El desmembrado parecía un poco ido, resultado de haber estado una hora cargando a su compañera quien se había roto el tobillo. No estaba dispuesto a dejarla atrás, no por la recompensa sino por misericordia de dejar a una joven tirada en medio de la nada, cargando con ella el resto del trayecto. Su biología desmembrada le permite seguir adelante sin importar el dolor que sentía su espalda y piernas.
—«No puedo dejarla tirada» Piensa Edecan para poder ignorar el dolor.
Un sentimiento de nostalgia invade al desmembrado, recordando otras épocas donde era él quien cargaba de esta misma forma la pelirroja. Una risita se le escapó de pensar en la diferencia entre él y ella quien posee una fuerza descomunal, sin embargo recuerda como ella también quedaba exhausta luego de varios kilómetros.
—«Al menos ya llegamos» Piensa Edecan conteniendo su aliento.
—¡Hey Edecan, Lili!—Gritó Jack a la distancia.
Saliendo de sus pensamientos el desmembrado se percata rápidamente de quien lo estaba llamando, el joven familiar del amigable sujeto que le invitó pan y bebida en el anterior pueblo. Esbozó una sonrisa de tan solo verlo, levanta y baja la cabeza a modo de saludo, no pudiendo levantar las manos ya que cargaba a su compañera. Viendo esto el joven herrero se acerca para ofrecerle ayuda al cansado desmembrado.
—Edeca, ¿Asi te llamabas verdad, disculpa si me equivoco. Es bueno verte de nuevo—Dijo Jack al acercarse a Edecan.
—Gracias… Me quitas un peso de encima literalmente jajajaja…—Responde Edecan con las fuerzas que aún le quedaban.
Con cierta timidez la joven que acompaña al desmembrado baja al suelo. El joven herrero le da la espalda poniéndose en posición para que ella se suba en él para cargar lo que quedaba de camino subiendo la colina.
—«Aunque llegue tarde para ayudarte al menos puedes descansar un poco, amigo» Piensa Jack mientras la joven se sube en su espalda.
El desmembrado se sienta sobre el suelo para tomar un respiro, alza la cabeza luego de algunas respiraciones y ve al joven llevando a su acompañante. La nostalgia le invade, recordando otra época donde se imaginó a él mismo en el lugar de la joven y en lugar de Jack estaba la pelirroja que ambos conocían, misma que lo sacó de trance al verla apenas la figura del joven herrero dejó de tapar la vista hacia ella. En los ojos de la pelirroja solo se veía un ligero odio mezclado con indiferencia, una mezcla extraña a la par de desmoralizante. El desmembrado se quedó viéndola unos segundos hasta mirar a otros lado, segundos vuelve a mirar en dirección a ella pero esta ya estaba dándole la espalda subiendo la colina.
—«Qué tiempos aquellos, ¿No?» Piensa Edecan.
Con las fuerzas que aún le quedaban y habiendo tenido unos segundos para descansar el desmembrado se pone de pie y sigue solo el camino como todos los demás. Cuando por fin todos llegaron a los límites del pueblo fueron detenidos por una docena de soldados bien armados, los cuales tenían retenidos a la mayoría de mercenarios que habían llegado primero.
—No son bienvenidos, larguense—Exclama uno de los soldados.
—Sii, no aceptamos los de su cataluña por esos lugares—Dijo otro de los soldados el cual tenía una ballesta cargada apuntando a los mercenarios.
—Regresen por donde vinieron, mercenarios—Dijo el soldado que más cerca estaba del grupo de mercenarios reunidos, totalmente confiado en sí mismo en sus compañeros.
A la llegada de la pelirroja y el joven herrero cargando a la chica llega al mismo tiempo un caballero montando a caballo, seguido de una docena más de soldados detrás suyo para reforzar el creciente número de mercenarios que seguían llegando. Todos los presentes se quedaron en silencio y dejaron de discutir, los soldados apenas escucharon la voz de su superior se sintieron con más estoicismo y los mercenarios retrocedieron unos pasos atrás. Rodeado de sus hombres y con la mano en la funda con su espada agarrada del pomo el caballero ve la multitud, levanta la visera de su casco para verlo claramente y en su mirada se nota el desprecio hacia quienes ve.
—Sea cual sea su asunto en este poblado no estamos para más problemas, estoy conciente por sus ropas que sois mercenarios. Váyanse y no perturben la paz de estas tierras con su lealtad al dinero—Exclamó el caballero con una voz fuerte.
Sintiéndose indignados los mercenarios le empezaron a gruñir y gritar como animales molestos, cansados luego de un largo viaje, viendo que el sitio que miraban como punto de descanso ahora les rechazaba a pesar de no haber hecho nada. Los soldados en respuesta se pusieron en formación defensiva listos al aviso del caballero.
— ¡Les dos 10 segundos para que bajen por donde vinieron!—Ordena el caballero.
Ante tal amenaza los mercenarios se molestaban más y más, todo parecía que terminaría en un inútil enfrentamiento hasta que un casco metálico se asomaba de entre los mercenarios. Destacando por su gran altura la pelirroja avanza hasta ponerse en medio de ambos grupos. El caballero se quedó mirando fijamente a tal mujer tan alta que igualaba su estatura montando a caballo.
—No hay por qué derramar sangre en este lugar así que tranquilicemonos todos—Exclama Aria.
Varios de los soldados se quedaron sorprendidos y en alerta al ver a una persona tan grande venir hacia ellos. El caballero se queda en silencio viendo venir a la pelirroja hasta quedar frente a frente con ella. Un ambiente ajeno a la situación actual se hace presente entre ellos dos, como un sentimiento de familiaridad espontáneo.
—Disculpe señor caballero, sé que esto puede resultar un incordio y que es imposible que nos deje entrar al pueblo—Dijo Aria en un tono educado y bastante calmado.
—Ciertamente, señorita—Responde el caballero con algo de soltura, sintiéndose algo cómodo en presencia de Aria.
—Pero quizás esto le pueda servir, una simple propuesta donde todos ganamos. Nosotros venimos escoltando a este grupo de gente, ¿Podría darle posada a ellos? Si nosotros somos el problema podemos quedarnos aquí afuera esperando hasta mañana—Propone Aria.
El caballero durante varios segundos guardó silencio, observando de nuevo a los mercenarios notando que aquellos a los que hacía la pelirroja referencia no parecían mercenarios sino gente común por sus ropas. Los mercenarios que habían escuchado la propuesta también hicieron mala cara pero antes de que dijera algo se quedaron expectantes al caballero quien alza su brazo antes de hablar.
—Pueden dejar pasar a quienes hacen escolta pero ustedes se quedarán en este punto exacto, ni muy lejos ni muy cerca del poblado—Exclama el caballero para luego bajar su brazo.
Ante el inminente disgusto de los mercenarios todos los soldados y caballeros se pusieron en alerta. La pelirroja miró en dirección al grupo de gente, tanto mercenarios como herederos de la libertad quedaron atrapados en su mirada, incluso aquellos que la miraron de reojo quedaron atrapados viendo aquellos ojos amarillos, sintiendo sus cuerpos tensos.
—Ni se les ocurra hacer una estupidez—Ordena Aria para luego cerrar sus ojos, dejando libre a las personas.
Sintiéndose amenazados por una fuerza manyor el grupo de mercenarios y herederos retroceden sumisos. resignados los mercenarios aceptan la propuesta a regañadientes y deja el lugar, dejando atrás a los herederos de la libertad quienes avanzan más cerca de los soldados y caballeros, estos últimos sorprendidos de la sumisión de los que les parecían gente testaruda, recibiendo de buena forma a las personas.
—Bien, guiarlos a la posa de Carmelita, si pueden pagar por la noche le harán la noche a la vieja señora—Ordena el caballero a sus soldados.
—Sí señor—Responden varios de los soldados.
Con la situación resuelta la pelirroja se dispone a dar media vuelta y regresar con su grupo al ver salir entre los mercenarios al joven herrero. El joven había visto todo lo acontecido y no pudo evitar recordar la misma cordialidad que la pelirroja tuvo con los soldados y caballeros del anterior pueblo.
—«De nuevo esa aura de comodidad que desprende ella es desconcertante, a momentos parece la muerte personificada y en otra evoca un sentimiento como si fuera un vecino buena gente de toda la vida… » Pensaba Jack analizando la situación, consciente del poder de la mirada de Aria.
Justo al lado del joven herrero llega el desmembrado, un poco más recuperado y que también había visto lo acontecido..
—No ha cambiado nada estos años—Dijo Edecan.
— ¿Qué?
—Nada… Oye, Jack, ¿podrías ayudarme? —Preguntó Edecan.
—Claro amigo.
—Como no podré pasar esta noche allá, ¿Podrías cuidar de Lili por mi?
Sin decir más el joven herrero con una sonrisa asiente con la cabeza en aprobación. La joven a espaldas del herrero mira con ojos llorosos al desmembrado, ojos que reflejan una gratitud que no puede expresar con palabras por su cuidado desde que empezaron el viaje.
—Gracias Jack… Juro por Gavidia que te lo recompensare de algún modo.
—No hay problema hombre—Responde Jack.
En ese momento como una presencia que carga el ambiente de pesadez llega la pelirroja junto a ellos. Apenas verla el desmembrado alza su mano en saludo pero antes de poder saludar con palabras nota la fría indiferencia de la pelirroja quien solo mira al joven herrero.
—Hey Jack, ten esto—Dijo Aria dirigiéndose a Jack, ignorando a Edecan—. Tráeme 40 botellas de lo que sea, mientras tenga alcohol me sirve—Dice entregando al joven una bolsa llena de sólidos de plata.
Viendo la cruel indiferencia de la pelirroja hacia su amigo el joven herrero por un instante piensa en intervenir pero desiste de hacerlo reconociendo que no valdría la pena meterse en problemas con ella. Recibe la bolsita con los sólidos de plata y la cuadra en uno de sus bolsillos
—Entendido, ¿Y qué harías tú, te irías con ellos? —Pregunta Jack mirando en dirección a los demás mercenarios.
— ¿Con ellos? No, iré por mi propio lado. ustedes asegúrense de descansar—Responde Aria.
—Está bien…
Apartándose del grupo el joven herrero se dirige junto a la compañera de su amigo el desmembrado, siendo lo más cuidadoso posible debido a su cojera. Al verlos alejarse la pelirroja recuerda las acciones temerarias del joven, empezando a maquinar una idea que al instante toma del brazo al desmembrado quien hasta ese momento la veía con tristeza.
—¿Hey que haces?—Pregunta Edecan en el momento en que Aria le agarra del brazo con fuerza.
—Solo cállate y sonríe—Responde Aria.
Jalando al desmembrado la pelirroja llega al lado del joven herrero y la chica hasta donde estaban los soldados y el caballero. Solo faltaban el joven y la chica para que todos los herederos de la libertad se quedaran en el pueblo pero de nuevo los soldados se pusieron alerta cuando la mujer grande se acercó a ellos, para el desconcierto también del joven herrero quien nota al instante a su amigo siendo llevado por la pelirroja.
—Estos dos serían los últimos escoltas, sin embargo, ¿Podrían hacer una excepción con este de aquí y dejarlo pasar?—Propone Aria, dejando algo desconcertados a los soldados.
El primero en responder fue el caballero quien se puso a examinar primero al mercenario que la pelirroja tenía agarrado del brazo. El desmembrado recordando lo que le dijo ella sonrió cuando sus miradas se cruzaron, luego la mirada del caballero sube hasta cruzarse con la mirada de la pelirroja. Un sentimiento de familiaridad se hace evidente entre ellos, a pesar de nunca haberse visto antes. Esto provoca un veredicto del caballero impulsado por sus emociones más que por su pragmatismo u moralidad.
—Mmmm, no parece tan sucio como los otros y no se ve que esté fingiendo su cara a pesar de lo nervioso que está—Dijo el caballero en voz alta—Revisenlo y quitenle toda armas que tenga encima o debajo de su ropa, luego de eso podrá entrar.
Tanto el joven herrero como la joven y el desmembrado se quedan perplejos por lo que acaba de pasar. La más contenta por esta decisión fue la joven quien esboza una gran sonrisa para alegría del joven herrero.
—Gracias…—Susurra Edecan.
—No des las gracias, ahora me debes un favor, cuida Jack y que no se meta en problemas hasta mañana, ¿Me oíste?—Susurra Aria y suelta el brazo de Edecan.
—Me parece justo…
El desmembrado se unió al joven herrero y su compañera para ser revisados por los soldados, dejando atrás sus sacos junto a la pelirroja para que no fuese visto el contenido importante que traen consigo. Al terminar los soldados les dejan vía libre y los tres se van en dirección al poblado. El caballero hace un gesto inesperado para sus hombres y estos sin decir nada reaccionan en respuesta, apartándose y dejándolo solo con la pelirroja.
—Ja, eres bastante buena con las palabras para habernos convencido, no eres una simple mercenaria a pesar de tus humildes vestimentas—Dijo el caballero habiéndose fijado en la pechera de bronce que Aria lleva, y el casco que solo le cubría media cabeza.
Aún atrapado en esa confianza que siente el caballero habla con la pelirroja de forma casual, como si fueran amigos de hace mucho tiempo sin verse.
—… Cosas de la vida, un día estás trabajando y en otro ya estás blandiendo una espada, no muy diferente a un soldado—Responde Aria.
—Sí pero… Eres una mujer, una muy bonita. Sería una pena que mueras a manos de bandidos con ballesta que suele haber por ahí afuera—Dice el caballero en un tono triste.
Ante la afirmación del caballero la pelirroja piensa unos segundo su respuesta.
—Se como moverme—Responde Aria, reacia a delatar su fuerza y resistencia.
El caballero se acerca un poco más a la pelirroja, ahora cautivado por ella estando en calma y a solas.
—Eres más alta de lo que pareces… Hmp, digo, Nunca es tarde señorita. Le puedo tender la mano para que salga de esa vida—Propone el caballero de forma desinteresada.
—Gracias… ¿Pero como planeas sacarme exactamente? Y no es que esté aceptando, solo tengo curiosidad sobre la naturaleza de su propuesta—Dijo Aria mientras mira a los ojos al caballero.
—Pues…
Debido a la cercanía que la pelirroja había generado mediante su mirada el caballero se le notaba un brillo en sus ojos, uno que no podía ser otra cosa que el enamoramiento del hombre hacia ella. En el pasado pocas veces algo así ocurría, la pelirroja se cercioraba de siempre ahogar cualquiera de estos sentimientos que pudiese provocar al generar simpatía rápidamente, pero hoy anduvo descuidada por los eventos ocurridos y la urgencia de ganarse al líder de los soldados tuvo esta consecuencia.
—No sé si… ¿Te gustaría pasar a comer algo en el pueblo? Puedo darte el permiso de entrar, te ves cansada—Dijo muy amablemente el caballero.
—Lo siento… No puedo—Responde Aria de manera cortante pero algo apenada.
El caballero viendo la negativa de la pelirroja con buenos modales se da cuenta que no podía avanzar más de allí. Hace una mueca de tristeza pero se mantiene firme sin mostrar mayor debilidad.
—Oh… Entiendo, disculpe de todos modos. Si necesita algo llámame por mi nombre a los soldados, soy Gregory—Responde Gregory de forma educada.
—Gracias… Gregory, lo tendré en cuenta si necesito algo.
—Por cierto, ¿Cómo es tu nombre?
—Me llamo… Aria—Responde Aria.
Con esas últimas palabras entre ellos ambos se dan la vuelta y se van en direcciones opuestas. A cada paso el caballero mira discretamente atrás viendo a la pelirroja alejarse cargando ella sola todos los sacos. Por su lado la pelirroja andaba confundida, pensando que hizo mal esta vez para haber creado esta situación que no quería, lo que esperaba era cercanía de amigos pero no entendía cómo esto llegó a este punto de interés.
—«Solo hice que pudiéramos empatizar casi al momento, ¿En qué momento se volvió enamoramiento?» Se pregunta Aria un poco confundida.
—«Maldición… Justo de mi tipo… Alta… ¡Y ES LA MÁS ALTA QUE HE VISTO NUNCA! Mañana será mi última oportunidad, no parece que se vayan a quedar tanto tiempo» Pensó Gregory mientras se acercaba a sus hombres—. Soldados… Requiero de su ayuda, en un asunto—Dijo Gregory algo apenado.
Uno de los soldados amigo cercano del caballero apenas vio de qué se trataba esa expresión y comportamiento sonrió. El caballero vio a su amigo conteniendo las risas alzó su mano
—¡No te rías hijo de puta, es algo serio!—Exclama Gregory.
—Jajajajajajajaja
Retirándose con sus compañeros el caballero dejó a los reemplazos nocturnos. A la distancia yacía la pelirroja recostada contra un árbol viejo, mirando al caballero irse entrando al pueblo. No pudo hacer otra cosa sino exhalar un suspiro mirando al cielo nocturno. Se quitó el casco y miró de nuevo el sitio donde estaba antes el caballero. Había analizado con su olfato al caballero con suma precisión, además de detectar la presencia también era capaz de saber más detalles, formando una imagen del hombre casi desnudo en su mente, apreciando cada músculo e incluso los cabellos debajo de la ropa. En ese momento recordó la propuesta que el caballero le había dado, como un eco que se repetía una y otras vez. Esto solo le hizo soltar un suspiro profundo.
—Sería problemático…—Dijo Aria en voz baja. «Además ya a este punto sentar cabeza es una ridiculez…» Piensa Aria algo triste.
En los alrededores todo transcurre con relativa normalidad, una noche tranquila, pacífica y por demás fría debido a los vientos. Los mercenarios se quedaron afuera armando una sopa comunal entre ellos con cosas que pudieron cazar en las cercanías. No se habían percatado de la ausencia de Edecan pero estaban tan borrachos por la bebida que no se darían cuenta. Todos los guardias los tenían bien vigilados pero estos no presentaban signos de peligro fuera de escuchar preocupantes gritos entre ellos que nunca terminaban en peleas. Lejos sentada contra un tronco estaba la pelirroja, mirando el cielo nocturno y respirando el aire de las montañas, dejando una estela espesa debido al calor que su cuerpo generaba al contacto con el frío. Frente a ella llega el joven herrero cargando el solo un pesado saco. El ruido de las botellas delataba su contenido.
—Te habías tardado—Dijo Aria.
—Perdona, es que nos ofrecieron comida y si no me sentaba a comer la perdería, además tuve que rogarle un buen rato al tabernero para que me vendiera tanto alcohol—Responde Jack dejando caer suavemente el saco en el suelo.
—Me parece una excusa razonable, ¿Donde están ellos dos?
—¿Edecan y Lili? Están en la posada—Responde Jack.
—Bien—Responde Aria para luego extender su mano y agarrar el saco—. Tengas buena noche Jack.
—Igualmente… ¿No te irás con ellos? Digo, hace mucho frío aquí afuera—Dijo Jack un poco tembloroso por el clima.
—Hmp
La pelirroja se quitó un guante y extendió su mano hacia el joven herrero. Confundido este último estrecho su mano con la de ella. Al contacto pudo sentir un calor emanando de la piel de la pelirroja que le dejó la mano caliente,
—Vaya, pareciera que estás con fiebre o algo—Dijo Jack mientras se tocaba la mano caliente con la otra fría.
—Mientras tenga bebida puedo mantener mi temperatura—Responde Aria mientras abre el saco.
—Oh, por eso no te importaba dormir afuera aquella noche—Señala Jack al recordar cuando se quedó a dormir con las dos mujeres.
—Interior, exterior, para mi son solo lugares. Vete que ya es tarde y mañana nos iremos temprano.
—Está bien, hasta mañana—Se despide Jack para irse.
Yéndose el joven herrero pasó al lado de los soldados, apenas sintieron un gran frío se fueron adentro del pueblo, otros soldados llegaron en reemplazo vestidos con un grueso gambesón. Presas del frío los mercenarios comieron tan rápido como pudieron y se atrincheraron en sus tiendas cubiertos de toda tela posible. Por su parte la pelirroja seguía ahí en el mismo sitio, inmóvil, mirando al cielo con su cabeza recostada contra la madera. A pesar de solo tener metal encima la temperatura de su cuerpo la mantiene tibia.
—… Frío… frío—Decía en voz muy baja la pelirroja, el frío poco a poco estaba haciéndose presente.
Empezó a beber de las botellas hasta acabar con todas en poco tiempo. Poco a poco su cuerpo se fue calentando de nuevo y se quitó la pechera debido al aumento de tamaño de sus pechos. Ahí en medio del frío de la noche protegida del frío sólo podía sentir una cosa, melancolía. No se sentía como los demás, no se percibía como los demás, pero algo si era capaz de provocar estos climas a ella y era tristeza. Cerró los ojos y se imaginó viendo otro lugar, dentro una cabaña; la leña del lugar mantenía el lugar caliente, su mirada se alzó al techo y vio como una mano pasó por encima de ella, jalando una cobija de piel de animal que la cubrió hasta el cuello, luego la mano frotó levemente su frente. Abrió de verdad los ojos, vio alrededor de ella fugaces figuras humanas que iban dejando huellas por donde pasaban.
—«Y son ustedes mi única compañía» Pensó Aria al ver las sombras regresar, girando a su alrededor como cuervos sobre un cadáver.
Interrumpiendo la marcha de las alas alrededor de ella algo se acerca. Ella huele al instante y se da cuenta que es una presencia que conoce, gira en dirección a la presencia y se da cuenta que es el caballero, abrigado con un gambesón y sin casi armadura. se acerca a la pelirroja de forma lenta.
— ¿Estás bien con estar aquí afuera, señorita? —Dijo Gregory en un tono amigable.
—¿Qué hace usted aquí ante mí? —Preguntó Aria extrañada de la presencia del caballero ante ella.
—Solo vengo a hacerle compañía, una mujer solitaria necesita compañía—Responde Gregory con algo de nerviosismo oculto en su confianza.
—… No eres muy bueno en esto, y lo digo sin tener mayor experiencia en estas cosas—Señala Aria dejando expuestas las intenciones del caballero.
—Me atrapaste, como buen caballero si te quitan el casco solo queda ir hacia adelante—Responde Gregory en un tono algo burlón.
—Ja, que descarado. Tienes más experiencia de la que aparentas.
—La honestidad ante todo jajaja.
Concentrada en el caballero la pelirroja apenas se da cuenta de algo que este traía en sus manos, una taza de cerámica de la que salía una visible estela de vapor. El caballero extiende su mano y ella lo agarra. Ve el contenido y nota un liquido de color verdoso.
—Algo para el frío, señorita. Noto que usted ni siquiera está temblando ante este clima—Dijo Gregory notando la resistencia de Aria al frío—. Igual le recomiendo este delicioso té, sirve para relajar el cuerpo.
Sin pensarlo mucho la pelirroja bebe un sorbo del té, notando un sabor a menta, anís y canela. Se toma el té caliente de un sorbo y le entrega el vaso vacío al caballero sorprendido.
—Veo que el calor también le es indiferente.
El caballero se acerca a la pelirroja y se sienta sobre una gran piedra a unos metros de ella. La cercanía entre ellos le hizo sentir un clima diferente, cerca de la pelirroja el frío se vuelve tenue y agradable. Viendo a sus alrededores el caballero toca la tierra y siente el pato caliente, toca el pasto un poco más allá y lo nota frío.
—Vaya, es todo un clima diferente estar cerca de ti. Había conocido gente de sangre caliente pero esto es otra cosa jajajaja—Dijo Gregory.
—Ja…
El caballero se acerca unos centímetros y se quita el guante que cubría su mano. La pelirroja nota esto y voltea a verlo.
—¿P-Puedo tocarte?
—... Bueno.
La pelirroja se quita el casco y deja su cara expuesta ante él. El caballero antes de tocarla admira unos segundos su rostro, le toca la mejilla con su manos desnuda y siente un calor recorrer su mano.
—QUe… Que cálida eres, señorita—Dijo Gregory.
Un cielo se cierne entre ellos, la pelirroja al darse cuenta de esto y de las emociones del caballero decide ser quien hable primero.
— ¿Vives aquí? —Preguntó Aria.
—Si, aquí me crié—Responde Gregory.
—Esto parece un lugar humilde, dices ser caballero pero no luces como alguien de la nobleza—Observa Aria al analizar los rasgos del caballero.
—Je, soy un caballero a secas, no he escalado a mayores rangos—Responde Gregory algo apenado.
—Seh, es lo malo de ser alguien de origen humilde, igual has de ser más fuerte que cualquier pomposo noble de rangos algo superiores—Responde Aria de forma algo despectiva hacia los nobles.
Apenado el caballero niega con la cabeza y las manos.
—No no, estoy bien aquí donde estoy. No he escalado más arriba porque no lo necesito—Responde Gregory.
—¿Te pagan bien?
—Si, aunque eso es lo de menos. Soy el protector de este pueblo y tengo a todos mis amigos a mi lado, a mi familia. Lo tengo todo aquí—Responde Gregory orgulloso
—Entonces no escalas porque no tengas la oportunidad, ya eres feliz.
—En efecto, señorita.
—Umm ya, entiendo…
—Pero… Me falta algo…
—¿Qué le falta a un hombre exitoso como usted? Suena a que lo tiene todo, amigos, familia, dinero.
—Compañía…
—Lo siento pero yo…
—¿No te sientes cansada de esta vida? Ser mercenario… Vivir por y para el dinero, ¿No hay algo más que te llene?—Pregunta Gregory
Ante la pregunta la pelirroja se queda en silencio unos segundos pensando su respuesta, no porque no supiera qué responder sino que no debía responder al caballero.
—No es el dinero o el peligro, es algo más… Igual no veo por que te interesas por alguien como yo, teniendo tanto éxito puedes tener a quien sea de prometida. Me sorprende que seas tan mayor y sigues sin una prometida—Dijo Aria observando al caballero con cierta curiosidad.
El caballero mira a otro lado apenado, pensando si lo que iba a responder era lo indicado y si debía abrirse tanto ante ella. Sin dudarlo más decide quitarse un peso de encima sin mayor pena.
—No soy tan viejo, tengo 29 años, ¿Y tú cuántos tienes?
—Tengo 21
—Oh, eres más joven que yo, duele que alguien más joven me critique jajaja—Dijo Gregory.
—Ja, lo siento por eso, entiendo el dolor de que alguien más joven me crea más vieja de lo que parezco… Aunque eso no responde mi pregunta, ¿Por qué estás solo?
—Yo… Soy de una familia humilde, gasté toda mi juventud para llegar a donde estoy por mi familia y le abrí camino a mis jóvenes hermanos—Responde Gregory.
Las palabras del caballero llegaron a la pelirroja, sintiendo empatía por el sacrificio de este por sus seres queridos.
—Entiendo ese sentimiento…
—¿Entonces eres mercenario por tu familia?—Pregunta Gregory pensando que está cerca de la verdad.
—No… No tengo a nadie por quien luchar… Es solo que… No es algo importante o que pueda decir.
—Entonces, estás básicamente a la deriva en la vida.
Sin responderle al caballero la pelirroja solo asiente con la cabeza, no queriendo detallar más en su situación compleja e imposible de explicar. De repente el caballero se acerca un poco más y posa su mano en el hombro de ella.
—Puedo darte una salida a todo eso… Aun si no somos nada al final al menos podría darte un mejor propósito—Dijo Gregory con una tierna sonrisa en su rostro al expresarse.
Con solo mirarlo a los ojos la pelirroja se da cuenta de las nobles intenciones del caballero, no solo busca pretenderla a ella sino que también con tristeza afirma de forma honesta en última instancia apoyarla. Ese sentimiento le aprieta un poco el pecho más por tristeza que por emoción.
—«Me recuerdas mucho a… No importa, debo ser firme pero tampoco quiero romper sus ilusiones frente a frente… Ya se, le dejaré en duda hasta mañana» Piensa Aria—. Dejame pensarlo…
—N-No tienes que decidir ahora, piensa en ello hasta mañana.
—... Mañana te doy mi respuesta entonces.
—Está bien… Hasta mañana señorita.
—Hasta… Mañana.
La pelirroja observa detenidamente al caballero irse, no solo con su vista sino también su olfato para impregnarse de su presencia. Aquellas palabras e interés del caballero llamaron mucho su atención, pero apenas se alejó lo suficiente el caballero las sombras de los difuntos volvieron, envolviendola y empañando la figura del caballero.
—Jajajajajajajajajaja
Entre risas las figuras fantasmales llenas de odio se regocijan ante la pelirroja, dándose cuenta de lo ocurrido y burlándose de ella a sabiendas de su situación. La pelirroja también se da cuenta y se siente como caída de una nube a la que se había subido.
—Je… Esposo y familia, casa y hogar…—Dijo Aria en voz baja.
—Es imposible.
—Tu única compañía somos nosotros, maldita.
—Esperando el momento indicado.
Las sombras se mofan de ella pero poca atención les da luego del principio. Poco a poco se desvanecen tan rápido como llegaron, conscientes de su inminente paso por los sueños. La pelirroja cabecea un poco, el esfuerzo ejercido estos últimos días era demasiado para ella, no dormir como era debido le causaba el manifestar más frecuente las sombras que le persiguen.
—No es algo para mi—Dijo Aria en voz baja.
Antes de caer dormida la pelirroja alzó su cabeza y notó algo, soldados empujan carretillas con algo en ellas no muy lejos de donde estaba. Cañones de bronce con cabeza de león son dejadas en lugares estratégicos, el más cercano empujados por uno de los soldados nota la presencia de la pelirroja, saludando antes de seguir con su trabajo.
—¿Qué es eso que llevan?—Pregunta Aria al joven soldado.
—Buenas noches, ¿Esto? No sabemos con seguridad, los llaman sifones de fuego—Responde el joven soldado.
—¿De dónde los traen?
—Nos lo mandaron la gente de Ulfar, últimamente han venido criaturas extrañas. Las efigies las trajeron junto a un libro que vamos a analizar en un rato.Es delicado este asunto y debemos prepararnos—Responde el soldado.
—A estas alturas la han de tener fácil—Dijo Aria.
El soldado suspira ante las palabras de la pelirroja, un poco molesto por las medidas que estaban tomando.
—No tanto, es una situación complicada. Han habido derrumbes por las rutas de y en estos momentos por donde vinieron ustedes es la única segura. Si esas criaturas llegan a venir aquí estaremos atrapados—Responde el soldado.
—Oh, entonces ignorenme y sigan con lo suyo, no quiero hacerles perder más tiempo—Responde Aria.
—Gracias—Responde uno de los soldados.
La pelirroja recuerda su visita al anterior poblado, sintiéndose algo más segura viendo el nivel de preparación de los pobladores sumado a la diligencia de sus fuerzas militares. Con esto en mente la pelirroja decide que ya es hora de caer rendida en el mundo de los sueños, se acomoda a gusto allí donde está sentada y por su propia voluntad todo a su alrededor se torna negro. En este estado antes de llegar a la tierra donde habita su conciencia dormida nota que está dura más, un limbo causado porque su percepción detecta que algo o alguien se acerca. Medio dormida detecta con claridad que algo se acerca a ella, identificando que es el caballero con quien había hablado.
—«¿Qué hace él aquí ahora?» Se pregunta Aria en sus pensamientos.
Sintiendo que el caballero está cerca suyo sus instintos le dicen que se levante, lo agarre del cuello y lo mate ante la más mínima sospecha pero se contiene, esperando algo más debido a su compasión pero esto le requiere un gran esfuerzo mental. Oponerse a sus instintos de supervivencia se le hacen un trabajo difícil pero recuerda lo hablado con el caballero como tranquilizante, pensando en los seres queridos del caballero.
—«Aléjate de mí…» Piensa Aria mientras evita que su cuerpo se mueva.
Acallando sus instintos la pelirroja siente que algo suave cae sobre cuerpo. Con el olfato detecta el algodón y el grosor de varias capas que la cubren. También logra detectar en su mente frente a ella en el limbo entre la realidad y los sueños una imagen del caballero, viéndolo acomodar la manta de lana con delicadeza con una sonrisa en el rostro. La pelirroja no sabe cómo reaccionar y se queda quieta, evitando cualquier acción hostil pero con una vigilancia ante el caballero. Habiendo acomodado la manta el caballero lentamente y él un silencio que solo ella logra detectar este se va del lugar. Alli sola en el vacio negro la pelirroja ve la presencia del caballero desaparecer, dejandola extrañada por aquella accion.
—«Hmp, alguien tan cálido no merece alguien como yo, no quiero manchar ese hermoso mundo suyo» Piensa Aria en medio del vacío.
Con aquella seguridad la pelirroja decide dormir completamente, el avismo de oscuridad a su alrededor se cierra sobre ella y siente como si fuera tragada. Atravesando la oscuridad emerge en un mundo radiante, saliendo de entre la tierra en medio de un vasto prado verde. Los movimientos de las nubes alrededor se aceleran, sus sombras proyectadas en el suelo se deforman hasta volverse figuras humanoides que rodean a la pelirroja, como una jauría de lobos rodeando su presa. Al verlos ella los reconoce al instante, las sombras de aquellos que ha matado y buscan venganza han llegado, consumidos totalmente por su odio.
Interrumpiendo a las sombras alguien llega de sorpresa y se acuesta al lado de la pelirroja. Todas las sombras huyen despavoridas de tan solo verlo, al enmascarado dueño de Merces quien se queda viendo el cielo azul que se va despejando. La pelirroja volteó suavemente su cabeza para verlo y nota una sonrisa burlona detrás de la máscara.
—Qué... Haces… Aquí…—Dijo Aria débilmente en el sueño.
—Oh, ¿Interrumpo algo? Como estabas ocupada afuera con tu enamorado no quise interrumpir. Sé que te duele mi presencia aquí pero seré breve. Varias de las parejas han muerto de camino a aquí—Dijo Celare.
—Cuan... ¿Cuántos?
—5 parejas completas para un total de 10, herederos de la libertad con sus mercenarios, muertos—Responde Celare levantándose del suelo.
—Las criaturas… Son un problema—Dijo Aria, pensando que las parejas se habían encontrado con los mismos percances que ella.
—Jaja, no fueron esas cosas.
— ¿Qué…?
Justo en el momento cuando la pelirroja quería preguntarle al respecto algo ocurrió. Unas voces se empezaron a escuchar a la lejanía dentro del sueño, muy vividas para ser parte de su sueño para a la vez borrosas debido a la lejanía mental del exterior con el interior..
—Oh, parece que mi presencia hizo que el sueño fuese más breve de lo habitual, supongo que un mal sueño no será mucho para ti, ¿Verdad?—Dijo Celare.
Con todas sus fuerzas la pelirroja logra levantarse del sueño dentro del sueño. Al estar totalmente erguida despierta y nota que ya es de día. Los gritos eran de los pobladores quienes huían despavoridos, los soldados trataban de mantener la calma lo mejor que podían.
— ¿Qué está pasando? —Preguntó Aria mientras se levantaba del suelo.
En ese momento vino corriendo hacia la pelirroja el joven herrero a toda prisa, esquivando como mejor podía a toda la gente que corría en todas direcciones. Detrás del joven venía corriendo el desmembrado con su compañera. Al llegar con la pelirroja todos tomaron aliento primero.
— ¡Llegaron los alcrodos! —Gritó Jack.
—¡Por Gavidia vámonos de aquí!—Gritó Lili
Mirando a su alrededor la pelirroja nota como ya no había nadie en el campamento de los mercenarios, todos se habían ido. A lo lejos vio al caballero reuniendo sus fuerzas y evacuando a la gente a un lugar seguro.
—¿Se fueron todos los mercenarios? —Preguntó Aria.
—Si, ya no estaban cuando hubo el anuncio hace unos momentos pero dejaron atrás a todos los herederos en la posada…—Responde Jack algo indignado
—… Ahhh… No me importaría menos pero…—Dijo Aria Aria para callarse unos segundos y pensar, jira detenidamente a Jack y nota cómo su atención y preocupación está en otro lado.
Dándose cuenta de las intenciones del herrero la pelirroja saca su lengua y huele el ambiente en dirección a donde este miraba, confirmando que la preocupación del joven estaba en todos los herederos de la libertad que habían quedado abandonados por sus compañeros. Llena de cólera al ver que se repetía la misma situación de antes la pelirroja avanza hasta el joven herrero y lo toma de la ropa, relatandolo del suelo y acercando su rostro al suyo para que sus miradas se crucen.
—No juegues al héroe esta vez, Jack—Dijo Aria mientras paraliza los movimientos de Jack con su mirada.
El desmembrado y la joven se alarman ante lo que están viendo, esta última intenta con el poco valor que tiene dar un paso al frente pero es detenida por el desmembrado, consciente de que podría salir dañada de tan solo acercarse.
. —«Jack… No… » Piensa Edecan impotente viendo a su amigo, temeroso de que la pelirroja podría matarlo en tan solo un segundo.
Entumecido el joven herrero intenta moverse pero cada movimiento le es imposible y encima doloroso. Con sus únicas fuerzas mira de forma desafiante por unos segundos a la pelirroja quien al verlo desprecia su resistencia.
—No voy a dejar que me pongas en riesgo por tu buenismo, te voy a dejar inconciente de nuevo no importa si daño tu cabeza de manera permanente—Dice Aria con una mirada tan penetrante a los ojos de Jack que este ultimo ve un abismo negro en esperar de tragarle.
A lo lejos los gritos del caballero se escuchan con claridad, gritando a todo pulmón en un esfuerzo de que todo salga bien a pesar de las circunstancias. Debido a esto algo en el corazón de la pelirroja le hace dudar mientras escucha, mira al joven herrero resistiendo apretando los dientes y con lágrimas cayendo de sus ojos. La escena le hace dudar aún más y decide cerrar sus ojos y soltar al joven quien cae al suelo. El desmembrado y la joven se acercan al joven herrero para ayudarlo a ponerse de pie.
—«Cuanto me odio a mi misma y a todo en estos momentos…» Piensa Aria mientras se aprieta la nariz con fuerza. «No hay de otra, complicar más las cosas pero de forma algo segura»
Abriendo sus ojos la pelirroja avanza unos pasos y le hace sombra al joven junto a sus amigos, quienes la ven con cierto pavor.
—Bien… Haremos lo siguiente: Ustedes se llevarán a los herederos junto a mi saco—Dijo Aria para luego agarrar el saco con el escudo y dejándolo caer sobre Jack—. Yo haré resistencia junto a los caballeros para que pueda abrir una vía libre, los alcanzaré luego.
Con esas instrucciones el joven herrero junto al desmembrado y la joven parten en dirección al poblado. Habiendo poco tiempo la pelirroja se acomoda su armadura y avanza hasta donde estaban los soldados rodeando al caballero en busca de guía. Barriles cargados por soldados pasaron a su lado en dirección a los sifones. Más abajo en la pendiente podía escuchar gritos de los soldados quienes estaban conteniendo a los alcrodos como mejor podían.
—¡Mi señor! ¿Cómo haremos para evacuar a la gente? No tenemos suficiente combustible para repeler a las criaturas…—Dijo Unos de los soldados, consciente de que el tiempo que estaban comprando sus compañeros más abajo se agotaba a cada segundo.
—¡Calma! Debemos pensar detenidamente nuestro siguiente movimiento… ¿Seguros que todas las vías siguen tapadas por piedras? Estoy seguro que había gente desde ayer temprano ayudando a abrir las rutas—Dijo Gregory
—Mi señor… La mayoría siguen bloqueadas por los derrumbes, solo dos rutas están casi abiertas pero aún tienes piedras que dificultan el paso—Responde otro de los soldados.
Pensativo el caballero hace un gesto con su mano que sus soldados obedecen al instante, dividiendo el grupo en tres aunque de forma dispareja. Juntos a ellos llega la pelirroja quien había escuchado la mayoría dicho por el caballero y los soldados.
—Un grupo se quedará aquí y los otros dos se irán a despejar ambas rutas—Ordena el caballero.
En silencio la pelirroja atraviesa el grupo de soldados quienes la evitan de tan solo verla, abrumados por su extraña presencia que parece ejercer una presión sobre el ambiente a su alrededor pero este no es sentido por el caballero.
—No—Responde Aria ante la propuesta de Gregory—. Lo mejor que pueden hacer es dividir sus fuerzas y escoltar a la gente del pueblo por las rutas. Si todo falla al menos uno o dos se salvarán—Propone Aria.
En silencio pensando se queda el caballero, los demás soldados no tardan en alzar su voz en protesta ante el atrevimiento de la pelirroja en entrometerse en este asunto delicado. El caballero mira fijamente a los ojos a la pelirroja.
—¿Estás segura de eso? ¿Cómo van a retener unos pocos soldados esta posición?—Pregunta Gregory por más detalles.
—¿Cuántos soldados se necesitan para manejar los sifones?—Pregunta Aria.
—Los sifones no son suficientes, pero respondiendo a tu pregunta solo dos soldados se necesitan por sifón—Responde Gregory.
—Entonces déjame a 9 hombres, yo me encargare del resto tú ve y guía a la gente a un lugar seguro—Responde Aria con seguridad reflejada en sus ojos.
Sin siquiera usar su poder en el caballero la pelirroja logra convencer al caballero y este último hace un gesto, sin mayores protestar los soldados acatan sus señales y los 9 soldados se acercan a la pelirroja. El caballero junto a los demás soldados se alejan hasta el pueblo, dispersando sus fuerzas para guiar a la gente. La pelirroja se aleja con los soldados en dirección a la pendiente pero ella mira atrás, a lo lejos ve al caballero siendo recibido por una señora mayor de pelo algo canoso, varios niños, adolescentes y adultos jóvenes se acercan con visible familiaridad, eran la familia del caballero. El caballero abraza a su madre con fuerza y todos se retiran junto a él y más personas. Esta escena hace sentir cierta nostalgia a la pelirroja pero esta acalla rápido estos sentimientos y devuelve su mirada al frente
—¡Preparense! Dijo Aria.
Todos los soldados tomaron posiciones en los sifones, uno atrás con un aparato al que le debía ejercer fuerza echando aire a través de una manguera, el otro soldado con su fuerza debía mover el sifón el pesado sifón mientras el ruido del líquido cargado en este se movía. La pèlirroja se posiciona en medio de los alejados sifones y se preparan. Uno de los soldados en los sifones sopla con todas sus fuerzas un silbato y todos los soldados que había quedado abajo reteniendo a los alcrodos dejan su trabajo u suben la cuesta. De los más de veinte soldados solo unos 4 logran regresar con los alcrodos llegando segundos después.
—Por Gavia… No…—Dijo en voz baja uno de los soldados que manejaba los sifones, abrumado de ver que entre todos sus compañeros solo unos cuantos habían quedado.
—... Amigo…—Dijo uno de los soldados detrás de los sifones cuando vio que entre los 4 soldados que pasaron corriendo ninguno era el amigo suyo que había ido con todos los demás antes.
Viendo a los Alcrodos llegar y a los soldados dejados a su cargo desmoralizados la pelirroja se dispuso a mirarlos a los ojos. Apenas verlas a los ojos unos instante cuál aguja inyectando les inyectó un sentimiento más fuerte que el miedo o la tristeza, un odio que enfocaron hacia las criaturas.
—¡Ahhhhhhhhhhhh!
—¡Mueran malditos cosas en nombre de Gavidia!
Los soldados embriagados de odio ahora tenían una fuerza reanimada, haciéndoles manejar con facilidad los sifones que al principio les parecen toscos de manipular. Sin embargo el odio que sentían hacia los Alcrodos era tal que ignoraban todo a su alrededor, atrapados en un podio que apenas podían controlar.
—Muy bien, así no verán lo que haga—Dijo Aria mientras miraba a los soldados trabajar.
La potencia de fuego del líquido encendido que lanzaban los sifones derretia a los Alcrodos con gran facilidad. Analizando la situación la pelirroja sintió que necesitaba un mayor panorama de la situación actual, debido a que no podía sentir a las criaturas con su olfato. Dio un gran salto y en el aire pudo ver mejor el panorama. Los Alcrodos eran tantos que parecían una marea oscura. Mirando detenidamente la pelirroja logra notar antes de caer como las criaturas se detenían entre sí.
—«A pesar de ser una cantidad abrumadora una veintena de soldados les retuvieron unos minutos, al chocar unos con otros se estancan y solo avanzan los que están más al frente. Es una lucha de cantidad contra recursos, y nuestros recursos no parecen ilimitados como esta marea de» Piensa Aria, pensando en cómo debería ser su accionar. «Los sifones deberán de retener a los alcrodos lo suficiente, ha creado un muro de fuego»
Rompiendo esas últimas ilusiones de la pelirroja alcrodos encendidos traspasan la cortina de fuego generada por los sifones. Las criaturas en llamas arden hasta derretirse en el suelo, consumiendo algo del fuego a su alrededor por unos segundos. Este hecho le hizo darse cuenta que su resistencia no duraría mucho, los Alcrodos sacrificaron lo suficiente para pasar este obstáculo.
—«Nos queda menos tiempo del esperado, pero será suficiente, las personas ya se habrán ido a las rutas de escape y habrán abierto el paso» Piensa Aria siendo optimista.
Gritos se escuchan desde el pueblo, gente corría despavorida llamando solo la atención de la pelirroja, mientras los soldados seguían inmersos en su rabia asesina. Estructuras alrededor del poblado se llenaron de lianas carnosas que quebraron los edificios con suma facilidad, levantando los escombros resultantes y lanzándolos en dirección a los soldados que estaban en los sifones.
—¡No!
Con la fuerza de solo sus puños la pelirroja protege a los soldados de aquellos grandes escombros que pudieron haberlos matado. Las lianas de carne rompieron más edificios y lanzaron escombros en ambas direcciones. La pelirroja logra proteger a los soldados donde ya estaba pero para proteger a los que estaban en el otro sifón lanza un chorro de líquido incendiario de su boca, con la suficiente potencia no para detener los escombros sino desviarlos. Luego de desviarnos la pelirroja babea sin control debido al esfuerzo en su garganta.
—Argh, mm, Urghn, denme un… Respiro.
Las lianas de carne retroceden y la gente junto a varios soldados llegan al lugar cercano a donde estaban. El miedo en sus rostros era palpable.
—¡Debemos irnos a la otra ruta, esta está perdida!—Grita un soldado mientras mueve a la gente.
Uno de los soldados se separa del grupo de gente, yendo en dirección a donde estaban los soldados y la pelirroja. Se toma un pequeño descanso ante la gran mujer para tomar aire, viendo sin querer un charco de líquidos en el suelo que ella había babeado.
—Demenos, ahh, irnos de aquí… Ahhh, lo antes posible—Dijo el soldado.
En ese mismo instante los sifones se quedan sin líquido y dejan de disparar su chorro incandescente. Antes esto los soldados que habían estado furiosos y usando todas sus fuerzas para manejar la compleja y tosca maquinaria caen al suelo, su adrenalina había pasado y ahora estaban exhaustos. EL soldados junto a la pelirroja ve la escena y manda a llamar a más de sus sus compañeros.
—¡Llevenselos, no dejaremos a nadie atrás!—Ordena el soldados a falta de alguien más capaz pero haciendo lo mejor que podía.
Observando la gran cortina de fuego y como cada alcrodos pasaba sobre ella se desintegraba, la pelirroja calcula en su mente que podrían estar seguros pero solo unos minutos antes de que el fuego ceda ante la marea oscura.
—Señorita, debemos irnos—Dijo el soldado cerca de Aria.
La pelirroja no voltea a ver al soldado, ocultando su larga lengua que tenía afuera de su boca, la esconde y se gira para responder al soldado.
—¿Dónde está el caballero?—Pregunta Aria, consciente de que aquellos que venían huyendo de las lianas que rompieron casas eran del grupo de gente que se había ido con Gregory.
—Él… Nos compró tiempo ante una amenaza inesperada. Se quedó junto a la mitad de soldados que íbamos para retener una amenaza desconocida—Respondió el soldado.
—Entiendo…
—Vámonos de aquí señorita, el Sr Gregory me pidió que la llevara—Dijo el soldado.
—...
Alzando su mirada a la multitud la pelirroja logra ver algo, una mujer algo vieja que caminaba llorando y escoltada por otros soldados. Apenas la mujer aparta sus manos del rostro empapadas de lágrimas muestra su viejo rostro. Con cierta facilidad la pelirroja logra identificar aquel semblante en la mujer, muy similar al de Gregory pero más envejecido., dándose cuenta que aquella señora era indudablemente la madre del caballero.
—... Váyanse, yo me quedo aquí para darles más tiempo—Dijo Aria en un tono desanimado.
—¡Pero me lo ordenaron!—Responde el soldado.
Bajando su mirada hasta el cruzarla con la del soldado la pelirroja ejerce una presión de dominancia increíble, casi doblegando por completo al soldado con puro miedo inyectado en su ser.
—E-Esta bien… Ahi la dejo a usted, ¡Pero no me culpen de nada después!—Responde el soldado y yéndose al decir lo último intimidado por la fuerte presencia de la pelirroja que había incluso superado a la de los Alcrodos.
Sola en medio de los sifones abandonados, con la cortina de fuego atrás y la gente alejándose, la pelirroja suelta un gran suspiro. Con cierto pesar posa su mano en la frente y mira a la gente irse en la otra dirección. Junto a ella aparece el enmascarado dueño de merces, su jefe, quien parecía disfrutar del panorama en silencio.
—Parece que aun no te liberas de esos inútiles sentimientos humanos—Dijo Celare mientras miraba de reojo a Aria—. Ya has matado a bastantes como para que el remordimiento sea menor a cómo te sentías al principio, ¿Lo recuerdas? Los sollozos, las lágrimas, que buenos tiempos aquellos cuando era una niña.
Sin prestarle mucha atención al enmascarado la pelirroja se da la vuelta y se prepara en frente de la cortina de fuego.
—No puedes ignorarme, se que no pueden hacerlo, mi voz resuena hasta dentro de tu cabeza de ser necesario, ¿Enserio piensas gastar todo lo que tienes con tal de comprarles más minutos de los que necesitan?—Dijo Celare consciente de lo que Aria está preparando.
La piel blanca de la pelirroja empieza a sonrojarse hasta tomar un tono casi rosado. Todo su cuerpo estaba ejerciendo un esfuerzo en crear el líquido incendiario más potente que ella puede producir y en gran cantidad.
—«No sé si siga vivo para cuando llegue a él… Pero de ser el caso, me aseguraré que una madre no haya perdido a su hijo en vano…» Responde Aria a Celare en sus pensamientos ya que no podía hablar.
Lista la pelirroja moja un poco su espada y la entierra en el suelo, saca las piedras de sus bolsas y las choca para generar chispas. En la fraccion de un segundo el liquido encendido sobre la hoja es envuelta en un fuego intento de color azul. Saca la espada del suelo y flexiona sus piernas. Da un enorme salto con todas sus fuerzas , elevándose a casi 100 metros del suelo. En medio del aire logra dividir toda la fila de Alcrodos en la pendiente, pareciendo el trazo de una tinta negra sobre un lienzo.
—«Arda» Piensa Aria a punto de liberar su boca.
Desde esa altura la pelirroja libera el líquido incendiario con gran presión de su boca, encendiéndolo con el fuego de su espada. Toda la línea de Alcrodos es bañada por una estela azul que al impactar los envuelve en un intenso fuego muy caliente. Antes de perder alcance la pelirroja logra expulsar todas sus reservas de alcohol en su cuerpo, quedando vacía pero logra alcanzar la mayoría de Alcrodos en una línea recta, extendiéndose debido a lo juntas que estaban las criaturas entre sí. En poco tiempo aquella línea oscura de Alcrodos tan oscuros que parecían un abismo caminante se ilumina en una línea azul incandescente.
—Uhhh…
De las alturas cae hasta la tierra la pelirroja, haciendo templar un poco los sifones cerca de ella del impacto. Del suelo se levanta y ve cómo las llamas azules reemplazan al fuego normal que antes retenía a las criaturas.
—«Con esto tienen todo el tiempo que quieras para abrirse camino»
Sin previo aviso un gran pedazo de piedra le impacta por la espalda, haciéndola chocar contra el suelo y rompiendo su armadura de bronce, dejándola solamente con su cota de malla.
—«Denme un respiro» Piensa Aria algo estresada.
Dejando caer al suelo su armadura rota la pelirroja se levanta, viendo más escombros de casas viniendo en su dirección. Con facilidad los esquiva todos mientras avanza hacia el frente. Las lianas de carne habían regresado.
—«Has de ser otra criatura de Ulfar, ¿Que mas si no? Debo ir en esa dirección y no perder mas tiempo aqui»
Adentrándose en el poblado hasta salir rápidamente por el otro extremo la pelirroja se encuentra con un cruce, eligiendo el camino por donde la gente se había ido con el caballero y regresado sin él. Toma esa dirección y al cabo de unos minutos nota algo extraño, una masa de carne corta el paisaje en dos y se aferra al risco de piedra como una babosa a la pared. La vista es repugnante en especial al ver a la masa de carne moverse.
—«Un nuevo horror de Ulfar» Sospecha Aria.
Siguiendo el recorrido la pelirroja nota una presencia venir hacia ella, se detienen y a la vuelta de una esquina cerrada se asoma corriendo un soldado. Apenas ve a la pelirroja el soldado se detiene e intenta recobrar el aliento. Para su desgracia se da cuenta que aquello que tiene enfrente no era uno de sus compañeros sino la mujer que había visto la noche anterior.
—Tu… Ahhhh… ¿Que haces aqui?—Pregunta el soldado mientras recobra un poco sus fuerzas.
La pelirroja reconoce enseguida al soldado, era el mismo al que le había hablado la noche anterior y que ayudaba a cargar los sifones. Apenas olerlo siente que él soldados estaba casi totalmente cansado, con los músculos de sus piernas totalmente duros por el esfuerzo y el corazón casi saliéndose de la boca de tanto que palpitaba.
—Qué haces tú aquí, es mi pregunta. Me dijeron que Gregory se quedó con varios soldados defendiendoles de… ¿Eso?—Pregunta Aria señalando a la masa de carne más abajo que estaba rompiendo el terreno.
—Si… Yo…
—¡Eres un cobarde!—Recrimina Aria al soldado con cierto desprecio.
—¡No!
Al responder el soldado levanta la mirada del suelo, la pelirroja se da cuenta de unas ojeras visibles en el rostro del soldado.
—Yo era peso muerto… No he dormido anoche y apenas estaba cerrando los ojos escuche gritos…
Con algo de empatía la pelirroja aliviana su expresión de desprecio al soldado, tornándose en una más neutral.
—Yo, le di la clave al gran señor Gregory pero… Pero me temo que es imposible—Dijo el soldado con gran pesar.
—Dime que pasó, ¿Sigue vivo el caballero?
—Eso espero… Es nuestra única esperanza antes de que esta pesadilla empiece… Aun así, si no lo logra… ¡Debo alertar de todos modos al ejército real cuanto antes!—Dijo el soldado agitado por el miedo.
La desesperación era palpable en la mirada del soldado. Intrigada la pelirroja decide retenerlo apenas intenta este moverse, posando su mano sobre el hombro del soldado.
—Dime la situación, y rápido—Ordena Aria.
—Yo… Estaba toda la noche leyendo un libro que nos trajeron las Efigies junto a los sifones. Nos advirtieron que los Alcrodos podrían no ser las únicas criaturas en llegar a Argentum desde la frontera con Ulfar.
—¿Entonces sabes que es esta masa carnosa que nos está atacando?
—No totalmente… Era un capítulo del libro bastante largo, pero esta «Cosa» tiene de nombre «Semilla Dóban», una criatura del abismo o algo así—Dijo el soldado tembloroso—. Convierte el terreno en carne viva y puede llegar a controlarte si no tienes cuidado. El gran Gregory se quedó atrás, le dije cómo podría matar a la criatura
—Y huiste.
—¡No! Él me dejó ir, se dio cuenta de que no iba a ser de gran ayuda físicamente pero le dije lo que tenía que hacer. Pudimos retener a la criatura lo suficiente para que la gente escapara pero él insistió en ir más allá una vez le conté más acerca de lo que nos enfrentamos.
Viéndolo a los ojos la pelirroja se da cuenta que cada palabra que decía el soldado era verdad.
—Iré a ayudar… En dado caso, ¿Como se mata a esta criatura?—Pregunta Aria.
—Se debe cortar algo en el suelo, similar a una verruga o garrapata gigante. El problema es que debes adentrarse al territorio convertido en carne. Eso es todo lo que lei—Responde el soldado.
La charla y la pausa habían relajado un poco al soldado, recobrando un poco el aliento. Poco más duro este descanso, partes carnosas ahora se estaban asomando por el risco y paredes por donde el soldado había venido. Apenas las vieron el soldado se echó a correr sin decir nada, dejando a la pelirroja atrás.
Mirando detenidamente la situación antes de ponerse en movimiento la pelirroja saca unos segundos la lengua de la boca, buscando la presencia del caballero. Apenas pudo detectarlo esquivó unas lianas carnosas que venían hacia ella, cayendo y deslizándose por el risco hacia abajo.
—«Aguanta, Gregory» Piensa Aria.
Terminado su descenso la pelirroja sigue esquivando todas las lianas que se abalanzan hacia ella. El terreno carnoso se hace cada vez más difícil, lo que alguna vez fueron árboles ahora son columnas de carne palpitante llena de venas, el suelo ahora carnoso le brotaban ojos que se abrían para ver a la pelirroja.
—«Esto es como entrar en el mundo de los sueños» Piensa Aria para evitar pensar en lo asqueroso que le parecía el panorama a su alrededor.
De los anteriormente árboles brotaron extremidades como dedos, se inclinaron de repente y sin aviso intentando agarrar a la pelirroja. Más lianas carnosas se fueron sobre ella pero con su espada las cortaba con facilidad, cayendo los otros al suelo retorciéndose como gusanos. Un árbol carnoso intenta agarrarla pero ella salta en el momento justo, cortando parte del árbol del cual caen cientos de litros de sangre.
—«Ya estoy cerca» Piensa Aria al sentirse cerca de donde está el caballero.
Su avance es interrumpido, el suelo bajo sus pies se hunde sin aviso y se contrae en un intento por aplastarla. La pelirroja da un salto esquivando ese destino. Cae al suelo y este se agita por su caída. A pocos metros se forma una masa de carne que se mueve sobre ella como una ola en el agua, derribando pero ella rueda y se pone de pie de nuevo.
—«Me estoy enfrentando al terreno mismo» Piensa Aria, atenta a cualquier cosa que pueda pasar.
Sigue avanzando y frente a ella logra ver a un grupo de gente en armadura. Acercándose nota una expresión perdida en sus rostros. Hileras de carne cuelgan de ellos y apenas ven a la pelirroja alzan sus armas llenas de sangre.
—¡Grahhhhhhhhhh!
Los soldados atacan a la pelirroja entre gritos ahogados en sangre que brota de sus gargantas. Ella se defiende y corta a cada soldado que se acerca a ella con facilidad. Intenta cortar primero las hileras de carne que cuelgan de un soldado y este cae enseguida al suelo sin signos de vida. Dándose cuenta que ya no estaban vivos y ahora eran como títeres la pelirroja se concentra en cortar las hileras de carne, evitando desgastar su arma intentando cortar a los soldados revestidos de su armadura. Uno a uno fueron cayendo hasta no quedar ninguno.
—«Pobres… Dieron lo mejor que pudieron» Piensa Aria al observar los cuerpos por unos segundos.
Atenta a sus alrededores la pelirroja decide seguir buscando la presencia del caballero, esperanzada de encontrarlo aún vivo que se da cuenta de algo, la presencia está justo detrás de ella.
—¡Grahhhhhhh!
Sintiendo un fuerte golpe de maza en su espalda la pelirroja retrocede y se da la vuelta. Para su horror contempla al caballero en el mismo estado que los demás soldados caídos, su armadura estaba aún más maltrecha que la de sus subordinados, signos de haberse resistido pero la situación le superó ampliamente, ahora convertido en un títere que maneja una maza en una mano y una espada en la otra..
—Gregory…
—¡Grahhhhhhh!
El caballero con furia se mueve cual animal enloquecido para arremeter contra la pelirroja, meneando su espada sin delicadeza o estilo alguno. Con suma felicidad la pelirroja apunta el filo de su hoja al cuello y le rebana la cabeza. El cuerpo del caballero se desploma en el suelo. La pelirroja se queda unos segundos viendo la cabeza rodar hasta detenerse, mostrando una expresión gélida en aquella cabeza cortada. De repente el cuerpo se alza e intenta atravesarle el pecho a la pelirroja, logrando atravesar la cota de malla pero el seno izquierdo detiene la hoja completamente.
—...
Viendo el cuerpo sin cabeza moverse la pelirroja lo corta a la mitad y lo observa detenidamente. Se da cuenta que los cuerpos de los soldados también se levantan del suelo y el cuerpo del caballero se intenta poner de pie solo con sus brazos.
—Dejenlos descansar en paz—Dijo Aria.
Ella cortó las hileras de carne pero las nuevas salían del suelo en reemplazo de estas, manejando los cuerpos nuevamente. Algo a la distancia se empezó a formar. El terreno carnoso se eleva 20 metros en forma de columna para luego contraerse, formando una figura similar a un torso humano al que le brotaron brazos. Al ver esto la pelirroja acaba rápido con los soldados que la rodean y procede a tomar distancia, sin embargo del suelo brotaron hileras de carne directo a ella, atravesando su armadura y piel como agujas, reteniéndola allí.
—Arghhhhh, ¡Denme un respiro!—Exclama Aria al sentir las hileras de carne perforar su piel como anzuelos que la jalan hacia abajo.
Editado: 22.04.2025