*Gabriel*
- ¡Su alma me pertenece!.- Estampé mi puño en su cara.- ¡Eres solo una rata del infierno, una escoria, un ángel caído, un puto demonio!.-
De su boca corría un ligero hilo de sangre, que limpió rápidamente. Acomodó su piercing y el cabello.
- Para crecer en el paraíso pastoreando ovejas debo admitir que golpeas fuerte.- Sonrió cínico.- Te recuerdo, que está en manos de ella elegir, tú y yo somos solo marionetas, ella es quien pone las reglas en este juego y lo estás olvidando por completo.-
Esas palabras, aunque eran ciertas, me dieron aún más ganas de golpearlo. Lancé mi puño hacia su cara nuevamente, pero esta vez lo frenó.
- No te voy a permitir que me golpees de nuevo, angelito, te recuerdo que soy más fuerte que tú, lo sabes.-
- No descansaré hasta que estés de regreso en la alcantarilla de la que vienes, y sin la chica.-
- Me encanta competir contigo.-
- Lo sé, de pequeño siempre perdías.-
Recordar esos momentos hizo que me tensara, y por su rostro, supuse que él también.
- No tengo tiempo para jugar contigo.- Se levantó y sacudió la oscura vestimenta.- Que el Diablo esté contigo.-
También me levanté, la ropa se había ensuciado de polvo y sangre, vestir de blanco era sumamente complicado.
- Que Dios te bendiga.-
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Editado: 08.10.2021