Geal Ali Crónicas: Poder Absoluto.

Capítulo 14

Bajar fue diferente, lo habíamos hecho por una compuerta sin la rampa como la nave anterior cuando tocamos el suelo, este era arenoso, suave al tacto de los botines. Observé la tierra roja, recordándome lo que fue una vez mi color de sangre, no éramos tan diferente de los otros o de los que llamamos humanos. Ryan camina frente a Frerick como si aún siguiera escaneando el lugar sin tener suerte.

—Tendríamos que revisar—dijo el Napaleano mirándome. —¿Qué opinas Diamante? — pregunta, pero con sus ojos azules pequeños y rasgados puestos en mí. No sé qué estaba pesando, pero me gusta que me miré.

¡No! ¡No te gusta!

—Deberíamos, pero es ilegal.

—¡Basta! —dije frustrada. —No estamos en una especie de congreso en este momento, podrías solo dejar de pensar en la ley. ¡Hagamos lo que dice el Napaleano! Registremos.

Frerick era de cabeza dura justo como los Napaleanos, aunque él llevaba la contraría siempre de lo que a Ryan le parece.

—¡No podemos! Todo es sagrado—señaló la pared.—Pedir permiso... estaría bien.

Una pequeña casa que al parecer era como los edificios de la metrópolis, pero sin brillo y letras plateadas en Otpieg, al acercarme, observé el signo del congreso: La Cruz Otpieg.

—Sabes que es lo malo de ti, Diamante. —Ryan dice contra Frerick. —Es que eres demasiado congresista, debes relajarte de vez en cuando.

—Geal— mi hermano parecía protegerme demasiado, no recordó lo que hice con el destructor. —¡Aléjate de la casa!

Y yo como buena hermana mayor caminé hacia la casa lentamente. Era pequeña, como para dos personas, o como para una con un baño, o era el baño.

—La casa no me hará daño— dije, pero como siempre no estaba en lo correcto.

Un extraño ruido comenzó a escucharse proveniente de la casa con ese símbolo en la cual yo estaba cerca, se agitó hasta deformarse a una masa circular de mercurio que después se hizo una especie de robot de cinco metros, pero está siendo manejado por un Otpieg de sangre, toda su piel de color planteada era una persona de raza noble o un pariente lejano de sangre real, y con una máscara de oxígeno. El robot que conducía era... bueno había visto una cosa así en videojuegos en la Tierra no creía que fuesen reales, parecía que se usaba para levantar maquinaria pesada, pero en este caso con intrusos, conociendo que la metrópolis fue atacada, era lógico que podría servir como arma. Sus grandes manos mecánicas me tomaron, ambas me cubrían sin dejar sacar mis brazos, no podía salir de la fuerza que ejercía el objeto.

—¿Quiénes son ustedes? — habló el Otpieg con una voz robótica dentro de la cabina, con una respiración continua y molesta.

—¡Tranquilo! — grité, pero los chicos que vinieron conmigo estaban más tranquilos que lo que yo deseaba. — ¡No vayas a apretar las manos de esta puta cosa!

—¡Raj! —gritó un anciano al abrirse la compuerta en otra casa y está armado con una pistola láser. Había escuchado el ruido que produjo la transformación del robot.

—¡Raj! ¡Relájate!—ordenó el anciano humanoide al Otpige de sangre que me tenía.

Ambos vestían con ropa normal, pantalones de tela y playeras de algodón, pero manchadas por trabajos con aceite de alguna forma era una especie de taller.

—Intrusos, señor.—dijo a quien llamaron Raj.

—¡Muéstrenme sus brazos, piernas! ¡Dónde lo tengan! — dijo el anciano apuntando a los príncipes con el arma láser.

Frerick alzó su brazo bajando la manga de su chaqueta mostrando el tatuaje congresista, el símbolo que tenía la casa o el robot. La cruz Otpieg.

—Lo tengo en una parte complicada...— Ryan miró al anciano de pelo blanco, con una nariz chata y piel morena.

¿Parte complicada? Deseaba ver esa parte complicada. ¡No, no! ¡Cambia de tema!

— ...Si te lo muestro te vas a llegar una gran sorpresa. — Ryan dijo.

¡Tarado que es!

—Bien, con el Otpig bastara— el anciano bajó el arma. —¡Raj!

—¿Ke? — dijo el chico joven Otpieg de sangre. —¡Seul-chala!

—¿Per ke?

Saon cion-grucischa.

—Oh—entonces el joven me dejó caer.

Caí de rodillas.

—Disculpen soldados— menciona el anciano. — Más de cerca puedo verlos... ¡Dios! Perdonen mi vista está fallando, pero di órdenes al pueblo de que nadie saliera, excepto nosotros dos, Raj y yo... soy Hamid, líder del sector doce. Otpieg, reportándose señor. Altezas.— le hizo una reverencia a Frerick, lo reconoció.—En este humilde taller arreglamos cositas del reino.

—Lo siento— escuché de parte del Otpieg Raj.

Él baja del robot con dificultad, con su voz neutral.

—Su majestad Ryan Sato— el anciano se dirigió al Napaleano haciendo una reverencia.

—¿Majestad? — Ryan titubeó.

—Lamento lo de su padre. Alphine envió señal a las bases más cercanas.

—¿Lo de mí qué? — algo andaba mal respecto a los dos rostros.




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