Gemelos

Fallido

La expresión de mamá no cambió al fijar sus ojos en nosotros, asegurándose de mirarnos con atención, de la forma en que uno miraría algo que le fuese desagradable.
—Vaya, vaya —dijo, con una sonrisa cargada de sarcasmo —miren a quién tenemos aquí. Sung Kyu, Ho Won y Sung Jong.
—Mamá.
Empezó mi hermano mayor con cuidado, dando un paso al frente, pero fue interrumpido por la voz molesta de Soo Min justo del otro lado de la puerta cerrada detrás de mamá.
—¡Abre la puerta, maldita bruja!
Y el sonido de sus puños al golpear la madera.
—Abre la puerta —repetí por inercia, a punto de acercarme.
—No —mamá se veía altiva, ignorando los gritos de mi hermana—. ¿Creyeron que no sabía que tramaban algo? Los tuve dentro de mí a los tres, los conozco mejor de lo que ustedes se conocen —y miró a Hoya —tú, querido, fuiste la excepción, pero igual eres predecible —volvió a mirarnos a todos—. De hecho lo son todos. Y ni siquiera tengo que preguntar de quién fue la idea de huir, ¿verdad, Sung Kyu?
Mi hermano apretó los puños con fuerza, pero se negó a responder.
—Por suerte para ustedes no me importa en lo absoluto. He comprobado que son unos traidores y no puedo confiar en ustedes —mamá le dio un golpecito a la puerta detrás de ella —pueden irse ahora mismo si quieren, pero Soo Min se queda. 
—Eso nunca —habló Sung Kyu ahora si —ella vendrá con nosotros.
Hoya avanzó esta vez.
—Lo siento por esto, tía.
Y sin más lo tomó por los hombros para apartarla, todo ante la mirada desconcertada de mamá, quién abrió la boca para gritar, siendo cortada de inmediato por la mano de Ho Won.
—Rápido, abran esa puerta —nos urgió a Sung Kyu y a mí. 
Ninguno necesitaba ser un genio matemático para saber dos cosas; la primera que la puerta estaba cerrada con llave, la segunda que mamá no traía la llave con ella, siendo capaz de haberla ocultado en cualquier sitio.
—Mierda —siseó Sung Kyu, tirando del picaporte, ante los gritos de Soo Min al otro lado—. Tendremos que forzarla.
Pero yo no tenía ni idea de como hacer algo así. Y mientras tanto mamá había comenzado a forcejear en los brazos de Hoya. Sabías que muy bien lo que pasaría si se liberaba. Papá.
Sung Kyu pasó de mí, sacando lo que parecía un pasador negro del bolsillo de su chaqueta y se arrodilló frente a la puerta. No tenía ni idea de dónde había sacado eso, pero no me costó mucho adivinar como era que sabía forzar una cerradura. O por lo menos como era que tenía la teoría. Nos habíamos pasado la vida entre libros gracias a papá y de vez en cuando se encontraban lecturas interesantes que le pasaban inadvertidas entre tantas prohibiciones.
—¡Deprisa! —volvió a urgir Hoya, detrás de nosotros. 
Y mientras Sung Kyu daba una última vuelta, obteniendo un ligero clic mi primo soltó un grito de dolor y una mano fuerte se aferró a mi brazo. Sentí las uñas pintadas de mamá clavarse en mi piel justo en el mismo momento en que la puerta se abría y Soo Min salía, sus ojos casi desorbitandose al ver aquello.
Hoya con una mano muy cerca del estómago, dónde había sido mordido por mamá; Sung Kyu de pie a unos metros y yo, presa de ella.
—¡Te he dicho que no te atrevas a tocar a Sung Jong!
Vociferó mi gemela y sin más apartó a mi madre de mí, empujándola sin piedad, de forma que esta terminó sobre la alfombra.
—¡Vamonos! —gritó Sung Kyu, tomando a Hoya de un brazo y echando a correr hacia las escaleras. 
Soo Min se apresuró a imitarlo, pero yo me tomé unos segundos para mirar a mamá. Ella me devolvió la mirada, todavía en el suelo, con una expresión indescifrable en el rostro. Soo Min tenía razón al llamarla bruja, pues eso era justo lo que parecía.
Aparté la vista y eché a correr detrás de mi hermana, bajando las escaleras para hallarnos pronto en el vestíbulo, con las luces apagadas y el silencio llenándolo todo. Una parte mía hubiese creído que mamá nos seguiría o que gritaría por detrás de nosotros, pero no ocurrió nada de eso. De alguna forma esa quietud me hacia sentir más nervioso, poniéndome los pelos de punta y provocando que estuviese a punto de tirar el nuevo florero que habían colocado para sustituir los dos anteriores, pero por esa ocasión Sung Kyu me detuvo por los hombros, negando suavemente con la cabeza e impidiendo un accidente.
Hoya iba por delante de nosotros, Soo Min no tardó nada en llegar a su lado, ayudándole a abrir la puerta. Miré a Sung Kyu, quién asintió esta vez, pero no pronunció palabra alguna, demostrando con eso que la puerta abierta era cosa de ellos y que no debía preocuparme de más, aún si no podía dejar de hacerlo.
El frío viento nos llegó apenas nos vimos en el exterior, entumiendo mis orejas de golpe, lamentando no traer una bufanda, pero ya era demasiado tarde para volver por algo. Y caí en cuenta de que ninguno llevaba nada, ni maletas ni objetos personales. Nos íbamos, pero dejábamos todo atrás.
Sung Kyu cerró la puerta detrás de mí, sonriendo brevemente, si bien le ví lanzarle una última mirada a la casa, casi como si estuviese pensando en alguien mientras lo hacia. No tuve oportunidad de preguntarle, yo mismo haciendo lo propio.
Myung Soo...
—Vamonos, Sung Jong.
Me tomó de la mano, tirando de mi en dirección a la libertad. Solté un suspiro, sintiendo mi corazón latir con fuerza, pero siguiéndolo ciegamente. Confiaba en mi hermano tanto como confiaba en Soo Min.
Anduvimos unos minutos en la oscuridad, con nuestras manos fuertemente entrelazadas, sin atrevernos a soltarnos. Desde nuestro sitio podíamos distinguir a Soo Min y Hoya unos metros por delante. Nuestro primo había rodeado los hombros de nuestra hermana en un intento de quitarle el frío. Y era que ninguno de nosotros llevaba abrigo alguno.
Se me dificultaba un poco seguirle el paso a Sung Kyu, pero pese a ello mi hermano jamás me soltó, ni siquiera cuando de la nada aparecieron tres sombras negras y se abalanzaron sobre las dos figuras familiares que veníamos siguiendo.
Soo Min gritó. Ho Won cayó de bruces. Y Sung Kyu apretó mi mano con fuerza. Todo esto duró lo mismo que el latido de un corazón. Probablemente del mío.
Y muchos antes de darme cuenta Sung Kyu y yo corríamos, acortando la distancia, mientras una sombra sujetaba a mi hermana, quién gritaba como descosida, forcejeando y pataleando.
—¡Dejenlo, malditos! ¡Ustedes son dos! ¡Eso es trampa!
Mientras corría enfoqué que era lo que provocaba los berridos de mi gemela. Las otras dos sombras pateaban un bulto en el pasto.
Hoya.
Fue esto lo que hizo que Sung Kyu me soltará finalmente, corriendo mas rápido que yo y sin pensarlo le quitó a uno de esos hombres de encima. Abrí la boca para llamar a mi gemela, pero entonces sentí como alguien me empujaba, cayendo hacia adelante, cubriendo mi rostro apenas con mis manos.
—¡Jongie!
Era la voz de Soo Min; levanté el rostro un poco, viendo como ya no era un tipo el que la sujetaba, sino dos. Mientras que a Sung Kyu y Hoya los habían sometido de nuevo, ambos tirados sobre el húmedo pasto, los rostros hacia abajo. En la misma situación que yo me encontraba.
—¡Dejenlo ahora mismo, malditos cobardes! —seguía gruñendo Soo Min. —¡Los mataré si le ponen una mano encima! ¡Los...!
El sonido seco de una bofetada hizo el silencio. Uno de esos miserables hombres había golpeado a mi hermana.
—Que mocosa tan irritante.
Escuché una voz rasposa, de alguien que ha pasado la mayor parte de su vida fumando cigarrillos.
—Hijo de puta.
Esta era la voz de Sung Kyu, quién se ganó una patada en el estómago después de que esos hombres lo incorporaran. Sentí cada uno de los golpes que mis hermanos recibieron. Pero debido a la oscuridad del jardín no me era posible verles las caras, saber que tan mal estaban, siendo Hoya el que mas me preocupaba en esos momentos.
—¿Eso es todo lo que puedes hacer? —habló Soo Min justo entonces, su voz adquiriendo un tono venenoso y burlón—. Hasta yo pego más fuerte.
Pese a la oscuridad pude ver la misma figura que segundos atrás golpeara a mi hermana yendo hacia ella de nuevo, seguramente más que listo para demostrarle lo que en verdad era capaz de hacer. Apreté los puños contra el pasto, maldiciendo mi pasividad, pero el hombre no llegó a tocarla de nuevo, siendo cortado en seco por la imponente voz de papá.
—Basta. La necesito en buen estado.
—Cerdo asqueroso.
Escupió Soo Min sin pensárselo dos veces, pero papá pasó de ella, indicándole a los guardias de seguridad que él mismo había contratado que nos llevasen de vuelta a la casa. Vi como empujaban a Soo Min y a Sung Kyu para que caminaran, mientras que llevaban prácticamente a Hoya a rastras. Quería detenerme y revisarlo, pero fui empujado a mi vez.
No fue sino hasta que entramos de nuevo en la casa, en esa horrible prisión, que la luz del vestíbulo me permitió ver mejor. Soo Min tenía un ligero hilillo de sangre escurriendo por su boca, pero Sung Kyu no mostraba herida alguna en el rostro. Hoya era otro caso, la mitad de su rostro cubierta de sangre; y esta parecía provenir de su cabeza.
—Han tardado mucho —se quejó una voz conocida. 
Naturalmente que se trataba de nuestra madre, la persona que debió dar la alarma sobre nuestra fallida huida.
—La propiedad es grande —respondió papá —será mejor que te lleves a Soo Min. Ya ha molestado mucho el día de hoy. Y lleva a Ho Won con Ren.
Mamá asintió en silencio y, con ayuda de dos guardias, se llevó a mi gemela, a la cual le cubrieron la boca antes de que comenzara a gritar, aunque yo dudaba mucho que lo hubiese hecho, mantenía sus ojos asustados fijos en Hoya, a quién también se llevaron.
Al final sólo quedamos Sung Kyu, papá, dos de esos guardias y yo.
—Cada día me decepcionas más, Sung Kyu —habló nuestro padre, comenzando a pasearse frente a nosotros —te había pasado tu inutilidad práctica y tus berrinches. Tu apatía. Si hasta pasé por alto tus saliditas nocturnas con esos maricones.
Observé como los ojos de mi hermano se abrían de golpe.
—Sí, ¿creíste que no lo sabía? ¿Creíste que no me daba cuenta que salías todas las noches a escondidas? —papá rió. —Que idiota —y entonces me miró a mí. —¿Cómo es que mi mejor hijo fue capaz de traicionarme también? Lo sé, fuiste corrompido por este y aquella. Pobre Sung Jong.
Sentí la ira correr por mis venas al escuchar todas esas palabras cargadas de veneno. ¿Su mejor hijo había dicho? ¿Llamaba mejor hijo al idiota que se dejaba manipular por miedo? Y en ese momento todo mi miedo desapareció, siendo sustituido por mi rabia. Desee estar libre para enseñarle a papá lo que su mejor hijo podía hacer.
—Pero ustedes ya me dan igual —siguió papá —si quieren irse no voy a detenerlos. Adelante. Son libres de largarse a donde quieran, pero Soo Min se queda.
—No —la voz de Sung Kyu temblaba un poco —ella vendrá con nosotros.
—Pero que dices, hijo. Si les estoy haciendo un gran favor, pero sigues en tus trece. Que lástima —y papá rió dulcemente, de una forma que jamás le había visto hacer—. Tal vez les haga falta un regalo de despedida. Vamos al ático.
Estas palabras fueron suficientes para hacerme temblar, odiandome en parte por no ser mas valiente, odiando a mi cuerpo por reaccionar así.
—Olvídalo. No iremos —sentenció Sung Kyu, pero su voz temblaba ahora de una forma mas evidente.
—Ustedes harán todo lo que yo les diga —y papá rozo la frente de Sung Kyu con la suya —por algo son mis hijos.
Sentí como era empujado hacia las escaleras. Me llevarían al ático. Papá me azotaría. Lo haría hasta despellejarme, lo sabía. Y a Sung Kyu le pasaría exactamente lo mismo.
—¿Qué pasa aquí? —interrumpió una voz desde la parte superior del descansillo de las escaleras. 
Levanté el rostro, sintiendo como el alma casi me volvía al cuerpo, el alivio cubriendo mi pecho.
Nam Woo Hyun nos miraba con curiosidad, con una bata de dormir y el cabello revuelto, como si acabara de levantarse de la cama.



#5389 en Fanfic
#29447 en Novela romántica

En el texto hay: homosexual, infinite, myungjong

Editado: 01.11.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.