Gemelos y Destinos

Capítulo 7

Marcela empezó a temblar en aquel momento, el ver a Alex con ganas de llorar por la noticia hacía que un sentimiento de impotencia la consumiera. 

— Me voy de aquí —le comunicó a Brais. 

— ¿Ya te vas? 

— Sí, no aguanto más esto —peinó su cabello hacia atrás con los dedos de sus manos, dejó salir un suspiro para retener las lágrimas— es que no puedo creer que Kilian se tome esta situación de esta manera, solo mira su rostro, parece como si no le importara que Adele la hayan matado. 

— No es así, por favor, entiende que Kilian está pasando por un momento complicado, también tiene que seguir las ordenes de su padre, no es como que él quiera dejar morir a Adele, es que tiene las manos atadas —explicó, aunque Marcela se hizo de los oídos sordos y salió del centro de entrenamiento— ¡amor, espera!

— Basta Brais, no me importa lo que digas, no seguiré con esto, buscaré a Adele por mi cuenta, sé que está viva, en algún lugar, si no hubiera sido por mi culpa, si tan solo no me hubiera apartado de ella —dejó de caminar y llevó una mano a su rostro— pero no, tuve que seguir las órdenes de ese sin corazón, y ahora Adele debe estar implorando ayuda en algún lugar.

— Por favor Marcela, no sigas, tú no tienes nada que ver en todo esto, por favor, basta.

— Claro que tengo que ver, y mucho, si tan solo no hubiera seguido órdenes —llevó sus manos a la cabeza mientras dejaba salir las lágrimas. 

— No podemos negarnos, es nuestro trabajo —caminó hasta donde estaba su novia y la abrazó— no creas, yo también me siento muy culpable por lo que está sucediendo. 

 

 

 

Adele sentía un gran dolor en todo su cuerpo, trataba de abrir sus ojos, pero los sentía muy pesados, arrugó su ceño al tratar de moverse y sentir que el dolor se agudizó:

— ¡AH...! —gritó con fuerza, una gran tos inundó su pecho, no podía respirar y podía saborear la sangre en su boca. 

— ¿Qué es esto? —pensó, tosía con gran fuerza— ¡por favor, alguien que me ayude! —imploraba en su mente.

Al ya poder abrir sus ojos observó que todo estaba rojo a su alrededor, era su sangre, movió un poco los dedos de su mano, le desagradaba oír el sonido que hacía su sangre al moverse sus dedos:

— ¿Moriré aquí? —pensó— ¿dónde estoy?, nadie llega a rescatarme, claro, es porque siempre he estado sola, Alex, Alex debe estar muy preocupado porque no he llegado a casa, lo siento Alex, debí ser mejor sobrina, nunca pude mostrarte a un novio, siempre quisiste conocer uno, pero en realidad se me hizo muy complicado conseguirlo, el que me gustaba, Kilian, nunca me vio como una mujer, solo mira lo que me hizo, no supe escoger a un buen hombre —empezó a llorar— ¿por qué me hiciste esto Kilian?, ¿por qué me odias tanto?, yo solo lo que hice fue amarte...

— Oye niña, ¿sigues con vida? —escuchó la joven en un lugar muy lejano.

— ¿Qué es esa voz?, ¿ya estoy en el otro mundo? —pensaba.

— ¡Oye!, pero ¿quién te hizo esto?, estás muy mal...

— No, parece que aún sigo con vida —seguía pensando Adele.

— ¡Oye!, ¿me escuchas?

— Kilian... él me, él trató de... —balbuceó.

— ¿Kilian?, ¿quién es ese?, parece que aún sigues con vida. ¿Puedes verme?

— ¿Quién soy? —Adele parpadeó, su vista era algo borrosa, aunque le pareció ver a un hombre como de unos veinte años o más, tenía una belleza un tanto extraña, aunque Adele estaba en muy mal estado como para repararlo. 

— Pensaba que estabas muerta, es un milagro que sigas con vida —dijo el joven.

— ¿Dónde es-estoy? —trató de hablar. 

— Bueno, este es el bosque —respondió el muchacho. 

— ¿Bosque? 

— ¡Oye, oye! —escuchó Adele como si la voz se alejara cada vez más, estaba muy débil cómo para que sus ojos se mantuvieran abiertos. 

Adele se vio en un prado verde, la brisa soplaba suavemente y jugaba con su cabello, era una sensación muy agradable, sentía su cuerpo sumamente ligero, hasta le daba la impresión de estar volando:

— ¡Despierta! —escuchó un grito en su oído. 

— ¡Ah...! —gritó espantada. Estuvo a punto de levantarse de donde estaba, pero un gran dolor se apoderó de ella.

— ¡Deja de moverte!, aún no te recuperas del todo —escuchó una voz masculina. 

Adele empezó a despertarse del todo, se vio en un cuarto, las paredes estaban hechas de una madera oscura y frente a ella había un joven, su cabello era violeta y sus ojos verdes, era bastante bello, sus labios rosados y su piel blanca, tanta que parecía de porcelana, seguramente no era humano:

— Vaya, este es el cielo, que chico tan guapo, esto sí que es el paraíso —pensó la joven enarcando una gran sonrisa de satisfacción, podría quedarse todo el día apreciando aquella criatura de la naturaleza. 

— ¿Cuál paraíso? —preguntó el joven. 

— ¿Paraíso? —pensó Adele— ¿acaso puedes escuchar mis pensamientos?




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