Baekhyun
Los ojos de Chanyeol habían perdido ese brillo tan característico, sus sonrisas ya no parecían de felicidad, más bien eran sonrisas forzadas. Ya no era el Chanyeol que yo conocía, ese Channie enérgico, alegre y juguetón, este Channie parecía cansado, triste y un poco malhumorado.
Quedaban tres días para que me fuera y ya no me molestaba en ir al colegio, ahora sólo me dedicaba a empacar de poco en poco y en las tardes pasaba tiempo en casa de Chan, procuraba irme antes de que su padre llegara pero esa noche el señor Park había llegado antes de lo imprevisto y de nuevo compartíamos mesa, la situación se tornaba incómoda porque Chan ni siquiera tocaba su comida, simplemente movía el cubierto revolviendo lo que creo era una ensalada, su madre aún no llegaba y su papá... el simplemente comía sin preocupación dándose su lugar como dueño de la casa. El silencio era tan incómodo.
—¿Por qué no comes, Chanyeol? —preguntó con una voz potente pero mi novio pareció no inmutarse.
—No tengo hambre.
Su voz casi fue un susurro y la penetrante mirada del señor Park se posó sobre mí.
—¿Y tú? ¿Por qué no comes?
—Yo... Uhm... es...
—¿Por qué mi hijo está así? ¿Le has roto el corazón? —me interrumpió.
Mi garganta casi se seca ¿cómo decirle que sí pero que no es mi culpa?
—Él no ha hecho nada, papá. Realmente no creo que te importe mucho —interrumpió Chanyeol salvándome.
El señor se llevó un bocado de comida a la boca.
—Eres mi hijo, claro que me importa.
Channie bufó.
—Bien —dijo pareciendo enfadado— Baekhyun se irá a vivir a China porque su madre venderá la casa y no puede seguir mandándole dinero.
Dios, me sentía tan culpable de todo, a mí me dolía esto tanto como a Chanyeol sin embargo mi actitud era una más positiva.
—Vaya... ¿así que lo que últimamente te tiene deprimido es que tu noviecito se irá?
Si lo decía de esa manera parecía estúpida la situación.
—Te dije que no lo entenderías, no es un simple noviecito, es el amor de mi vida, papá. Jamás me apoyas en nada.
¿Y se suponía que debía quedarme ahí sentado mientras discutían sobre mí?
—Es que Chanyeol, no me creo que puedas pensar de esa manera, después saldrás con alguien más y esto se te pasará, aún eres demasiado inmaduro para saber si este niño es o no el amor de tu vida —me señaló y me sentí como basura.
De pronto todo quedó en silencio porque Chan había golpeado la mesa con fuerza, haciendo sus manos puños.
—¡No me conoces! ¡Tú no sabes nada acerca de mí! ¡No tienes el derecho de decidir cómo me siento respecto a él! —se levantó de su asiento y me di cuenta que estaba a punto de lanzarse sobre su padre, entonces lo tomé del brazo.
—Hey, tranquilo —hablé con cariño pero Chanyeol parecía estar furioso, como si solo necesitara algo más para estallar, no me hizo caso.
—Oye, mi amor... —tomé su rostro entre mis manos para que me mirara— es tu padre, le debes respeto, él solo quiere lo mejor para ti ¿de acuerdo? —En ese momento no me importó mucho que el señor Park nos mirara porque mi prioridad siempre sería Chan.
—Él no entiende que lo mejor para mí eres tú —soltó relajando su rostro y lo sentí menos tenso, como si estuviera a punto de llorar.
Me tomó entre sus brazos apretándome fuerte.
—¿Qué tal si nos acostamos en tu cama hasta que te duermas y después me voy? —pregunté acariciando su cabello.
—Sí pero no quiero que te vayas, duerme conmigo esta noche.
—Bien.
Le di una última mirada al señor Park antes de salir del comedor. Una mirada de disculpa.
Subimos hasta su habitación y durante un segundo me asusté porque Chanyeol comenzó, de la nada, a desabotonar mi camiseta soltando besos en mi cuello y pecho, bajó la prenda por mis hombros y me cargó en brazos para ponerme sobre su cama ¿realmente planeaba hacerme el amor con su padre abajo?
—Bebé... ahora no podemos, tu papá está abajo —gemí al sentir como masajeaba mi entrepierna sin prestar mucha atención a lo que le estaba diciendo.
—Oye, Channie...
Sus labios se posaron sobre mi vientre paseando su lengua por esa zona, que él me tocara y besara de esa forma se sentía tan bien pero era inapropiado en ese momento.
—No, Chan... —jadeé.
Suspiró molesto.
—Joder, de acuerdo —se acostó a mi lado jalándome hacia él, quedando frente a mí, siguió besando mi cuello y acarició mi cintura.
—Quítate los pantalones, quiero tocarte.
—Pero...
—Sólo voy a tocar, no haré nada más.
Obedecí creyendo que tal vez me traicionaría. Sus manos rápido se posaron sobre mis muslos.
—Eres tan suave —susurró— tan perfecto y hermoso —tocó mi trasero apretándolo un poco, me sentí avergonzado e inquieto.