Gemelos y Destinos

Capítulo 9

Arlet, seis años de edad:

— Hijo, por favor, quédate con Arlet en la casa, siempre estás entrenando y nunca te quedas a cuidarla —dijo la mujer tomando un bolso rojo de la sala. 

— Pero mamá, es que tengo que entrenar, es imposible que me quede con Arlet siempre, así nunca aprenderé a controlar mis poderes, mi padre es el gobernante de todo este mundo y yo como su hijo debo dar un buen ejemplo —decía Kilian mientras trataba de apartar a Arlet de su pierna— por favor Arlet...

— No... —ella rodeó el cuello de Kilian con sus brazos mientras seguía llorando, el niño trataba de quitar su agarre, pero ella se lo hacía misión imposible. 

— Me voy hijo —la madre de Kilian tenía puesto un elegante y algo sexy vestido rojo, su cabello lo tenía echado a medio lado, al parecer iría a alguna velada elegante con su esposo.

— Bien mamá —se despidió Kilian. 

Kilian quedó solo con Arlet, la niña lo miraba con mucha tristeza:

— No me dejes sola —le dijo mientras lo miraba fijamente. 

Kilian soltó su agarre y se acomodó la chaqueta negra que tenía puesta, se dirigió al ascensor, pero sintió que Arlet seguía mirando, volteó su mirada hasta la niña, le pareció que se veía tan triste, inofensiva y que él era una persona muy malvada. Arlet bajó la mirada y con sus manos empezó a limpiarse las lágrimas que seguía derramando:

— Ya, no llores, me quedaré contigo —se acercó a ella y la abrazó, después le dio un beso en la frente— ya, deja de llorar. 

Arlet muy feliz lo abrazó y escondía su rostro en el pecho del niño, a la vez dejaba salir pequeñas risitas llenas de malicia y emoción. 

Desde ese momento Kilian empezó a cambiar su manera de ser con Arlet, se podría decir que se volvió más cariñoso y atento. Cada vez que iba a entrenar la llevaba con él, así que muy pronto Arlet empezó a practicar con él, aunque eso no era permitido, pero no hubo más remedio, si la niña no se concentraba en algo siempre formaba grandes desastres en las salas, una vez estuvo atravesada en un entrenamiento de tiro de flechas. Así que por eso se le ordenó a Kilian ensañarle algunas cosas para que Arlet practicara y de esa manera estuviera quieta en algún lugar:

— Bien Arlet, ahora te voy a enseñar a volver esta manzana invisible —dijo Kilian de pie frente a la niña. La pequeña estaba sentada frente al él, miraba curiosa la manzana verde que el pequeño tenía en su mano derecha—, mira lo que voy a hacer —Kilian observó la manzana que pronto se volvió invisible. 

— Wao, ¡yo quiero! —gritó Arlet emocionada y Kilian le pasó la manzana. 

— Solo debes mirar la manzana y pensar que quieres que sea invisible.

Estaban en un gran salón con piso de madera oscura, en las esquinas del gran salón había varios niños mayores que Kilian practicando todo tipo de cosas, algunos botaban fuego de sus manos, otros trataban de volar, y en el centro estaban ellos, todos los conocían, a él, por ser el mejor de la clase, a Arlet, por ser la niña que siempre se metía en problemas, y claro, ahora la practicante más joven. 

Arlet estuvo un momento mirando la manzana y después le dio un mordisco:

— Delicioso —dijo. 

— Bueno, mientras no te metas en problemas —Kilian se apartó de la niña y llegó a un grupo de chicos que al verlo empezaron a hablar con él. 

Arlet le encantaba ver como Kilian entrenaba, ese día practicaban lucha, le pareció que se veía invencible, siempre destacaba por ser el mejor:

— Debo volver la manzana invisible —Arlet miró el volumen que tenía en su mano, había varios mordiscos en ella, en aquel momento la mitad de la fruta se volvió invisible— es fácil —trató de hacerlo por una hora, así que al final lo logró. 

— ¡Kilian! —Arlet corrió a donde estaba, varios niños voltearon a verla— ¡Mira Kilian, lo logré! —Arlet mostró la manzana, la miró fijamente y ésta se volvió invisible. 

— ¡Wao!, ¡está tan pequeña y pudo hacer algo así! —empezaron a decir todos, entre los niños estaba el instructor, quien, como los demás, se había sorprendido. 

— Vaya, eso fue rápido Arlet, bien, ahora quiero que conviertas tu brazo derecho invisible —Kilian mostró su brazo derecho y de la nada este desapareció— ¿podrías hacerlo?

— ¡Sí! —gritó la niña emocionada, miró su brazo y de la nada lo hizo.

— Vaya, ahora tus piernas —se impresionó Kilian. 

Arlet lo hizo, se le hacía muy fácil, al final volvió todo su cuerpo invisible y fácilmente podía volver a la normalidad:

— ¡Es impresionante! —gritaban todos los que habían rodeado a Arlet, había llamado la atención de muchos. 

— Muy bien Arlet —Kilian le acarició la cabeza y ella mostró una gran sonrisa. 

— Kilian y Arlet, por favor, acompáñenme —ordenó el instructor.

Ellos se dirigieron al último piso del gran edificio, allí estaba el padre de Kilian:

— ¡Padre! —gritó Arlet emocionada y corrió a abrazarlo. 

— ¡Pequeña! —el señor la cargó— Me contaron que puedes volverte invisible...




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