Geal Ali Crónicas: Poder Absoluto.

Capítulo 16

Frente a nosotros una puerta dorada, Amalia no quería moverse de su lugar, en cambio yo, me acerqué con lentitud, noté que las manos de la Napaleana temblaban. La miré y de su cinturón sacó dos placas. Amalia las arrojó hacia mí en cuanto las tuve en mis manos, me di cuenta de que ella no me acompañaría.

—Tengo que ir con los demás... yo sirvo más para ayudar con la traducción al ejército Napaleano.

—Entiendo.

—No tengo el nivel— dijo con miedo. —¿Puedes sentirlo? — escanea con su diamante. — ¿El artefacto? Está en sus ropas, el poder. Lo veo, lo siento.

—¿Solo está Níquel? — dije y ambas armas crecieron, no eran mi estilo sino el de Amalia.

Dos katanas, de verdad extrañaba mis daga-yatagánes.

—Recuerda Geal, las armas cualquiera las puede manipular, pero si no es el dueño mismo no tendrá la misma energía espiritual, ten cuidado... yo perdería con facilidad, sé que tú, no lo harás. Iré por ayuda, por Frerick y Ryan.

Caminé con pasos lentos a la gran puerta dorada, es inmensa, debe pesar mucho, respecto a las armas y a lo que se refería Amalia podría ser el espíritu puro detrás de las paredes, pero había otro oscuro, Níquel. Un ser vivo que respira con ansias de matar y él también debe de sentirme, ese otro espíritu que sentíamos no está vivo, sino que me gritaba a los oídos por mí o es lo que yo sentía.

«Geal... tú eres fuerte... podrás hacerlo»

Se abrió la gran puerta. La sala del trono tenía manchas de sangre en el mármol, los cadáveres de los reyes. Todos estaban a mi vista en cuanto entré y un rey Napaleano muerto. El frío se sentía, me acercaba a quien se hacía parado frente al trono de la reina, un hombre alto, cubierto de piel de Destructor, su piel morena clara, su cabello blanco, con un sable manchado de sangre con el rostro orgulloso, las gotas rojas caían lentamente y cuando me miró con sus ojos profundos sin vida me di cuenta de que podía morir.

«Estoy contigo, hija»

La puerta se cerró bruscamente y sabía que Amalia no entraría, pero debía estar corriendo por ayuda, por mi hermano o Ryan.

Níquel era demasiado alto, su nivel de pelea era tan bueno, pero marcado de un aura oscura.

—¡Hola princesa! — saluda dando una reverencia hacia mi persona. Lo ignoré con una cara de supremacía.— Debo admitir que Denia ha tenido el mejor de los planes... Quiere ir a la Tierra con un rehén lo bastante llamativo, pero antes... le gusta tomar tiempo... quiere que tú... seas digna a su nivel... deshacerse de ti y de tu hermano, para frenar el poder que hace evolucionar antes. —ríe, su rostro era atractivo pese a su edad, la edad de mi madre o de mi padre. —El caos ya comenzó y no podrás detenernos...— ríe.— La Tierra será invadida y los humanos caerán.

—Y Denia te dejará aquí— dije con dureza. — Para morir.

Sonríe, a él no le pareció la burla y la media sonrisa que siempre daba en mis momentos. Estoy seria, a él lo hice pensar, tal vez en dudar de la propia Denia, eso lo tomé como una llave para abrir su tonta mente y acabarlo. Debía ir con calma.

—Denia dejó a su peón en mis manos, sabe que te mataré— continúe. — Tú eres más que su estorbo. Un hombre tonto que solo...— respiré casi lo tengo.— ... le cumple los caprichos a ella, no al rebelde caído como crees tú. ¿Estrella de la mañana? ¿Cómo lo llaman? ¿Señor?— mi rostro me ardía, mi cerebro estaba haciendo su magia.— Es decir, la amas tanto... ¿Enserio aman? ....qué tú crees qué lo hace es por el bien de los dos cuando en realidad solo busca la gloria para ella sola. Para su bien. Las putas no aman Níquel.

—Si he de morir...— dijo con una risa maliciosa. — Será por nuestra causa que los humanos caigan ante nuestro ángel como él cayó por su Dios. Que los humanos sepan que estamos aquí, nosotros somos sus dioses. Nickolas, mi hermano— dijo casi susurrando y cambió el tema, algo que me hacía estar en alerta. — Siempre fuimos buenos en pelea, pero en este momento quiero decirte que yo debía ser el jefe militar, pero por desgracia tu abuelo me dejó como concejal algo que nunca me había parecido, pero hubo un beneficio, tener el poder sin corona. Manipulación. Supongo. Aunque lo mío sea desmembrar.

Siete pasos a la derecha de Níquel se encontraban los cadáveres reales; me asusté al verlos: una Uqy, un Sirs. El imbécil también mató a los padres de Axtrex y los hermanos Sirs. Los reyes no estaban armados. Lo sabía, pero verlo es otra cosa, algo que acaba con la esperanza. La piel de la madre de Axtrex era tan azul como la de ella, pero la sangre de ese color diferente... Puede que tengan un color diferente, pero eran seres que tenían: Fe.

Níquel se dio cuenta de que observaba a los cadáveres de esas personas con tristeza, pensando en lo que sus hijos sentirán cuando vean esto. Los había asesinado desarmados, lo repetía en mi cabeza.

Desarmados.

Una y otra vez.

Desarmados.

Vengar a sus padres sería malo, en ese momento no debía mencionar el asesinato de sus padres o se volverían locos por sed de sangre. Debía tener al equipo del congreso mentalmente cuerdo, que usaran la cabeza, no el corazón. Las muertes de los congresistas mayores no debían salir de las cuatro paredes que nos encerraban a ambos.




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