie.
—Hmm, ¿saqueos, purgas?—Pregunto la figura encapuchada más pequeña.
—No veo sangre por ningún lado. Estos «Mercenarios» no son de los que dejan unos escenarios de destrucción tan ordenados—Responde la figura encapuchada más grande.
—Cierto, nadie sería tan eficiente a excepción de nosotros. Déjame reviso—Responde de manera enérgica la figura encapuchada más pequeña.
Quitándose la capucha revela un rostro el cual era un yelmo metálico de plata que asemeja un rostro humano femenino. Colocando sus manos frente a los orificios de los ojos del yelmo asemejando unos binoculares miro a su alrededor. Un humo salía del suelo y forma figuras humanas que caminan en línea recta hacia algo. Al acercarse una gran columna de humo formo unas enorme criatura amorfa con tentáculos.
—No fueron los mercenarios, fue otra cosa. Ni humano ni animal—Dice la mujer enmascarada.
El grandulón ante las palabras de su compañera le hicieron quitarse la capucha, revelando así su yelmo facial pero este era dorado y con aspecto masculino en sus facciones.
—Supongo que los reportes estaban equivocados. Se suponía que no hay aberraciones sino en el otro Reino vecino a este, ¿Cómo era que se llamaba?
—Ulfar, y sí, yo leí todos los reportes incluso los pocos que tenemos de Ulfar curiosidad—Responde la mujer enmascarada.
—Hmmm.
Mientras la enmascarada seguía observando eventos pasados el grandulón pensativo analizó su entorno sin ayuda de ningún poder como mero entretenimiento. De esa manera obtuvo la razón de por qué no había sangre, las sombras desaparecían cuando aquella criatura los introducía dentro de sí, intuyendo que posiblemente aquel ser los devoro sin dejar rastro.
—Comidos enteros por aquello que vino al poblado —Afirma el grandulón enmascarado.
—Fue toda una limpieza —Afirma la mujer enmascarada.
Se adentraron en una de las casas y solo encontraron destrozos pero en una hallaron algo peculiar, un cuchillo tirado en el suelo de la entrada cubierto de un líquido verdoso de olor nauseabundo. Su compañera se acercó y visualizo como la dueña del cuchillo fue agarrada por lo que parecía un tentáculo colosal mientras se defendía. La mujer enmascarada tomo el cuchillo y lo guardo en un pequeño saco.
—Habrá que analizarlo después, este líquido de esencia pútrida es bastante llamativa, ha empezado a oxidar el metal—Dice la mujer enmascarada curiosa por el descubrimiento.
—Sí, mejor sigamos que estamos en Argentum, no en Ulfar—Responde el grandulón enmascarado.
Siguieron observando los alrededores hasta salir por el otro lado del pueblo. En ese momento se encuentran con una mujer morena que portaba una espada más grande que ella misma recargada sobre su hombro.
—Oh… ah… No quiero problemas… —Dice la morena ante aquellas figuras vestidas de blanco con máscaras de oro y planta frente suyo, casi como un acto de reflejo por lo extraña de sus presencias.
La mujer enmascarada examinó detenidamente a la mujer frente a ellos, notando hasta el más mínimo detalle visible como el desgaste de su ropa o el estado desnutrición de su cuerpo, incluso llegando a notar un casi imperceptible temblor que la mujer se esforzaba por esconder.
— ¿Tienes hambre, verdad? —Pregunta la mujer enmascarada.
—S-Si… —Responde la morena mientras le rugen las tripas al escuchar hablar de comida.
—Bueno, ve al pueblo, está vacío pero quedara alguna tienda llena de suministros—Dice el grandulón enmascarado.
— ¡Q-Q-QUE!
Temerosa la mujer avanzó hacia delante de aquellos enmascarados quienes muy cortésmente se hicieron a un lado para que sintiera más confianza. Cuando sintió que era oportuno corrió hasta entrar al pueblo para confirmar lo dicho por ellos, notando con extrañeza la verdad en las palabras que le habían dicho, el lugar estaba totalmente vacío de gente pero lleno de cosas de valor.
— ¿Qué viste? —Preguntó el grandulón enmascarado a su compañera.
—Una ligera desnutrición pero tiene las fuerza física suficiente para llevar un arma tan grande. Vagar por ahí debe tener su mérito pero no es la gran cosa—Responde la mujer enmascarada en un tono soberbio—. No es un reto en absoluto, podemos sacar más de aquellos bandidos que nos hemos encontrado antes y más de aquellos mercenarios, mínimo estos últimos lo intentan mejor.
—Esperemos a que regrese, quizás pueda sernos útil, sino, la matamos—Propone con gran tranquilidad en sus palabras el grandulón enmascarado.
—Podemos seguir los mapas que le robamos a los mercenarios, conocemos su ruta pero quizás sepas algún atajo, ¿Es eso a lo que te refieres?
—En efecto, mi amor—Responde con cariño el grandulón enmascarado.
—Bien, si no sirve podemos entreternos también—Responde la mujer enmascarada.
Se quedaron los dos enmascarados allí esperando por casi media hora hasta que la mujer salió del pueblo por donde vino. Cargada con un saco lleno de cosas, con la espada alzada en el aire, con una mano sostenía el saco y el mango de su arma, con la otra un pan que iba comiendo. Al ver que aún seguían ahí las figuras blancas de máscaras de oro y plata se dio la vuelta para regresar y salir por lado. Sus sentidos le pusieron en alerta a pesar de que los mismos enmascarados le habían guiado al botín de provisiones.
—Bueno, tu nos presentas—Dice el grandulón enmascarado.
—Claro—Responde la mujer enmascarada.
Los dos enmascarados corrieron detrás de la mujer quien por mero instinto de supervivencia soltó el pesado saco para poder correr más rápido, apenas soltó dicha carga vio una sombra encima eclipsando el sol, era el grandulón que había dado un gran salto por encima de ella desde muy atrás, cayendo justo medio metro en frente de ella. Dándose la vuelta para huir se vio acorralada por la mujer de mascara de plata quien se movía ágilmente a los lados cada que intentaba tomar una dirección.
— ¡NO, POR FAVOR! ¡HARE LO QUE ME PIDAN! —Grita la mujer viéndose acorralada.
—Muy bien—Dice la mujer enmascarada.
Como animal salvaje con la espalda contra la pared la mujer se da la vuelta queriendo atacar primero al grandulón con su espada. El intento fue inútil, el grandulón detuvo la hoja entre sus dedos, reteniendo el arma.
— ¡¿AHHH?!
Un aura como flamas de tono dorado rodeo todo el cuerpo del grandulón por medio segundo. Con solo su dedo índice golpeo la hoja de la espada y esta salió volando de las manos de la mujer quien cayó al suelo, su arma terminó incrustada en el techo de madera de una casa cerca de ellos.
— ¡ME RINDO, ME RINDO! —Grito repetidas veces la mujer en el suelo como último recurso.
—Eso fue fácil—Dijo el grandulón.
—En fin, no tengas miedo señora, solo queremos una cosita sencilla de usted—Expresó la mujer enmascarada viendo aquella penosa escena.
La pequeña mujer enmascarada se acercó y levanto del suelo a la mujer con suma facilidad.
—Una pregunta, ¿Qué tanto conoces de este Reino? —Dijo la mujer enmascarada rodeando el cuello de la otra mujer con sus manos.
— ¿EH? P-Pues… ¡M-Mucho, SI, MUCHO!
—Bien, veamos si es verdad—Dijo la mujer enmascarada.
De sus ropajes saco un mapa algo cubierto de sangre en algunas esquinas. Se lo pasó a la mujer quien lo sostuvo de forma temblorosa para examinarlo.
—C-Conozco toda la zona a donde marca esto… ¿N-Necesitan algo con eso...? —Decía temblando la mujer.
—Estupendo, necesitamos a alguien que conozca alguna ruta o atajo de ser posible, pero, ¿Dice la verdad, cariño? —Preguntó el grandulón a su compañera.
—No miente en absoluto—Responde la mujer enmascarada soltando el cuello de la mujer—. Llevémosla con nosotros todo el viaje.
— ¡¿Qué?! Esperen esperen, ¿A donde piensa llevarme?—Pregunta la mujer confundida por la situación.
El grandulón levantó a la mujer del suelo hasta colocarla sentada sobre su hombro izquierdo. La mujer sin protestar se limitó a dejarse mover cual títere debido al miedo que esta pareja le estaba haciendo sentir.
—Oh, ¿Dónde están nuestros modales? —Dijo la mujer enmascarada—. Tu espada que mi marido te hizo perder, ya te la traigo.
La mujer enmascarada se dirigió a la casa donde estaba clavada la gran espada en el techo. Se elevó poco a poco en el aire en medio de la nada como si estuviera subiendo escaleras hasta alcanzar el arma y bajar, de la misma forma como si estuviera bajando de unas escaleras invisibles. Ante lo que veía la mujer en el hombro del grandulón solo sentía más pavor al ver lo extraños que era sus captores, quedándose congelada de la impresión como un loro disecado.
—«Estoy jodida…»—Pensó la mujer viendo como la mujer enmascarada tomaba el saco del suelo que ella había dejado caer.
El grandulón extendió su brazo derecho y la mujer enmascarada dió un elegante salto, cayendo sobre el hombro de su marido quien empieza a caminar cargando a ambas como si pesaran igual que dos plumas para él.
—Será un viaje algo largo, acomodense entre mis bíceps como mejor les parezca. Si desea usted señora—Dijo el grandulón enmascarado dirigiéndose a su rehén—. Puede pedirme que suba mi mano para que se aferre mejor, ¿Le parece?
—G-Gracias... Muy amable—Responde la mujer.
A diferencia de la otra mujer la enmascarada iba manteniendo el equilibrio perfectamente, con las mano de su marido sujeta a ella en la pierna mientras esta saca de nuevo el mapa.
—Ahora guianos, es tu única labor—Ordena la mujer enamorada.
—S-Si...—Responde ya casi sin aliento la mujer tomando de nuevo el mapa en sus manos.
En la distancia en enmascarado con gran naríz metálica observa al trío alejarsez centrando toda su atención en la mujer que el dúo de enmascarados de oro y plata habían tomado de rehén.
—He movido mi ficha, ahora solo me queda arruinar lo demás—Dijo Celare para luego desvanecerse.
Editado: 12.09.2024