Geal Ali Crónicas: Poder Absoluto.

Capítulo 3

Sean me obligó a usar la moto e ir al bar, que estaba un poco apartado de la zona céntrica de la ciudad. Llegué muy rápido. Me quité las cenizas y los restos que estaban en el pelo y la cara, pues mi intención era pasar la velada en tranquila contemplación, luego toqué mi cabeza, estaba en shock. Quería regresar, pero él me dijo que no, era peligroso, a pesar de mi ansiedad. Este establecimiento ofrece soledad y privacidad, y atrae solo a un puñado de clientes. A menudo me pregunto por qué sigue abierto, teniendo en cuenta que podría servir de respiro una o dos veces por semana. Después de asegurar la motocicleta, entré por la puerta trasera, sintiéndome algo desorientada mientras intentaba recordar el ataque. Como no me gustan las prendas llamativas, observé los colores brillantes que llevaban los demás a mi alrededor, solo había dos clientes en el bar.

Al acercarme a la barra para hacer un pedido, noté que eso dos clientes que despertaron mi curiosidad. Parecían ser simples extranjeros: una de pelo rubio y el otro un individuo joven de piel bronceada. En el sur de México, este lugar llama la atención por sus ruinas y las oportunidades dentro de la industria petrolera. Ni siquiera me prestaron atención, pues no me veo como para incitar a que alguien me invite una cerveza.

Miro a Dandecito, el hermano gemelo de Dante, Dandecito tiene síndrome de Down. Su hermano menor se llama Dante, y él Dantes, y yo le digo Dandecito. Bueno, aquí siempre a personas discapacitadas les damos términos en cito, pero a veces sentía que era más para etiquetarlos, a veces no quería ni hacerlo, me sentía mal por ser una mierda, pero al cabrón no le importaba.

—¡Qué pedo! —Me saluda con los modismos de nuestro país, tanto que me encantaba como lo hacía, vestía con el uniforme de su bar, estaba detrás de la barra, con una mirada clara y cautivadora.

El bar presentaba un ambiente agradable, situado dentro de una plaza que contaba con instalaciones para jugar a los bolos y un gran supermercado, pero casi la gente no sabe de este lugar escondido, solo clientes en particular raros o misteriosos, quizás de razas como la mía. Junto a este se encontraban dos cines, creando un centro de actividad de consumo. El ambiente se veía mejorado por la buena música, las mesas de billar y los atentos camareros. El más notable era Dante, el camarero, cuyo físico era envidiable. Estaba de pie junto a su hermano. Antes de acercarme a Dante, decidí visitar el baño de mujeres para asegurarme de que lucía presentable, ya que era crucial para mí no llamar la atención.

Caminé unos segundos con dirección al baño de damas. Al entrar, mi intención no era hacer mis necesidades, sino evaluar mi reflejo. Observé a la señora de la limpieza, que era un poco más delgada que yo, reflexionando sobre su propia apariencia con un toque de humor sardónico, pensando: "Parece que la escoba es su hermana". Este pensamiento autocrítico provocó una risa silenciosa a mi costa, aunque sé que Sean y mi tío deben estar pasándola mal.

Mis ojos parecían cansados y mi cabello oscuro se veía opaco y desigual. Algunos mechones rozaban mi hombro, mientras que el resto permanecía en su lugar. Una delicada capa de maquillaje se había visto comprometida por los eventos recientes, y estaba preparada para responder cualquier pregunta sobre el paradero de Sean y mi situación solitaria. El personal de limpieza salió del baño, arrastrando un balde detrás de ella. Después de salir, ajusté mis pantalones para evitar problemas de visibilidad, una preocupación común. A pesar de todo, todavía sentía cierta preocupación.

Tabasco, el estado donde estamos es inherentemente caliente, y durante la temporada navideña, el invierno suele traer un ligero frío. Mi especie aguanta el frío, incluso podría nadar sin ropa en las regiones polares, pero carezco de ese toque esquivo de vitalidad de mi raza: tacto de sangre. Decidí pedir un tequila antes de que las cosas se salieran de control, aún más, pensé, ya que la incertidumbre era particularmente inquietante: Sean y mi tío deben estar necesitando mi ayuda. Salí rápidamente del baño y encontré con que los extranjeros y únicos clientes que vi, juegan al billar, con cervezas sobre una pequeña mesa situada cerca de la mesa de juego.

Me senté en la barra para preguntarle a Dandecito que me diera mi bebida de apertura preferida y me recibió con una cálida sonrisa, y un...

—Tequila— respondí, devolviéndole la sonrisa.

Dante, con su físico musculoso, estaba ocupado limpiando vasos, aunque me preguntaba con qué frecuencia los usaban.

—¿Sean?— preguntó Dante con su cabello teñido en las puntas paradas que hacía lucirse con ayuda de cera-gel; sacó una botella de tequila con esos brazos enormes que a cualquier mujer le encantaría apretar — ¿Siempre vienes con él?

—A veces— dije. —Después de estar con la familia y de hacer compras me aburre que me siga como una sombra.

Él no sabe nada, no le han dado noticias, está más perdido que yo.

—¿Pasa algo?— preguntó, pues no me veía tan mal, sacudí todo el escombro, solo me debí ver opaca. El grandote colocó el tequila frente a mí. Tardé un poco en responder, mirándolo a los ojos, notando que tenía un estilo moderno al ver que usaba un labial suave de esos que solo resalta el color natural de cada uno, sé que usa labial siempre lo he sabido, claro que es gay.

Bebí el tequila, mirando de reojo a los extranjeros.

—¿Alguien te llamó?— pregunté.




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