Nuevos descubrimiento
“Los cambiantes” eran conocidos por ser unos seres pacíficos, la guerra no era para ellos, y Damián lo sabía, por eso los atacaba de manera diferente, ya que para nadie era un secreto que los strigoi estaban de lado de la oscuridad, pero lo que nadie entendía era cómo se reproducían en cantidades incontables, por ello los curanderos que pertenecían a los cambinantes buscaban cómo hallar un antídoto natural para las personas no nacidas, ya que era más fácil sacar el veneno, que reconstruir a una persona completa.
De todos los mundos, los cambiantes eran los únicos que permanecían juntos y no se dividían en pueblos, porque sabían que son más fuertes juntos que separados, pero lo que ellos no consideraron era que si todos los cambiantes estaban juntos harían las cosas más fáciles para Damián, ya que le encantaba que sus strigoi-cambiaran formas y pasarán inarpecibidos.
Erick Spears era el curandero con más años de experiencia tratando de encontrar la cura, aunque había tratado de muchas formas y fórmulas, aún no la encontraba nada, pero cuando pensó que la fórmula que había sido de su creación estaba casi lista, pasó la cosa más increíble de otras.
—¡Erick! ¡Erick!— se escuchaba un revuelo fuera de la tienda del curandero, donde su nombre dejaba de ser gritado. Cuando abrió la puerta, vio cómo varias personas cargaban a cinco hombres cada uno en una camilla, y a cada uno le faltaba una de las dos manos.
Erick no se sorprendió al ver el estado de los hombres, ya que era normal, porque cada vez que se peleaba con un strigoi-cambia forma, la única manera para matarlos era colocándole una cabeza de ajo debajo de la lengua y así era como la mayoría perdía la mano en el proceso.
—Chicos, me hubieran dicho que iban hacer una fiesta para personas de una sola mano, me hubiera cortado yo mismo una, para unirme a la diversión. — dijo Erick riendo, mientras que le amputaba el brazo a uno de los chicos.
—No es momento de chiste Erick, se están desangrando.— le reprendió lola, su asistente, mientras que él solo soltó una carcajada.
—Lola, qué aburrida eres, al menos ríe un poco, aún tienes tus dos manos.
Después de que amputó las manos de los chicos e inyectó un tranquilizante para que descansara, unos minutos, Erick se dirigió a su oficina seguido de Lola.
—¿Terminaste la cura?— le preguntó lola, mientras leyó sus apuntes de las pruebas de la cura.
—No, pero creo que encontré otro tipo de cura que quizás les ayude al clud “sin dedos” a recuperar su mano
—¿Cómo?
—Somos cambia formas ¿verdad? Pues cada uno tiene la habilidad de transformarse en cualquier animal o forma humana. Los ciempiés y las largatijas tienen la habilidad de hacer que la parte de su cuerpo que fue cortada se regenere...
—Quieres decir que tomando un poco de sangre de alguien convertido en un animal que pueda regenerar, podrá hacer que los que perdieron algún miembro de su cuerpo siendo humano puedan regenerarse de todas formas.— lo interrumpió Lola.
—Exacto, pero solo funcionará con nuestra especie, ya que nuestra sangre y cuerpo está acostumbrado al cambio de forma por ser esta nuestra naturaleza.
Lola soltó un grito de felicidad, mientras saltó a abrazar a Erick.
—¡Eso es excelente! ¿Sabes cuántas personas recuperarían sus manos?
—Muchas.
—Exacto, eres un genio ¿Y qué te falta para terminar la cura?
—Necesito sangre de un animal que regenere sus miembros y unas semillas.— dijo Erik revisando una pequeña lista.
—Yo iré a buscar lo que falta, mientras que tú adelantas todo.— dijo Lola muy emocionada, tanto que no dejó que Erick le respondiera, solo se dio la vuelta y se marchó, pero Erick se sorprendió cuando ella se volvió y le dio un beso en la mejilla antes de que volviera a salir corriendo por la puerta, mientras que él solo soltó una pequeña sonrisa mientras negó.
***
Después de que Lola consiguió todo lo que necesitaba, empezó a caminar lo más rapido que pudo para llegar rápido a el consultorio y hacer más rápido la cura. La emoción que tenía no la hizo prevenir un choque con un chico que no reconoció. Se disculpó y se fue lo más rápido que pudo, pero en pleno camino se le cayó una carta.
—¡Ey!
Aunque Lola llamó al chico, este no se volteó, sino que siguió caminando, así que ella se agachó y recogió la carta, y al ver el sello lo guardó en la canasta que llevaba y se alejó de las miradas curiosas que pasaban por su lado.
Cuando llegó observó un camino que no estaba siendo transitado, sacó la carta de su canasta y la abrió.
" Todo listo y todos en su posición, es tu turno"
Lola no tuvo que leerla dos veces para saber de qué hablaba la carta, ni suponer quién es el intermitente, mucho menos para quién fue enviada, todo estaba explicado.
***
Desde que Lola se fue, Erick acomodó su mesa de trabajo y cuando vio qué estaba tardando mucho, se dirigió a adelantar la cura, tomó un recipiente y empezó a triturar unas hojas curativas, mientras que le echaba un poquito de agua, hasta que Lola llegó. Cuando se volteó para regalarle una sonrisa, esta se le borró de inmediato al ver lo blanca que se encontraba.
—¿Estás bien?— le entregó un vaso de agua.
—Sí, solo es que casi me atropellan.— dijo Lola tomándose toda el agua mientras colocaba la cesta en la mesa, y cuando vio cómo se encontraba la mesa, no pudo evitar preguntar.— ¿Empezaste sin mí?
—Bueno sí.— se encogió de hombros.— tardabas mucho y los chicos casi despertaban y la idea era inyectarlos mientras que están inconscientes.
—Bueno sigamos.
Cuando se pusieron manos a la obra, Lola no dejaba de pensar en cómo sacar el tema, mientras que Erick pensaba lo extraña que se estaba comportando, pero aunque le preguntaba si está bien, ella solo le decía que sí y le regalaba una sonrisa un poco tensa, que lo hacía dudar. A los tres minutos la cura estuvo lista, así que sacaron cinco pruebas para cada uno, al colocarlas no se obtuvo respuesta inmediata, sino a la hora y media, cuando los chicos estaban despiertos. Aunque el dolor fue grande soportaron todo el proceso y cuando estuvo completo las manos Erick no pudieron dejar unas de sus ocurrencias.