Gea: por siempre el deseo del alfa Eros.

Capitulo 26.

Los ojos de Gea estaban puestos en él, en Klaus. Este la miraba con fascinación, como si fuese lo más increíble que hubiese en el mundo, o más bien en su mundo.

—¿Qué quieres? ¿Cómo es que llegue aquí? —Ella se sentía curiosa, la personalidad de ella hacia que esa fuese una de sus características más peligrosas y especiales, al igual que no haber entrado en pánico. Gea había vivido y visto lo suficiente.

Era humana, pero tenía un corazón sobrenatural.

—¿Por qué haces esas preguntas? —Aun seguía fuera del castillo. Era un lugar rodeado de árboles y solo había un castillo allí. Parecía ser lo único habitado ahí.

—Las hago porque quiero saber sus respuestas, ¿no cree? —Ambos estaban a dos metros de distancia, pero el parecía querer cortarla como fuese posible.

Ella no lo iba a permitir.

—Encanto, tú...—El trató de llegar a ella, pero esta retrocedía. Lo hizo logrando caer al suelo, sus manos se lastimaron, sangrando al momento.

—Joder —Susurró. Se levantó al momento bajo la fija mirada de él, estando más cerca en aquel momento.

—Toma mi mano. —La mirada de ella fue gélida, fría y con una evidente pizca de molestia.

—¿Dónde estamos?

—Estamos donde debiste estar desde el principio, encanto.

—Mi lugar es en Fores, con Eros.

—Eso es cierto, no te equivocas. Pero antes de que vuelvas a donde debes estar quiero que sepas algunas cosas. Confía en mí. No soy peligroso. —Las últimas palabras salieron con un ápice de picardía.

—Dime que quieres. —Pareció haber dado justo en el clavo.

—La quiero a ella, quiero a Analí, la humana de pelo riso que estaba con ustedes cuando ella estaba ahí.

—¿Cómo es que sabes su nombre? —Klaus miro hacia arriba un momento. Una sonrisa ladina se dibujó en sus labios y la punta de su lengua fue mordida por sus dientes levemente.

—He hecho mi tarea.

La mirada de Gea fue hasta él, no confiaba en aquel hombre. Una vibra extraña tenía.

—¿A qué te refieres con ella?

—A la bruja que mató a mi Vanessa. —Gea se quedó en silencio. Sorprendida.

—¿Que me estás contando? ¿La bruja que mató a tu Vanessa ? No entiendo lo que me estás diciendo —Klaus la miró fijo.

—Isa mató a Vanessa. A mi Vanessa.

—Eso es imposible, Vanessa es quien destruye a todos.

—No vuelvas a decir estupideces. Por más encantadora que seas, tu cabeza puede rodar.

—A mí no me amenaces —Gea se puso a la defensiva, evidentemente.

—Cualquier cosa que te contaron es incorrecta. Mi Vanessa no dañaría a nadie —La mirada de Klaus era fría.

No le creía, para nada. Isa hablaba la verdad y las palabras que habían salido de sus labios habían sido muy convincentes, ¿Es probable que estuviese mintiendo? No. Eso no. Aunque...

—Entonces si tengo padres.

La voz de ella había salido con ilusión, su voz era baja. Él la miró con lastima, al parecer Isa no habia dicho tanta mentira esa vez.

—Vamos, encanto.

—Deja de llamarme de esa forma. ¿Quieres?

Los ojos de él fueron hasta ella, con burla.—No, no quiero —Hijo de...

Una de las manos de Klaus se extendió hasta ella, Gea tomó su mano sin titubear, sorprendiendose así misma.

—Quiero que me cuentes tu versión de la historia —Sus miradas chocaron.

—Hay solo una versión, Gea Luna. Y es la mía.
 


 

~~~
 


Eros estaba sentando tras su escritorio. Su día era un caos.

—Rey —Una chica había entrado a su despacho. Se había acostumbrado a que ellos no tocaban. La del rey Eros era la vida de todos en aquel castillo.

—¿Que sucede? —Su voz de alfa hizo eco en la habitación.

—Hay alguien que solicita verlo, le dije que no estaba disponible, pero insiste.

—¿Preguntaste como se llamaba? —Los labios de la chica hicieron una línea delgada con sus labios. —¿Cómo es posible que no preguntaras como se llamaba, hum? Y para el colmo de la situación dejas a la persona fuera de la habitación, sin supervisión.

El cuerpo de la chica se estremeció ante el regaño.

—So...o...soy nueva —La voz de la chica salió en atropellos.

—Eso no es razón para tu incompetencia —La palma de Eros chocó contra la mesa hecha de caoba.

—Lo siento, rey —Eros suspiró.

—¿Cómo te llamas?—Ella negó con la cabeza. Sus ojos se cerraron fuertemente. —Te pregunté cómo te llamabas.

Los ojos de la chica fueron hasta donde estaba sentado Eros.

—Xia, me llamo Xia señor.

—Deja pasar a la persona Xia. —Eros se puso de pie, su cuerpo estaba rígido. Estaba preparado para todo lo que pudiese ocurrir.

La chica se dió la vuelta rápidamente. Ella era humana, otra humana más en aquel castillo.

A Eros no le molestaba, más bien, se sentía bien. La raza de su mujer estaba siendo aceptada poco a poco en el mundo sobrenatural.

Unos segundos después de la chica salir él escuchó el sonar de unos tacones, su vista recibió a Risse.

Vaya...

—¿Que haces aquí? —Preguntó Eros sentándose nuevamente. Su vista volvió hasta donde estaba, unos papeles de expansión.

—Tienes problemas.

Las manos de ella estaban alrededor de su cintura, Risse miraba seria a su hermano.

—No, nadie me a avisado sobre eso. —Su vista seguía en los papeles, no le daba ni la mínima atención.

—¡Maldita sea, Eros! —Clarisse era una alfa y su voz había salido gruesa, furiosa. Pero él ni siquiera se inmutó —¡Mírame!

—¿¡Qué!? —Gritó poniéndose de pie.

—Gea desapareció.

Fué en ese momento en el que la atención del alfa fue hasta ella.

—¿Cómo?

—Que Gea desapareció.

—No, yo la dejé en casa. Vería a su familia, ¿Cómo iba a desaparecer así como así?

Los pies del alfa se movieron, salió del despacho con el resonar de los tacones de Risse detrás, esta caminaba rápido, Eros parecía querer correr en ese momento.



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En el texto hay: hombres lobo, amor, vampiro

Editado: 30.06.2021

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