Geal Ali Crónicas: Poder Absoluto.

Capítulo 26

No fui al planeta Otpieg después de que Mai disparara a la nave enemiga. Estábamos en órbita alrededor del planeta Tierra. Le pregunté a mi hermano que necesitaba respirar aire real, nada artificial, quería quedarme un tiempo en ese hermoso planeta que casi destruyo. Tenía miedo, pensé que perdería a mi hermano y a Sean.

La sala de mando arroja un ambiente de serenidad, quizá porque todos estaban cansados.

—No hay señales de Denia— Are indicó un informe vía holograma en la línea de ingeniería. —Nada en absoluto.

Observé al grupo, todavía estábamos vestidos con el mismo atuendo militar, sucios y heridos. Era de noche, probablemente en mi residencia en la Tierra.

—Descenderemos a la Tierra por un momento, para que Gea pueda descansar— sugirió Frerick. Lo miré y sonreí. —Para que todos lo hagamos. He dado instrucciones a los hermanos Trollmoss para que investiguen el paradero de Sean.

Sus palabras iluminaron mi actitud. A pesar de mis heridas, me apresuré a abrazarlo, pero él me tocó el hombro antes que lo hiciera.

—Huelo mal, hermana. — dijo justificándose para que no lo abrazara.

De igual forma, no debo tocarlo por si acaso activo, algo que no queremos que sepa aún, igual dijo afirmando que sus heridas se lo impedían. Le dolía el cuerpo.

—Disculpa, me duele el cuerpo. Te abrazaré cuando sane.

Sospecho que mi hermano es consciente de algo. Esta constatación me entristeció. Espero que sea solo un producto de mi imaginación.

—Cuando asumas el papel de reina, puedes ordenar que él, Sean, esté a tu lado... Entiendo que él es tu único amigo conocido por más tiempo, — comentó Frerick, ahuecando suavemente mi barbilla con su mano enguantada. —Pero te aseguro que yo y todos estos individuos... —hizo un gesto hacia los congresistas—, también seremos tus amigos.

—Yo no —intervino Ryan.

—Sí, ustedes no. —respondió Frerick con una mueca. Luego bajó la mano. —Solo cuenta a los hermanos, Mai y Axtrex.

Sonreí.

***

Unas horas después de llegar a la Tierra, mi hermano me informó que se encontraba aproximadamente a veinte minutos de nuestra ubicación oculta.

Me llenó de una inmensa alegría el poder verlo. Puede que Frerick no comprenda del todo la profundidad de la felicidad que me trajo, pero soy consciente de que mi partida de la Tierra implica nuevas responsabilidades. Para prepararme para su llegada, me di una ducha. Habíamos consumido comida vorazmente, ya que había pasado un período prolongado sin sustento.

Los hombres expresaron su preocupación por la degradación muscular, mientras que las mujeres temían el agotamiento, pero incluso después de casi una hora de comer, todavía nos sentíamos insatisfechos. A pesar de nuestro regreso de nuestros aposentos privados, renovados y presentables, nuestra sala de mando se había transformado en un centro de estar, para el grupo de la sangre real del sistema y aleados más cercanos. Me cambié por otro traje militar, pero esta vez menos raspado y oliendo mal.

El baño nos ayudó a todos.

Nos reunimos unas dos horas después. Podía escuchar a los Napaleanos, en su lengua materna, expresando su deseo de regresar a casa para disfrutar de su cocina preferida, en lugar de las comidas preparadas en la nave. Mai, Arcy, Arcry y mi hermano estaban enfrascados en discusiones sobre una estrategia de entrenamiento para mí después de mi partida de la Tierra.

Axtrex, consciente de la sensación de asfixia que me producían los acontecimientos recientes, me tomó del brazo y me hizo una señal para que la siguiera fuera de la nave. Bajamos por la rampa y entramos en la jungla del sur de México.

—Por fin... aire verdadero. — dije, inhalando.

Axtrex se reía de mí, serían quizás las tres o cuatro de la tarde por el sol, pero soplaba un viento fresco por la selva. Lo que siempre hago, lo respiro, lo siento, toco mis mejillas.

—Este lugar es... —Axtrex observa la selva, su color azul en su piel brillando con los rayos del sol— Aquí el sol pega más fuerte... que, en otros planetas, se siente bien. Y mi piel lo recibe con gusto... qué agradable se siente.

—¿Nunca has sentido el sol, azul?

—No... no tan... fuerte. —sonrió. —¿Ese Sean te hace feliz?

—Es el único que conozco que me conoce bien...

—¿Es un Otpieg?

—Sí.

Se acercó más a mí, quizás a treinta centímetros.

—Frerick solo te dejará saludarlo, aquí... por eso te traje, me aseguraré de que lo saludes, luego regresaremos. Hay muchas cosas que hacer. Y ese Sean... necesita ser investigado primero antes de sacarlo a colación. Con todo lo que pasó, no sabemos si es un espía.

—Lo entiendo. Axtrex.

Ella sonrió.

—¿Ya no, azul?

—Me gusta mucho, azul... pero tu nombre es hermoso.

—Azul, — una voz de hombre nos hizo mirar hacia la rampa.

Ryan había bajado volando.

—Frerick quiere que vayas... está debatiendo un área de entrenamiento para Gea, cuando ya... ya sabes... me dijo que la cuidara para que pudiera saludar... a su amiguito.




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