Gema Esmeralda

2

Con algo de recelo abrí los ojos. La luz era tenue, pero aún así me lastimaba.

Trate de sentarme para ubicar a Christopher, pero no lo hallé, así que decidí salir a buscarlo.

Con precaución baje las escaleras, no quería hacer ruido. Al llegar al comedor lo ví platicando con mi papá. Los dos algo tensos pero sin ser algo caótico.

—¿Así, sin más? — mi hermano se toma del cabello con algo de desesperación— ¡La tocaron, papá! A tu hija...

Ahogo un suspiro, no quiero que me descubran, así que cubro mi boca.

—¿Crees que no me duele?—responde tajante— ¿No crees que sería esto sería lo mejor? Comenzar una nueva vida en Inglaterra, olvidar Nueva York.

—Ya paso por mucho cómo para alejarla de todo lo que conoce.— Cuando se aleja de el yo corro a mi habitación por mi teléfono.

Con algo de nerviosismo tecleo el número de mi novio.

— ¿Diga?—responde al tercer zumbido—¿Amor?

—Connor tenemos que hablar— con algo de firmeza en mi voz le cuento todo, todo lo que pasó mientras el permanece en silencio.

—¿O sea que me fuiste infiel?— mis ojos se abren, mi risa nerviosa se hace presente.

—¿Disculpa?

—No te hagas la mustia

Sin más, colgó y yo me quedé como estúpida con el teléfono en la mano.

Ya no tengo nada que hacer aquí.

No tengo amigos por los que me quiera quedar. La escuela no es mala, pero no pertenezco ahí, y está casa... está casa ya no se siente te segura.

Con la decisión clara llego a pasos rápidos al comedor donde seguían los dos hombres en silencio.

— Si me quiero ir a Inglaterra— los dos levantan su vista hacia mi, en especial mi hermano.

—Bien, hagan sus maletas. Nos vamos hoy mismo— se levanta de la mesa para irse a su despacho.

Después de unos minutos en silencio me siento junto a Chris.

— ¿Estás segura?

—Muy segura

~🌿~

Cinco de la tarde ya estábamos subiendo las maletas al auto. Con algo de dolor recordé la razón por la que nos vamos. Recordé todos esos momentos que pase aquí.

Todo el camino estuve callada, aún cuando subimos al avión y despegamos, mis pensamientos estaban en Beatriz y en Maldonado.

—¿Por qué no duermes un poco, Sofi?— dijo Chris a mi lado.

Solo le dí una sonrisa forzada y tome su palabra. No soñé nada, solo hubo oscuridad hasta que aterrizamos.

Por la distancia de horario aterrizamos en un día soleado. Después de recoger las maletas nos recibió un hermoso BMW negro.

Venía jugando con Chris cuando el auto se detuvo, con cautela levantamos la vista. Una reja enorme estaba abriendo paso para nosotros, y un jardín hermoso nos recibió.

Bajamos del auto para visualizar bien el lugar. Una mansión casi de película, un tanto de terror, pero un tanto de fantasía.

El pasto tan verde que dan ganas de tirarse al piso. Y un pequeña fuente en la mitad.

—Bajen sus maletas y llevenlas adentro— ordenó papá. Prácticamente corrimos.

Me costó un poco abrir la puerta y aún más cerrarla.

Una gota rondaba mi frente, un sudor desagradable. Me limpie la gota y visualice el lugar. Escaleras de caracol y piso de mármol adornaban la primera impresión.

—¡Sofi, ven a ver esto!— con rapidez segui su voz. Llegando a dónde estaba el, me di cuenta que era una cocina un patio trasero

Todo estaba verde, algo abandonado, pero hermoso. Las flores y los árboles crecían sin ningún remordimiento, el sol daba una pequeña vista hermosa.

—¿Vamos?— pregunte con una sonrisa.

El asintió y corrimos para adentrarnos. Cada paso era más hermoso que otro, cada rama que me rozaba me daba una paz increíble, mi corazón estaba tan frenético que sentía que se saldría de mi pecho. Tomé algo de distancia par visualizar lo que parecía un huerto. Esto parece de otro mundo, no Inglaterra.

—¡Chris! ¡Sofía!— Escuchamos como papá nos gritaba desde la cocina. Corrimos hasta ahi—Vayan a bañarse. Necesito que conozcan a una persona.

Los dos resoplamos, pero obedecimos. Subí al segundo piso, observando todo, cada cuadro, cada puerta. Seguí mi instinto y abrí la puerta que más me llamó la atención, al abrir el olor a polvo me alcanzó, pero una habitación hermosa me sorprendió.

Me senté en el colchón que estaba aquí. Todo estaba pintado de beige con flores rosas preciosas por todas las paredes.

El ropero justo frente a la cama, y con el polvo cubriéndolo, le daba un toque tenebroso.

Al fondo había una pequeña puerta, con algo de curiosidad me levanté para abrirla.

Cuando llegue rece que no hubiera algún insecto, y la abrí. Un olor a jabón inundó mis cosas nasales y pude distinguir un baño.

Hasta el maldito baño estaba hermoso. Las paredes ahora del color de las flores, una gran tina de mármol y una jodida ventana con vitrales.

Estaba demás el decir que no tarde ni treinta segundos en meterme a bañar.

~🌿~

Ya bañada baje al primer piso donde ya se encontraba Chris y papá.

—La princesa tardo en bañarse— Bromeó mi papá.

Unos suaves toques en la puerta hizo que voltearamos a verla. Una chica no tan alta, con su cabello negro y sus ojos... unos ojos verdes como una esmeralda.

—Ella es la hija de mi asistente Aylin— nos presentó, y como era de esperarse Christopher ya estaba babeando.

—Me llamo Melody

—¿Qué hace aquí?— pregunté con cautela.

—Su madre me pidió que la alojara.

Ella vivirá con nosotros, y eso se siente como una invasión completa a mi persona. No me cayó mal, de hecho es agradable, pero es incómodo.

Al llegar la noche subimos las cosas faltantes a sus respectivos cuartos. El mío más hermoso.

Cuando abrí la puerta de nuevo, ese olor a polvo me inundó. Necesitaría una semana para dejarlo completamente limpio.

¿De dónde saco esta casa mi papá?

Primero lo primero: mi cama.

Con la fuerza de princesa tumbe el colchón para déjalo parado sobre el piso, comencé a pegarle con un trapo primero; después comencé limpiarlo.




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