Geal Ali Crónicas: Poder Absoluto.

Capítulo 19

¿Dónde está mi hermano?

No podía ver a nadie solo naves atacándose frente a mí, sin tocar la Tierra, el campo espiritual que me protegía también lo hacía con esta. No tenía el control. Miré mis manos que crean crear luces y comencé a atacar a las naves enemigas, elimino una por una más rápido, que los Alpos aliados. Las naves enemigas están retrocediendo, las pocas que quedan, vi a esos Alpos ganar la batalla.

La Tierra se encontraba a salvo, las naves aliadas se introdujeron en la nave madre Alpo en cuanto las naves enemigas se retiraron.

Una nave se acercó a mí, era un Alpo tan pequeño, no debía acercase tanto, no tenía el control de mi cuerpo.

Aléjate.

—¡Cúbranme! — escuché en mi oído, las voces del comunicador. —¡Me escuchan! ¡Cúbranme! —la voz de Ryan.

Su voz siempre me pone nerviosa, pero tiene que alejarse de mí.

—Tranquilo Napaleano no hay enemigos— mencionó Axtrex. —Los acabó, el Poder. Ella lo hizo.

—Tenemos que hacerla reaccionar— era el príncipe Arcry. —Frerick está en la nave enemiga, lo siento agitado. Su nivel extremo está al máximo. Debe estar peleando.

—Igual yo lo siento así—también se escuchó a Are.

—Tenemos que pedir ayuda— menciona Ryan, de la nave que tenía enfrente, se dejó ver el Napaleano como si eliminara el cristal polarizado a uno transparente. — ¡Gea!

Dijo mi nombre sin mencionar la L, cada vez que hace eso me empieza agradar, pero por cortos momentos.

—¿Eres tú?

—No—Mis voces la escuchó Ryan. ¿Mis voces? No era yo quien hablaba. — Y sí.

—Está de locos... — menciona el Napaleano con una mirada extraña en mí. —¿Escucharon?

—¿Qué cosa? — pregunta su hermano Are, al parecer Ryan era el único que me escuchaba.

—¿Qué quieres? Ustedes no piden nada porque creen que me molestan. Napaleanos.— repetí.

—El hermano de Gea está en peligro... con lo mucho que amo la idea... pero...— el Napaleano tenía la voz y el rostro de incredulidad. — Necesito ayuda. Llegar a la gran nave enemiga será difícil con sus láseres en corto alcance, y mi nave es pequeña...

—Esto no es un genio que cumple deseos... pedir... perdir... ¿Solo saben eso?— mencioné o lo que fuese que me controlaba. —Estás son mis reglas: Ella morirá en un abrir y cerrar de ojos. ¿Salvarías a Frerick o la joven? Me soltaré y ella no podrá resistir en el total espacio por su cuenta, no cuando no sabe como ser modo sangre...

Para el Napaleano eso le importaba menos, su mirada era seria y yo no quería morir, pero si es mi vida por la de mi hermano preferiría que lo salvara a él. Ryan quitó la mano del tablero y abrió la boca con suavidad.

—A ella la necesito viva...— menciona, algo en el poder hacía que lo escuchara. — Y ella necesita a Frerick... No me hagas elegir.

—Entonces...— sonrió. — te ayudo— una luz brotó de mi cuerpo y nos segó a ambos.

No podía ver más que luz, después de un minuto volví a ver la nave con un aturdido Napaleano.

—Te mostré algo solo para ti... — el poder mencionó. — ¿Ahora a quién vas a salvar? ¿Qué es lo que el universo necesita más.... a ella o a él?

—¡Yo no soy así! ¡No me harás elegir! — Gritó Ryan desconcertado por una leve visión que yo no vi

—¿A quién salvarás?

—Frerick está en la nave enemiga, pueden acabarlo en cualquier momento, por favor.... si ella vive y pierde un hermano... yo ya he perdido un hermano yo sé que se siente... no le hagas eso.

—Tú tienes la decisión.

—¡Mierda! Mi pueblo se levantará contra mí, pero que ... ¡Mierda!

—¿Cuándo acabará tu soberbia? — menciona el poder dentro de mí. — Pero te daré una oportunidad más por tu Fe. ¡Suerte al salvarlos! ¡Nos veremos siempre!

Sentí el campo espiritual desapareciendo, Ryan se movió dentro del Alpo buscando algo. Pasaron segundos y encontró dos máscaras, se colocó una, salió de su nave, la ventana se estaba agitando y el parabrisas derritiéndose como mercurio, con su don Ryan movió su cuerpo hacia mi posición, en cuando me tuvo en sus brazos, me coloca la máscara. Me estaba congelado y él también.

¡No!

¡Él no resiste esto!

¡Puede morir! ¡No!

Comencé a respirar, me vi entrando a la nave con él, el parabrisas se cerró con rapidez. Ryan me quitó la máscara de oxígeno y él también hizo lo mismo. La nave se llenó de oxígeno para ambos. En nuestra piel había trocitos de hielo, a Ryan le afectaba más, no aguanta temperaturas bajas y él temblaba, pero el calor de la nave lo hacía recuperar algo de energía.

—¡Mierda Ryan, la puta temperatura! ¡Pudo matarte! ¿Estás loco?

—¡Gea! — me llama. — ¿Estás bien?

—Sí— dije, podía controlarme, de mi muñeca el artefacto cayó y se transformaba en una cadena al nacer las llamas.

Una cadena, es tan sabio, el artefacto sabe que necesito un guardapelo.




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