Gea: por siempre el deseo del alfa Eros.

Capitulo 12.

 

Arcade—Duncan Laurence.

 

 

Su sangre se helo en aquel momento, la amenaza estaba tomando peso en aquel momento. Los planes que había hecho se iban uno por uno a la basura, su corazón en ese momento latía tan rápido y sus labios se habían secado.

—Yo no me iré contigo. No tengo porqué irme contigo. —Su voz salió temblorosa, sus pies se movieron a la salida del bar, los chicos fueron tras ella y Darwin por su parte maldijo bajo.

—Piensa bien las decisiones que estas tomando, humana —Las palabras de él habían salido ya estando ellos fuera del bar. Una risa amarga salió de parte de Gea.

—¿Humana? —Pronunció con incredulidad la chica—Ya no es... ¿Gea me dejas abrazarte? Eres un patético.

Darwin por su parte apretó su mandíbula mirando al suelo. —Deseaba tener esa cercanía como la tenían todos contigo, no me voy  disculpar por eso.

—Me parecen una falta de respeto tus palabras por la estupidez que cargan ellas—Los chicos tras ella se carcajearon a excepción de Gray. —Podías pedirlo.

—Si hablamos de falta de respeto tú te consideras una ¿sabes? —El cuerpo de Darwin se acercó a ella, los chicos por su parte estuvieron atentos a cualquier movimiento. —Eres tú quien se tiro al mate de su mejor amiga, quien oculta secretos y que ahora parece implementar la poligamia en su vida diaria —Gea carraspeó evitando que en su garganta se formara un nudo, el beta del alfa por su parte se acercó más a ella acercando su rostro a la altura de sus oídos susurrando—Zorra.

La mano de la chica se estampó sobre su mejilla dejando un notable rojo en ella —Esto fue por faltarme al respeto sin saber toda la historia. Que sea la primera y última vez que me llames así. —Al él mirarla a los ojos vió el enojo que había en ellos, sus pupilas estaban dilatadas. Una vez más su mano se aventó a su mejilla —Y esto es por ser un hijo de puta—Aquellas palabras salieron de los labios de Gea, esta por su parte miró a Gray como acto de disculpa. Este simplemente le sonrió negando.

Ella caminó rápido sintiendo los pasos de sus amigos y su hermano de lejos, sabía que le estaban dando su espacio, pero no deseaba eso en esos momentos, quería un abrazo fuerte y poder llorar en los brazos de cualquier persona que sobara su cabeza y que solo le dijese que todo estaría bien. En cambio, no fue así, estaba sola en ese momento, el frio atravesaba su piel, se sentía miserable, una zorra... No tenía excusa sobre lo que había hecho, debió pensar un poco más lo que hacía. Sus lágrimas corrían por sus mejillas como si fuesen agua de manantial. Tan puras pero su razón era tan impura. Sintió como alguien la abrazaba desde atrás pero no, no merecía compasión, no merecía ser consolada y por ello sus rodillas se doblaron y lloró sin llanto. Siendo vista y siendo atención de lastima. 

~

Los ojos del alfa estaban fijos en los diseños que tenía la pared, los hombres y la mujer frente a él se mostraban sumisos. El alfa estaba muy enojado. Él siempre pensó que Gea tenía eso que él necesitaba y al darse cuenta de lo que ocultaban quiso matar a cada persona que se lo ocultaba y sabia.

Los padres adoptivos de Gea eran considerados traicioneros en aquella manada, todos lo sabían menos ella, la humana del alfa.

Eros había hablado con cada alfa que se interponía al reinado de los actuales líderes, quiso salir de la manada, pero las situaciones hicieron que su querer fuese soñar.

—La quiero aquí, no me importa si el mundo humano es invadido por lobos. Quiero a mi Gea, ya. —Las personas en la habitación se miraron unos a otros, no sabían que debían hacer. Si moverse o esperar que siga hablando su alfa —Váyanse.

La mirada de él se oscureció y sus ojos se cerraron tratando de procesar la información que había escuchado de su hermana, era obvio que obtendría un castigo por ocultar aquella información y Gea obtendría el suyo, pero de otra manera. Cuando sus ojos vieron como aquel vampiro poseyó sus labios luego de haber estado envuelta en sus brazos quiso matarlo, clavar una estaca en su pecho, arrancar su cabeza, dejarlo sin sangre... Había pensado en matarlo de diferentes formas por tocar lo que era desde el principio suyo.

Una nueva presencia en la habitación lo alertó, aun con sus ojos cerrados se preguntó quién era la persona que se había atrevido a entrar sin tocar, sin pedir permiso, sin siquiera anunciarse —Alfa—La voz de Quinn resonó en la habitación y los ojos de él se abrieron haciendo que el cuerpo de ella se sintiera pequeño.

—¿Qué es tan importante que irrumpes en mi despacho sin siquiera tocar? —La mirada de el hizo que se sintiera intimidada y que se sintiera pequeña ante ello.

—Estoy aquí para lo que necesite mi alfa, ¿puedo ser de su ayuda? —Los ojos de ella lo miraron con atrevimiento y una sonrisa se formó en los labios de él.

—Ponle seguro a la puerta y ven aquí —Ella hizo lo ordenado y estando al lado de él sonrió, este por su parte la tomo del brazo doblando su cuerpo sobre la mesa bajando su pantalón, él también copio la acción penetrándola, esta sonrió sintiéndose llena.

Él embistió su cuerpo pensando en ella, su Gea y así fueron las demás veces, cuando Quinn estaba sobre sus rodillas y le daba atención a su miembro, él pensaba en ella, cada que tomaba su cabeza hundiendo su pene mucho más en su boca sintiéndola ahogarse, cada que gemía su nombre y jadeaba de placer, pensaba en ella. Su Gea, su mate, su deseo.

Él sabía que cuando la tuviese en su habitación haciéndola su mujer se cobraría cada una de las veces en las que ellos estaban juntos y aquel anillo estaba en su deseo, eso implicaba veinte años de la vida de Gea y aproximadamente veinticinco de la de él. La marcaría de inmediato y la presentaría como su luna porque eso era ella, suya, su mate. Era su todo, aunque esos pensamientos no invadieran su cabeza cuando tenía sexo con Quinn. 

Había pasado exactamente una semana, una semana en la que no supo de ella y solo pudo escuchar de los labios de su beta que esta se negaba a volver, Eros tenía la ligera impresión de que Xel era el problema y si eso era él, lo solucionaría. Clarisse le había dicho que aquel vampiro era su mate, pero algo allí no cuadraba, si fuese cierto se sentía feliz por su hermana y la lastima abundaba en su corazón. Iba a matar a aquel vampiro.



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En el texto hay: hombres lobo, amor, vampiro

Editado: 30.06.2021

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