Estaba cansada. Ryan también y sea donde Ranches nos llevaba era un buen camino porque la voz no decía nada, aunque la energía de Ryan estaba de vuelta por completo, estaba preocupada por mi hermano, sí, debía estar vivo porque no me sentía apagada no cuando sentí que el tío se había ido, lo supe antes de que me lo confirmaran, también sé que Sean sigue vivo. Eso me daba alegría, si salgo bien de esta, tal vez le planté mi primer beso a Sean creo que me merezco algo así con alguien guapo, además ya puedo tocar lo que sea mi tacto de sangre está completo. No debía pensar en eso, pero sé que me estoy distrayendo por los acontecimientos.
—¿Eres mestizo? — pregunté viendo la espalda del prisionero Ranches. Escuché una risa.
—Sí. — alzó su mano señalándome su marca, pero no la Otpieg, fue la T. —Todos tienen la marca, menos los niños no somos tan crueles en Troles. Ellos deciden cuando crecen, si la quieren o no.
—Entiendo, entonces no mestizaje para la: no nobleza. — seguí hablando tal vez para perder el tiempo entre el sendero rocoso. —La gente que se mezcla es noble.
—Se pueden mezclar sí... los que sean... pero nadie lo hace por la ley...— me respondía mis dudas sin pedirlas el Ranches, era un Otpieg muy amable. Bueno, para mí era un Otpieg por su marca plateada. — Pero sus hijos al nacer van directo a Troles porque son mestizos, la culpa no es de los padres, es la puta ley. Escritos que a veces no sabes si el que las escribió sólo era un puto racista, porque fue un Otpieg de tus ancestros el que hizo esa puta ley.
—Sí, suena horrible. Si eres rey o reina. ¿Puedes cambiar eso? — pregunté, sentí que sonríe y miró por su hombro sin parar de caminar.
—Si alguien se atreve a eso, no sería popular entre su gente, pero sería bueno... sería un inicio grande. Un cambio. Reunir a familias, sin temor de amar lo que no es de tu raza. Pero son sólo sueños, jamás dejarán de seguir la ley. Me separaron de mi madre por ser lo que soy, y cuando me dieron permiso de ir a verla, ella... — él terminó la conversación.
Ryan se acercaba más a mí, lo sentí casi a quince centímetros, no sé si lo hacía apropósito porque odio que se me acerca a menos de treinta centímetros, pero entiendo que no confíe en el Otpieg mestizo.
—¿Por qué no te callas, Ali? — preguntó Ryan como una amenaza entre nuestras distancias con la voz suave. —Tal vez su madre lo repudió y no quiso recordar, porque crees que paró de hablar, a veces hay que tener cuidado de tus palabras aquí. Puedes herir.
Yo paré y antes que Ryan chocara conmigo se detuvo, lo miré a los ojos, sentía a Ranches adelantarse mucho.
—¿Tu madre? — dije al mirarlo a los ojos. — Tú me dijiste esa palabra... te pregunté si te habían repudiado alguna vez. ¿Tu madre lo hizo? ¿Y qué significa ese repudio entre nosotros? Entre nuestro mundo.
—Si que haces honor a tu puta marca. — me mira a los ojos, y yo no paraba de ver esos hermosos ojos azules que lo hacían. —Nunca me han repudiado, pero mi madre estuvo a una tercera palabra de hacerlo, yo no desearía eso a nadie ni a mi peor enemigo, es decir, a ti. Si dices repudiar a alguien tres veces, esa persona desaparece de tu mente, su cara, su alma, todo su ser, como si para ti no hubiese existido. Tú la olvidas, pero esa persona no, y ese es el peor castigo para un repudiado. — él bajo la mirada. —Continúa el camino, Gea.
—Gracias por la información.
Entonces decidí continuar. Sonó muy cruel. Alcanzamos a Ranches que había caminado mucho, teníamos que descender por rocas que seguían el sendero, parecían hecho apropósito para figurar una escalera que en cualquier paso en falso sería un corte seguro o una caída a la nada, pero teníamos un problema frente a nosotros, por eso el Otpieg paró y se encontraba tan quieto, cuatro destructores de dos metros andaban por la montaña, la escalaban como si fuera fácil para ellos, pues fueron creados para este hábitat.
Ranches no tenía armas, sólo nosotros, o es que no vi arma alguna en él. Ryan estiró un sable, no se formó una espada, sólo algo como un tipo de machete con una calidad baja, a eso se refería Ranches las placas eran malas. Tal vez Ryan no se sentiría cómodo con el arma, pero tenía una, yo sostuve mi placa observando que los destructores nos rodeaban, eran tan ágiles en su forma de andar en un espacio de rocas filosas. Al sentir la placa en mi mano, hice que mi espíritu de pelea se elevara pasando por el arma, la placa formaba.... Nada... ¡Mierda! Los nervios me ganaron, se estira sí, pero no forma nada... ¡Mierda!
Ryan me quitó la placa y la lanza hacia Ranches, él la siente y la sujeta, cuando el Otpieg la tiene el sable creció. Me sentí mal de no hacerle crecer como ellos, para ellos era cosa fácil y diaria.
Un destructor atacó con sus garras saltando hacia Ranches, él le hace frente con el sable bloqueando en cada movimiento al monstruo, las espadas del animal eran sus enormes garras. Otros dos saltan sobre nosotros, pero Ryan se mueve rápido para atacar frente a mí y evitar que los animales... sentí un empujón que me mueve, Ryan usaba su don para moverme lejos de las garras, en un lugar con poco espacio me hacía moverme sin tocarme mientras él bloquea los ataques, Ryan es un guerrero formidable, pero Ranches logra matar al destructor aunque el animal lo hirió y vi el color de su sangre era... bermellón. Mi mente dijo: Mitad Otpieg. Mitad Uqy. Pero no tenía colores en su piel como un Uqy.