Geal Ali Crónicas: Poder Absoluto.

Capítulo 9

Frerick se dirigió hacia lo que parecía ser la entrada, y yo lo seguí de cerca. La puerta se abrió sin demora mientras cruzábamos y caminábamos por los pasillos. Al carecer de un sentido claro de la dirección, mantuve una distancia de aproximadamente medio metro detrás de Frerick, asegurándome de seguirlo sin importar su camino.

En un momento, lo observé susurrar, lo que provocó que se abriera una puerta mientras se acercaba a unas inscripciones en el techo. Luego me hizo un gesto para que lo siguiera. Cuando la puerta se cerró con nuestro último paso, me encontré en una habitación iluminada por numerosas luces, adornada con botones de colores, con dos niveles y una gran ventana con vista a una laguna. Sillas flotantes acompañadas de sus respectivos ocupantes llenaban el espacio. Estábamos situados en el segundo piso. Arcy estaba sentada a mi derecha, absorta en un holograma flotante. A su otro lado estaba sentado un joven que se parecía a ella, con cabello que era una mezcla de castaño y rubio, y ojos que reflejaban el verde de Arcy. Me miró con expresión de preocupación, que decidí ignorar mientras miraba por una especie de balcón y observó que en el primer piso había cuatro sillas adicionales. Ese entorno parecía un puente de control similar a los que se mostraban en las películas de ciencia ficción que mi tío y yo veíamos todos los miércoles por la noche. Tal vez el tío Rap'el me preparaba esto.

Miré un gran círculo dibujado en el piso de metal en el centro de lo que se podía decir el puente o sala de control; el círculo parecía a un anillo de luz, cerca de la pantalla principal de la nave, había sillas flotantes ocupadas por Axtrex y otros tres individuos. Frerick me miró con una expresión de intriga. Noté que se le escapaba un suspiro mientras se acercaba y me hacía un gesto para que bajara las escaleras que parecían de mercurio, era líquido o sólido, pero no quería que eso me hundiera en cuanto pusiera un pie para bajar.

Avanzamos juntos, él notó que me daba miedo pisar ese ¿mercurio?, Sena mencionó que usábamos eso con una unión de nanotecnología, me tomó de la mano para bajar, sentí el calor de la tele gruesa de su guante, su expresión tranquila cuando di el primer paso, y baje con calma con su guía, me soltó cuando llegamos al último escalón.

Caminó un poco hacia la zona céntrica del puente, él se colocó en la posición de un líder, su silla emergió detrás del círculo de luz opaca que emanaba del piso. Dio una orden a alguien, y junto a su silla de capitán, apareció otra, destinada a mí. El llamativo individuo con el que me había encontrado antes, que se distinguía por su tercer ojo de diamante, ocupaba uno de los asientos con otro de su especie.

¿Ryan? ¿Supongo? La gran muralla con la me tropecé. En el lado derecho de su cuello, observé una marca negra, lo que indicaba que tenía tatuajes ocultos por su uniforme. Él y el individuo en la esquina del grupo de cuatro asientos se parecían entre sí, recordando a los asiáticos, pero estos exhiben una musculatura pronunciada, y no era normal en su racial en la Tierra, estos eran mutaciones sexis, por sus niveles de potencia notables comparables a los nuestros, los Otpieg, ellos eran de cuidado, porque su mirada y peso de espíritu en ellos era alto. El Napaleano más joven, que me había llamado la atención, tenía ojos de color marrón como la miel real.

El tercer sujeto, era... realmente más grande que la muralla y mi hermano, un hombre bien formado, claramente el más fuerte de todos, una figura formidable dominada por los músculos, probablemente alguien que pasa mucho tiempo en el gimnasio, tal vez hasta el punto de residir allí. A pesar de esto, conserva una cualidad humana. Es calvo, pero no por ello es poco atractivo.

—¡Capitán! —dijo ese monstruo, justo me di cuenta de que los hombres grandes son mi tipo, así que él, la muralla y Sean están en mi lista de cosas lindas. —Estamos listos para tus instrucciones.

Frerick, el líder del equipo inició la sesión informativa. Antes de tomar asiento, cerré discretamente los ojos para sintonizarme con las energías que nos rodeaban. Cada individuo emanaba una notable oleada de energía, particularmente Frerick y Ryan, cuyas energías parecían resonar con un poder desconocido. Al abrir los ojos, me encontré con la mirada del monstruo musculoso que parecía incrédulo, observándome como si evaluara las auras presentes. Era evidente que todos en esta zona, incluido el humano, eran guerreros. Mi atención regresó a Frerick, está al mando.

—¡Prepárense para el despegue! —ordenó Frerick. —¡Geal, ven aquí!

Caminé con lentitud, porque la atención de la muralla estaba en mí, pero luego miré a mi hermano para no prestarle atención a ese Napaleano, haciendo una transición fluida mientras me acercaba a mi asiento. Mi hermano me dijo que me sentara en la otra silla, lo hice y un cinturón metálico se materializó desde mi silla, asegurándose a mi alrededor. Inicialmente, temí que se apretara demasiado, pero para mí alivio, no lo hizo.

—¿Están listos los motores? —preguntó Frerick.

—Diamante—la voz fuere de la muralla resonó, Ryan. El individuo de ojos azules y presencia formidable, con tono autoritario.

Guapo. Sí, es asquerosamente guapo. Concéntrate en otra cosa, Gea.

Agité mi cabeza.

—Ryan, ¿hay algún problema? —pregunta Frerick, con una mueca en su rostro.

—El radar ha detectado posibles hostilidades en una zona terrestre —afirma, evitando el contacto visual conmigo. —Es probable que un tercer ataque esté dirigido a la Tierra para evitar nuestra salida. — ¿Tercer ataque? Mierda, cuántos. — Sospecho que es una distracción. Poseemos el código.




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