«Tienes la idea: procede.»
Avancé hacia ellos, mis pies tocaron el círculo blanco. Ryan dio un paso atrás para dejar espacio en la rampa, pudo ver mis intenciones en cuanto me puse a la orilla y los vea bajar lentamente, pero aún pesaba. Sean me enseñó a saltar de varios metros con impulso, me enseñó a aterrizar para no lastimarme las rodillas. Ya estaba a medio camino.
Salto hacia ellos.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Frerick, su tono cargado de ira, parecido a una reprimenda paternal.
Lo logré caí bien, me tambalee un poco, pero logré aterrizar con precisión, pero hice unos daños a la rampa cuando vi que deje aberturas.
—¡Esto es imprudente! ¡Haré que suban por la rampa de nuevo!
—¡No lo harás! —replicó Ryan, sin tener en cuenta mi presencia. —Si ascendemos, no te acompañaré. Ya estamos a medio camino, no malgastes mi tiempo, Otpieg. Tú también lo sientes, hay algo poderoso aquí. Necesitamos su experiencia: Conocimiento. La marca lo significa. ¿No? Es un estratega, suerte para ti.
—Desprecio a los Napaleanos, pero tienes razón... —Frerick me miró. —Geal, escucha. —Se acercó a mí, captando mi atención. —Mantente alerta en la zona. Hay un sable en tu traje, una placa. Úsalo si es necesario. —Dirigió su mirada hacia Ryan—. Si ocurre algo...
—Lo sé—dijo la muralla. —Nuestra prioridad es proteger a tu hermana, lo de siempre. Me entrenaron para eso. ¿Verdad?
Ignoré sus ojos bellos en mí y agregué:
—Estoy segura de que, si Denia está aquí, el artefacto debe estar cerca... Es lógico entre los dos corazones...—dije con seguridad. —Quizás madre, lo mandó a esconder aquí, y fingió que no lo tenía. La Tierra es más segura si está rodeado ese artefacto de humanos.
—Si ella es más inteligente que Mai, finalmente podríamos deshacernos de él, de ese humano. —dijo Ryan en tono burlón.
—¿Por qué? —Eso me hizo dudar de las leyes sobre no tocar a los humanos.
—Ryan quiere decir que los humanos nos frenan y no deberían estar en el equipo. Ignora a este pendejo.
Por la atmósfera, me di cuenta de que al Napaleano no le gustó para nada, pero no me importó porque su arrogancia me enfermaba, no literalmente, pero estaba empezando a odiarlo. Cuando la rampa chocó con el suelo de grava por accidente, aplastando cadáveres, escuché y miré hacia arriba, inhalé de pura ira. Me sentí mal, incluso mi hermano y el Napaleano lo sintieron. La aldea o pueblo era semi moderno, entre lo pasado y lo más tecnológico que pueda tener el país, había niebla sobre un gran lago. Salimos de la rampa. Vi cómo la arena cubría los cuerpos, pero en realidad fue Ryan quien usó su don para cubrir los cadáveres para que no los viéramos, eso fue algo respetuoso de su parte. Debería haber sido con arena, telas rasgadas y grava, pero los apiló con respeto. No es tan malo, pensé.
Pasaron dos o tres minutos. Frerick y yo, buscábamos cualquier señal de vida, pero no encontramos ninguna. Aunque la piel se me erizó al sentir unas extrañas presencias. Miré hacia la fuente de esas raras y oscura energía, a unos metros entre escombros y madera quemándose, auras oscuras visibles a través del humo de la batalla, y vi cuatro figuras encapuchadas. Ryan y Frerick parecían curiosamente complacidos por la situación.
¿Era esto lo que habían anticipado?
Porque pareciera, cuando volví a centrar mi atención en los recién llegados, noté que cada uno sostenía una cinta roja con una insignia de estrella pentagonal en la mano izquierda. Estaban vestidos con atuendos verdes que mostraban una grave falta de sensibilidad estética, encapuchados con máscaras de gas con una punta larga en la cabeza, y sus espíritus parecían de otro mundo.
—¿Quiénes son? —pregunté, acercando mi mano a la placa de mi cinturón.
—Son Panos —dijo Frerick—. Disfrazan sus mutaciones.
—Moderadamente hábiles, pero debería ser entretenido — comentó Ryan, recuperando dos placas de metal. Estas armas eran una adición reciente a nuestras culturas, que aún me costaba entender.
No sabía que mi hermano poseía la misma capacidad, empuñando dos sables, cada uno con un diseño inusual adornado con símbolos de sus respectivos idiomas nativos. Los sables de mi hermano llevaban el idioma Otpieg, del cual tengo un conocimiento limitado. Cuando las armas estuvieron completamente formadas, los sujetos enemigos asumieron una posición de ataque.
Ryan bajó los brazos, ansioso por atacar.
—Ryan, permíteme manejarlos para que mi hermana pueda presenciar la destreza de los Otpieg.
—Muy bien, pero los que emerjan después de tu finalización son míos —respondió Ryan, manteniéndose firme a mi derecha. —Deberías aprender el valor de compartir, Diamante.
Frerick ajustó sus sables, preparándose para la confrontación.
Los cuatro adversarios frente a nosotros irradiaban una intención de matar. Mi hermano avanzó hacia el centro. Uno de los asaltantes se abalanzó sobre él, casi cortándole el brazo izquierdo, pero Frerick fue más rápido que este. El asaltante ejecutó un giro, intentando ganar impulso, pero mi hermano aprovechó la oportunidad. Mientras el Pano tomaba aliento, Frerick hundió sus armas en el suelo, levantó las manos, agarró la cabeza del enemigo y le partió el cuello con precisión. Fui testigo de la notable velocidad de sus movimientos; antes de darme cuenta del derramamiento de sangre, no me había dado cuenta de sus capacidades. El cuerpo enemigo sin vida del Pano cayó, sentí una sensación de satisfacción: un espíritu maligno había sido derrotado, eso hizo que el nivel de espíritu de pelea en los Panos aumentara, tanto como el de mi hermano.