Gemelos y Destinos

Capítulo 11

Adele se despertó en una cama algo vieja, además, se veía sucia, la higiene en aquel lugar era muy mala. Apestaba a podrido, eso hizo que el estómago de Adele se retorciera del asco, ella no soportaba los malos olores, y mucho menos el estar en un lugar sucio.

Se levantó rápidamente de la cama y miró a su alrededor, su rostro se volvió verde por el asco, ya podía sentir que el vómito iba a salir, pero después se acordó que no podría vomitar, tenía al estómago vacío.

— Vaya, despertaste —escuchó una voz vieja y quebrada.

Buscó rápidamente el proveniente de aquella voz, al encontrarlo vio que era un viejo mucho más desagradable que el lugar y aquel detestable olor nauseabundo. Era un hombre moreno, pero a la vez su piel se veía algo verde, si fuese solo moreno su aspecto sería algo mejor, pero se veía algo podrida, su ropa se veía sumamente sucia y tenía una verruga al lado de su boca, era algo muy desagradable, además, al estar cerca de aquel hombre se podía percibir un olor a ácido que provenía de él:

— Oh... Rayos, que asco —Adele sentía que iba a desmallarse en cualquier momento.

— Ustedes los extraterrestres como siempre, deben tener buena higiene, al igual como su alrededor —fanfarroneó el hombre.

— Eso no tiene nada que ver, los humanos también lo requieren, se llama cuidar la salud —expresó Adele mientas buscaba alguna salida de aquel lugar, debía estar lejos de allí— cielos, necesito salir de aquí...

Al final, en un pequeño rincón encontró una pequeña puerta, estaba cubierta con una tela que se veía bastante sucia, Adele no le importó mucho el tener que pasar por allí, lo único que quería era salir, se sentía como estar en el mismísimo infierno.

Corrió a la salida y se encontró con el gran bosque, eso la tranquilizó muchísimo, no volvería a entrar allí.

— Oye —escuchó una voz detrás de ella.

— ¡No! —gritó sin voltear— no te acerques, das asco, hueles terrible y tu color de piel no se asimila al de un humano normal, es asqueroso, no te pareces en nada a un humano, ¿cómo es que alguien como tú va a entrenarme?, me largo de aquí —había empezado a alejarse, pero después un hombre como de unos treinta años de edad se plantó frente a ella, era moreno, con un cuerpo bastante tonificado, no olía mal, al contrario, su olor era agradable, vestía una ropa bastante limpia, su cabello liso era sumamente sedoso.

Eso le sorprendió mucho a Adele, ¿qué estaba sucediendo?, decidió voltear para atrás, había una cabaña muy bonita, se veía muy limpia y en buen estado:

— Lo siento, me gusta hacer bromas —soltó el hombre.

— ¿Qué rayos? —se enfadó la joven. Volvió su mirada al hombre.

— Vamos adentro, necesitas comer algo, y bañarte, ahora eres tú quien está sucia.

Al entrar Adele encontró una cabaña con un toque acogedor, había una chimenea que estaba prendida, la sala la llenaba un juego de muebles y donde se veía un corto pasillo, seguramente estaría el resto de la cabaña, decidió curiosear, había tenido una terrible impresión anteriormente, encontró una pequeña cocina, bastante sencilla, al fondo había dos cuartos, no tenía nada del otro mundo, pero era muy bonita la cabaña.

— ¿Cómo hiciste eso? —preguntó Adele.

— Moe debía tener algún motivo para hacerte venir aquí, ¿no crees? —explicó el hombre sentándose en un sillón.

— Ya veo —soltó Adele mientras seguía reparando el lugar.

— Al fondo, el último cuarto es el que utilizarás, allí están las cosas que perdiste, báñate, te iré a servir algo para comer —el hombre se levantó y Adele se dirigió al último cuarto.

Encontró un armario vacío, lo único en su interior era su bolso, todo estaba completamente seco, sacó algo de ropa y ahora debía encontrar el baño, vio que en una pared había una puerta de madera oscura, seguramente era su baño. Lo era, su interior era pequeño, con una regadera al fondo, un inodoro y un pequeño espejo que se le hizo bastante curioso para Adele, aquellas pequeñeces le agradaban.

Después de darse un baño que pedía a gritos su cuerpo salió del cuarto, había una mesa en la sala, era de término medio, de madera de roble, sus betas se veían hermosas, tanto que Adele las observó por un corto tiempo, todo en ese lugar era muy campestre, eso le agradaba.

— Oye —llamó el hombre.

— Lo siento, es que me agrada el lugar —respondió Adele con una sonrisa.

— Eso es bueno, aunque antes dijiste que daba asco.

— Ya basta —regañó Adele.

— Lo siento, sé que los extraterrestres son muy asquientos, y yo soy muy bromista —el hombre había soltado una carcajada.

Adele se sentó en la mesa, esta tenía un plato de avena caliente frente a ella, su estómago rugió del solo ver aquella deliciosa avena, tomó una cuchara de unos cubiertos que estaban en el centro de la mesa. Empezó a devorar aquella avena, deliciosa, su paladar se lo agradecía en gran manera, el hombre miraba a Adele como si observara a una hija, él también tenía un plato de avena, pero no lo había tocado, solo sabía observar a la joven con una sonrisa.

— ¿Qué sucede? —preguntó Adele.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.