—Yo soy un Sirs— entusiasmada.
La joven menciona sin preguntar por ella. Estaba más interesada en la raza de Axtrex. Era tan rara. Unos minutos después paramos frente a una pared, la mirada de Axtrex estaba hacia esos símbolos, la chica azul da un paso más cerca e hizo con su voz suave una compuerta. Entró primero, Arcy y yo después, siendo la última en entrar la compuerta desapareció a mi paso. La excitación me brotó en cuanto vi la sala de armas tanto antiguas como modernas y otras que no conocía que debían ser: ¿Alienígenas?
Axtrex me señaló al hombre que nos daba la espalda junto a la gran ventana, quien observaba el paisaje terrícola de noche, vestía con ese uniforme, el cual era ajustado. Personalmente adoraba el traje.
—Ve con él. — me susurró Axtrex. Señalando con su cabeza la dirección a la que tenía que continuar.
La chica azul abrió otra vez la compuerta con esos susurros en el lenguaje Otpieg y salió acompañada de Arcy casi a regañadientes para que saliera con ella. Ninguna se despidió de mí cuando salieron, no sería la última vez en verlos, era seguro, respiré profundo mientras sé que estoy sola con él… con Frerick. Quizá no me acostumbró a ver otra vez ese rostro de plata, el hombre parecía serio, digo hombre porque tiene mi edad, no es más joven, somos gemelos, nacimos o nos hicimos al mismo tiempo, no sé, pero estaba nerviosa de volver a mirar. Sentí sus latidos, su corazón, mi cabeza me dolió, tal vez son los efectos secundarios que deja un tacto de sangre.
Mi hermano Frerick debía ser completamente parecido a un ser alienígena de piel metálica y escarchada de brillos, con los ojos felinos, como lo había visto antes.
Me acercaba pasando entre armas debajo de cristales tal museo, mientras más lo hacía miré su perfil, este era diferente, no era alienígena. Su rostro era humano o como lo llaman ellos, a una fusión espacial humana "humanoide".
Me miró, el mismo lunar que tenía él lo tenía tan pequeño en la mejilla, sus labios como los míos, sus ojos diferentes, uno más claro que el otro, un ojo azul y un ojo verde, es la heterocromía que vi antes cuando era todo planteado, era normal, o lo que podría decirse normal, no estaba…
—Modo de Sangre. — dijo él con una sonrisa. Mi hermano era guapo, su rostro. ¿Por qué no tenía una marca? — Espera…
Su voz era fuerte, era musculosamente perfecto, alto, yo no era tan alta como él, pero en general los machos son altos, o yo que sé, pero sus facciones eran duras, enserio que aquí todo mundo usa drogas para mejorar su físico o algo así, hay algún gimnasio por aquí, si es así me inscribo inmediato. Moreno como yo, guapo como yo podría decirse, pero no hay marcas, hasta que él se levantó las mangas de su chaqueta y me enseñó sus cicatrices o marcas Otpieg en ellas.
—¡Suerte! — dije algo excitada de saber que no era hija única, pero con mala gana de saber que yo la tengo en el rostro. —Las tienes en los brazos. — observé que tiene una marca en ambos cuando me mostró, luego se colocó en orden su ropa.
—A veces cuando solo estás enfocado en un arte de guerra, la marca Otpieg aparece donde más usas tu mente, mis manos, soy bueno con dos sables.
Sonreía. Él me mira fijamente, obvio está mirando mi marca, en mi rostro, la cual no puedo verme correctamente, pero sé que está ahí.
—Hay un espejo por aquí. — él me señaló que lo siguiera, camínanos unos metros pasando galerías de armas hasta llegar a un espejo de tres metros. Mi hermano estaba seguro de que media 1.80 a 1.90 seguro era más alto que Sean. Yo seguía entre 1.70.
—¿Estás leyendo mi mente? — pregunté ya que no decía nada, pero él asumía lo que necesitaba saber.
—No. — me respondió con una risa pícara. —Pero creo que es lo que te preguntas.
Mírate al espejo. Me miré, acercándome lentamente al espejo, primero observé la ropa que Arcy me entregó, era la misma moda de todos en esta nave, después mi rostro, seguía hermosa, morena, pero … la marca plateada salía de mi ojo, a mi mejilla, formaba una letra K mirando hacia arriba, y otra línea de ceja hacia atrás, pero no se veía mal, me resultaba hermoso.
—Soy…. — respiré y sonreía. —Hermosa…
—Si tu marca está en tu rostro, tal vez es porque usas tu mente como arma. Nuestra Madre la tiene justo así como tú, visión y cerebro, las armas más mortales del sistema. Es ahí donde se genera tu poder… — él volvió a sonreír. Se sentía orgulloso, y me hacía sentirme bien. — Conforme vas adaptándote, puede que con el tiempo aparezca la marca en otra parte, pero solo cuando ejercites otro músculo, o si no ejercitas otro músculo u otro dote, se quedará ahí, rodeará tu rostro en cualquier zona, pero…
Su nivel espíritu similar, pero no mostraba ese nivel de pelea cuando lo conocí como un Otpieg de sangre. Estaba en calma. Volvió a mirar el espejo esperando su: pero…
—Apenas hiciste el tacto de sangre, a mí me tomó cinco años de entrenamiento para usar todo mi ser… cuando pasas a Otpieg de sangre, estás usando todo tu poder, todo tu cuerpo, es por eso por lo que me viste todo…
—Plateado del color de nuestras marcas.
—Correcto, en ese modo serás más ágil, más fuerte. — luego me tocó el hombro y eso fue señal que tenía que verlo frente a frente, me voltee de inmediato topándome con su bella heterocromía.