Me petrifiqué al sentir a Myung Soo frente a mi. Sus ojos buscando los míos sin darme tiempo a huir de esa horrible situación. Y yo me sentía al borde del llanto.
¿Por qué esa chica tenía que contar precisamente aquello? ¿Y por qué me había dicho todas esas cosas horrible si yo recién la conocía?
—Basta ya, Chin Mae —habló Myung Soo entonces, dando un paso hacia esas chicas, sin decir nada sobre lo que acababa de escuchar—. Cállate o tendré que pedirte que te vayas.
Las chicas soltaron bufidos molestos, pero no replicaron nada ante las amenazas de Myung Soo, yendo entonces a la casa. Sin embargo no dejé de notar las miradas que me lanzaron. Me odiaban, era obvio. Bueno, odiaban a Soo Min, pero venía siendo lo mismo, ¿no? Pero no entendí el porque de ello hasta que vi a la tal Chin Mae lanzarle a Myung Soo una larga mirada.
Sentí como mi pecho se contraía. A ella le gustaba Myung Soo.
Después de esto sólo hubo silencio. Sung Kyu mirando hacia otro lado y yo con la vista fija en el suelo. Se suponía que los Kim no sabían (ni tenían que) de nuestro declive económico. ¿Que hacer ahora que Myung Soo lo sabia? ¿Como enfrentar la posibilidad de que descubriera la verdad? Que ese matrimonio sólo se hacia por dinero, su dinero.
Sung Kyu soltó un suspiro y se giró.
—Soo Min...
Empezó, aunque no tenía idea de lo que iba a decir. No dijo mas, frunciendo el ceño y mirando algo detrás de mi. Volví el rostro, al mismo tiempo que Myung Soo hacia lo mismo.
Sung Yeol caminaba tranquilamente hacia nosotros. No sonreía.
—Hola —saludó apenas se acercó lo suficiente —Sung Kyu, Soo Min. Y Myung Soo.
—Hola, Sung Yeol.
Murmuré, sintiendo la mirada de Myung Soo sobre mi. Y ya no era por sus celos o lo que fuera que Sung Yeol le provocara. Lo sabía muy bien, era por eso. Por las necias palabras de esa chica. Tal vez debería huir en ese momento, ir con papá y dejarle a él la posible solución. Pero esa idea me aterraba demasiado. No importaba cual fuese el motivo seria mi culpa por no saber llevar bien mi papel.
—¿Papá te ha pedido que vengas de nuevo?
Quise saber, nervioso, pero sintiendo como las ganas de soltarme a llorar se iban alejando. Era bueno tener algo con que distraerse.
—No —respondió Sung Kyu por él —yo se lo he pedido esta vez.
—Ah.
Dejé salir, sintiendo la mirada de Myung Soo fija en mi. Y eso sólo servía para atormentarme mas, porque sabía que tendríamos que hablar de lo que había escuchado.
—Soo Min, entra a casa —siguió mi hermano —te veo al rato.
Y, tomando a Sung Yeol del brazo, se alejó. Sólo que no lo hizo en dirección a nuestra casa, sino hacia el jardín de mamá, el cual no le gustaba mucho.
—¿Vamos?
Pregunté en voz baja, pero Myung Soo negó con la cabeza, sin dejar de mirarme un segundo.
—¿Es verdad? ¿Que tu familia...?
Suspire, pese a que no terminó su pregunta.
—Si —admiti. ¿Tenia sentido mentir en algo tan obvio?—. Nada aquí nos pertenece.
Silencio. Myung Soo parecía estarselo pensando, su entrecejo fruncido y sus ojos mirando el cielo. Esperé. No tenia prisa alguna por saber su respuesta, pese al miedo. Miedo de que decidiera que ya no se casaría con Soo Min, miedo de que deseara una esposa de su misma clase social, de su mismo nivel económico.
—Y... Soo Min —habló tras lo que me pareció una eternidad —tú, ¿vas a casarte conmigo por... mi dinero?
Parpadeé dos veces seguidas, sintiendo las ganas de llorar volver. Había sido tan directo. Y yo no podía responder a eso sin mentir. Pero no quería hacerlo. Todo entre nosotros era una mentira ya. No quería seguir mintiéndole.
—Si.
Susurré, el corazón en un puño, convencido de que ahora me odiaría. Pensaría que era una clase de mala mujer, una víbora interesada; cuando a mi lo que menos me importaba era su dinero.
—Así que —su voz sonaba baja, ya sin la alegría que había aprendido a apreciar en ese poco tiempo de conocerlo —tú realmente no... no estas interesada en mi. Tú no quieres casarte conmigo.
—No es así —me dolía tanto ver esa expresión rota en sus ojos. Tanto que desee por primera vez ser Soo Min, desee ser yo a quien Myung Soo quisiera —ya no es así.
—¿Ya no?
Dudé un segundo, pero al final me acerqué a él, rodeando su cintura con ambos brazos y dejando mi rostro ocultarse en su pecho, sintiendo su suave respiración.
—No. Ya no. Yo... yo si quiero casarme contigo.
Y levanté el rostro entonces, quedando a centímetros del suyo. Su boca entreabierta, sorprendida. Y quise besarlo. Nunca lo había hecho, pero quería hacerlo. Quería probar esos labios, preguntándome que tendría de diferente besar a alguien de tu mismo sexo.
—¿En serio?
—Si. No me importa tu dinero.
Y esa fue una de las pocas verdades que le dije.
Myung Soo sonrió levemente, como si no terminara de creerlo del todo. Debía haber una parte suya que le decía que no debía confiar. Y desee que la escuchara. Desee que se alejara de toda mi familia. Desee que...
—A mi tampoco me importa el tuyo —repuso, llevando sus dos manos a mi mentón —te quiero por quien eres.
Jamás me senti así antes. Jamás nadie me acarició con esa dulzura, con esa ternura que me derretía por completo. Jamás nadie me miró de esa forma. Y supe que mientras viviera jamás encontraría a nadie que me mirara igual.
Y sentí como una lágrima brotaba de mi ojo izquierdo, porque esas miradas, esos gestos, ese amor, no eran para mi. Porque todo eso era un engaño. Porque Myung Soo no se merecía eso. Porque si yo de verdad me había enamorado me lo tenía bien merecido. Así como me tenia bien merecido sufrir y perderlo.
—No llores —me susurró —de verdad no me importa. Y entiendo que si no me lo dijiste antes fue por tu padre.
Negué con la cabeza. No podía mas con eso. Ya no. Kim Myung Soo era demasiado bueno para seguir con esa farsa. Me separé de él, utilizando mis manos para poner distancia entre nosotros.
—Myung Soo, yo no...
—Te quiero, Soo Min.
Repitió, sin dejar de mirarme. Pero yo quería decirle la verdad. Quería decirle que yo no era Soo Min, que ella había huido, que no quería casarse con él y que además estaba enamorada de alguien mas. Pero no lo hice. Sus manos tomando las mías.
¿Como podía decirle la verdad sabiendo lo mucho que esta le haría daño?
—Myung Soo.
Murmuré y sin decir nada mas me acerqué a él de nuevo, rozando suavemente sus labios con los míos. Y no fue una mala sensación, no me dio asco ni me hizo arrepentirme. Pese a que sólo duró un par de segundos.
Me separé de él. Sus ojos brillando y una sonrisa cálida adornando su hermoso rostro.
—Soo Min.
Dijo con dulzura y le sonreí a mi vez, sintiendo una ola de placer poco conocida en mi interior. ¿Ese casto roce podía figurar como un primer beso? Si era así podía decir que había sido el primer mejor beso que pude haber tenido, aun si antes había llegado a fantasear con tener esa experiencia con una chica como las que salían en los mangas.
Acarició mi mentón de nuevo, sin intentar repetir. Yo cerrando los ojos y dejándome simplemente consentir. Era cierto, mis sentimientos por Myung Soo eran mas fuertes de lo que habría pensado.
Escuché un carraspeo y abrí los ojos, un poco molesto porque alguien llegase a interrumpir mi momento; pero cuando vi de quién se trataba sentí como palidecía.
Mamá.
—Myung, querido —dijo con dulzura —tus compañeros te esperan adentro. Serviremos el almuerzo.
—Claro. Lo siento, me olvide de eso —y Myung Soo me lanzó una mirada feliz—. Vamos, Soo Min.
—Eh, necesitó hablar con mi hija un segundo —intervino mamá, impidiéndome ir con él —te alcanzara dentro de un momento.
—Esta bien —Myung Soo se inclinó y besó mis manos con delicadeza, como si yo fuese algo tan frágil que pudiese romperse ante el menor contacto —no tardes.
—No lo haré.
Respondí, quedándome de pie junto a mi madre, la cual sonreía ampliamente. No duró. Apenas y Myung Soo se fue, mamá me tomó del brazo con brusquedad y tiró de mi hacia un lado, con dirección a su jardín. No me resistí. Recordé que cuando ocurrían ese tipo de cosas Soo Min siempre se quejaba, forcejeaba e incluso apartaba a mamá a empujones. Yo no.
—¿En que piensas, niño tonto?
Gruñó, su falsa amabilidad desaparecida mientras una mueca se dibujaba en su rostro. Ese era su verdadero yo.
Abrí la boca para responder que no sabia de lo que hablaba cuando me empujó directo contra el pasto, yo cayendo de bruces, librándome apenas de golpearme seriamente.
—¿Quien te has creído para besar a Myung Soo?
Gruñó de nuevo y me sentí aun mas aterrado. Ella lo había visto todo.
—Mamá...
—Que esto te quedé claro, Sung Jong, Kim Myung Soo es de tu hermana. Es ella quien va a casarse con él. No tú —me miraba con cierto repudio —y no olvides que aunque no lo parezcas eres un hombre. Deja de intentar arrastrar a Myung Soo a tus cosas asquerosas o se lo diré a tu padre. Esto le molestara mucho. Y ya sabes lo que hace cuando esta molesto.
—No, por favor.
Supliqué, recordando la última vez que papá se había "molestado mucho" conmigo. Casi siete meses atrás. Aun no estábamos en banca rota y ni hablar de un matrimonio entre mi hermana y el heredero de los Kim. Podía visualizar perfectamente el ático. Y los quince latigazos que recibí aquel día.
Sin quererlo comencé a llorar. ¿Por qué había actuado tan impulsivamente y besado Myung Soo? Y mas aun, ¿por qué no era capaz de defender ese hecho? Porque era un cobarde y tenía mucho miedo, no sólo a papá, sino también a la verdad. Al hecho de que Myung Soo no me había besado a mi, sino a Soo Min.
Mis lágrimas sirvieron para ablandar un poco a mamá, quien se inclinó un poco hacia mi, acariciando mi cabeza.
—Cariño, entiende, ¿si? Es nuestra única oportunidad de salir del problema. No lo arruines.
Negué con la cabeza. No era yo quien lo arruinaba. No era yo quién sólo pensaba en dinero y no en cosas mas importantes.
—¿Mamá? ¿Qué pasó?
Sung Kyu apareció frente a nosotros entonces, Sung Yeol detrás de él.
—Nada, cariño. Simplemente Jongie y yo charlando —su voz era suave y dulce de nuevo—. Hola, Yeollie, que alegría verte. ¿Te quedarás a almorzar?
—Claro.
Sung Kyu y él intercambiaron una mirada. Mi profesor particular se encogió de hombros y cuando mamá se dirigió a la casa fue tras ella. Mi hermano mayor y yo nos quedamos a solas.
—Levantate.
Dijo, ofreciéndome su mano. La acepte, mi llanto era silencioso, pero perfectamente visible.
—¿Qué te hizo?
—Lo de siempre —murmuré, limpiando mi rostro.
Sung Kyu suspiró y me tomó de la mano.
—Sé que es duro, pero no será mucho mas. Esto terminara pronto.
Y recordé otra de las cosas que me atormentaban. Soo Min volvería en dos días, a tomar su lugar. Una parte mia saltaba de alegría debido a lo mucho que la echaba de menos, pero otra parte no quería que volviera. Me negaba a analizar a fondo el porque.
—Sung Kyu.
—¿Qué?
—¿Y si yo no quisiera que terminara?
Mi hermano se mordió el labio inferior, mirándome con atención. Sung Kyu no era tonto. Comprendió muy bien lo que trataba de decirle, aun si él no entendiera mis razones. Ni yo mismo las entendía.
—¿Lo quieres?
Susurró, como si temiese que alguien le escuchara, aunque no había nadie allí mas que nosotros.
—Sí —admití —me enamoré de él.